Daily Archives: 8 abril, 2013

Un fin de semana un tanto extraño

Este iba a ser uno de los fines de semana más largos de mi vida.  Mi tío nos había propuesto quedarnos a dormir su casa de campo. Sí… en el campo… nada más y nada menos que en Tejeda –ironía pura y dura-. Sabía que el viaje sería largo. Me esperaba una hora sentada en el coche…
Ese viernes salí del instituto y mi padre me vino a buscar como siempre. Noté algo extraño.  ¿Sería por la euforia de dejar la oficina hasta la próxima semana? Me detuve a pensar y me di cuenta de que era viernes y de que subíamos a Tejeda.

-¿A qué hora le dijiste a abuela que irías a buscarlos? -dije mientras sacaba de mi maleta el Ipod y empezaba a encenderlo. ¡Tenía que ponerme mi música!, ya no aguantaba un segundo más escuchando Onda Cero.
-Sobre las cuatro, así que date prisa en prepararte -dijo mi padre.
-Síiii….

Me puse los cascos y en el camino de ida a mi casa me puse a pensar qué podría hacer para no aburrime en Tejeda. A mi mente vinieron un puñado de lápices y carboncillos con un par de láminas en blanco donde pintar. Ya tenía las tardes cubiertas. Al pensar en esto me vino una sensación extraña, como si miles de dibujos estuvieran en mi mente  y quisiera pintar.

Llegamos a casa de mi abuela. Mis abuelos traían bolsos con comida, ropa, sus medicinas…. no sé como pero mi padre consiguió meter nuestros bolsos y los de mis abuelos en el portabultos.  A veces pienso que si tiene algún poder mágico que hace encoger las maletas hasta que caben en el portabultos. Seguro que, si las intentara meter yo, terminaría llamando a dos camiones de mudanzas. Bueno, al fin… Llevaba sobre mis muslos una maleta en la que había metido: cargadores (el del móvil y el del Ipod) y, como dije antes, mi caja de carboncillos y un par de láminas en blanco. Había seleccionado también un poco de material específico para pintar por si quería retocar alguno de mis dibujos.

Llevé todo el camino los cascos puestos y la música me abstrajo de todo a mi alrededor hasta quedarme dormida.

Noté, al llegar, algo extraño. Cogí la mochila, me la cargué al hombro y empecé a caminar hasta llegar a un jardín lateral de la casa. Allí me senté y empecé a dibujar. Aquella sensación me decía que algo extraño iba a dibujar y así fue. Al cabo de más de dos horas dibujando subí rápidamente al cuarto, puse mis dibujos sobre la cama y me fijé. Muchos me tomaréis por loca por lo que voy a contar. Al fijarme en los dibujos me di cuenta de que no eran simples flores lo que había dibujado sino todo tipo de se seres extraños tales como hadas o duendes. ¿Puede que fueran imaginaciones mías? ¿O es verdad que en esta casa hay seres fantásticos? No lo sé, pero estoy segura de que si me han mandado este mensaje solo a mí y existen de verdad, no querrán que nadie más los descubra. Espero que sepas guardar este secreto conmigo y que dentro de poco tú y yo podamos ver a estos seres juntos; en caso de que existan, claro está.

Un día de magia inolvidable

Una mañana, al levantarme,estuve pensando sobre una especie de persona que le gustara hacer todo tipo de magia. No dudé ni un segundo en ponerme a dibujarlo tal y como me lo había imaginado más o menos físicamente y también su forma de hacer magia. Fue algo inesperado. Esa mañana, mientras dibujaba a mi personaje, un enorme viento entró por mi ventana, movió las hojas de sitio y los lápices de color azul cayeron al suelo; todo eso me pareció extraño y a la vez me quedé un poco asustada e impactada, pero yo seguí con mi dibujo.
Después de lo sucedido, dejé a un lado el dibujo y me tumbé en la cama para descansar y leer un libro. Al día siguiente me levanté y vi a un hombre viejo con barba blanca, larga y con mucho pelo; tenía un pantalón azul y una chaqueta larga hasta las rodillas con un estampado de rayas. Me asusté mucho al ver que mis hojas, que había dibujado sobre mi personaje de magia, estaban en blanco y todas rotas. No entendía nada y me acerqué a ese hombre extraño que estaba en la cocina. Cuando lo vi en persona era el mismo hombre que había dibujado en las hojas: no me lo creía hasta que me dijo que me tranquilizara porque él no me iba hacer daño.
Me estuvo explicando todo lo del enorme viento que hubo en mi habitación y que había sido él el que había formado todo ese alboroto con distintos tipos de magia. El hombre me cayó bien, aunque todavía me cueste creer que este personaje sfuera de verdad. Me interesé tanto por el mago que le pregunté cómo era su nombre y me respondió:

-¡Avalantino!

Llevaba muchos años haciendo magia y por diversión hacía locuras y se reía de la gente con sus trucos. Avalantino me enseñó varios trucos de magia, básicamente los que podía hacer y no eran peligrosos. Para convertir una hormiga en persona solamente tenía que gritar una palabra rara que sonaba así: «¡SACAPANÁS!», pero tenía que estar muy concentrada con una venda de color azul con la que me tapaba los ojos.
Ese fue uno de los trucos de magia que me enseñó, pero a este mago se le iba un poco la cabeza; confundía las palabras mágicas con otras palabras de otros trucos o decía que para hacer un truco había que estar también en silencio… pero él tarareaba algunas canciones. Llegó la hora de que el mago volviera a mis hojas de dibujo, pero antes de irse me dijo:

-¡Si sigues mis pasos, llegarás muy alto!

Yo le contesté:

-¡Lo intentaré señor Avalantino! ¡Y muchas gracias!

Sin nada más que hablar me dio su venda de color azul y su gorro de pico verde. Y tras darme esas dos cosas volvió tranquilamente a las hojas rotas y en blanco.

El aprendiz de mago

Había una vez un chico llamado Robin. Era un chico especial que tenía poderes pero no sabía usarlos y cada vez que le pasaba algo se asustaba de lo que le ocurría.
Su padre sabía de un mago que vivía en medio de un bosque muy negro donde nadie entraba por miedo a sus brujerías. Los árboles hablaban y las ramas intentaban atrapar a todo el que pasaba por ahí.

Pero al padre de Robin no le importaba pasar por ese bosque encantado para poder pedir consejo al brujo sobre su hijo. Al final del camino se encontró una vieja cabaña verde para que no se viera mucho y lo descubrieran.

Al entrar se encontró un viejito con una barba muy blanca que estaba preparando un brebaje en una larga mesa llena de tarros de hierbas naturales que el anciano recogía del bosque. Se sentaron en unos troncos que hacían las veces de sillas y le contó lo que le pasaba a su hijo era que predecía lo que iba a pasar, que movía objetos y muchas cosas más pero no sabía como dominarlas.

El brujo, después de pensarlo un rato, le dijo si estaba dispuesto a que Robin pasara un tiempo en su casa para él vigilarlo y enseñarle a controlar sus poderes. El padre estuvo de acuerdo y le dio a cambio una bolsita roja con tres monedas plateadas para los gastos de su hijo.

Al día siguiente a primera hora de la mañana ya estaba Robin de camino de la cabaña verde del brujo con un gran saco marrón lleno de sus cosas al hombro. El pobre iba con mucho miedo en lo que se iba a encontrar por el camino.

Al llegar a la cabaña lo recibió el anciano con una gran sonrisa y lo tranquilizo, le mostró donde iba a dormir y colocar sus cosas; sacó del saco una gran manta roja que le había hecho su madre para que no pasara frío y su ropa. Había llevado también unos frascos con hierbas que quería mostrar al brujo. Cuando terminó de colocar sus cosas el anciano le dio un cuenco con sopa de verduras para comer.

Se pasaron toda la tarde hablando de muchas cosas para conocerse mejor los dos y saber por donde empezaban al día siguiente, durmieron toda la noche y al amanecer los despertaron una vieja lechuza que estaba en un árbol al lado de la cabaña. Desayunaron otro cuenco de sopa y se pusieron manos a la obra mezclando bebedizos en una gran olla negra; de ella salía mucho humo que, al desaparecer, permitía ver su futuro en el fondo de la olla.

El viejo brujo le enseñó todo lo que el sabía; cómo combinar las clases de hierbas para curar enfermedades, mover objetos cuando él lo necesitara y enseñarle que no tenía que tener miedo cuando desconociera algunas cosas. Robin se marchó de la cabaña verde del anciano brujo con una gran sonrisa prometiéndole volver otra vez ya que no tenía miedo del oscuro camino.

Los padres de Robin lo recibieron con mucho cariño ya que lo habían extrañado y él les enseño lo que el brujo le había regalado: unos frascos con una tapa roja, amarilla, verde y azul. Cada uno contenía una crema para algunas enfermedades de la piel, además de unas raíces para hacer brebajes y poder ayudar a la gente del pueblo en sus enfermedades. Sus padres estaban muy orgullosos de él y, lo más importante: ya no tenía miedo de sus poderes gracias al viejo brujo de la cabaña verde del bosque embrujado.

Dialogo entre novios

Novio- Lo siento pero te tengo que dejar.
Superheroína- Pero… ¿por que?
Novio-E conocido a otra.
Superheroína- ¿Pero como te atreves?
(Se empiezan a pelear y gana la superheroína)
Superheroína – Ja eso es por dejarme por otra.
Novio- Lo siento no me pegues mas (se pone a llorar) era una broma para ver si me querías.
Superheroína-No seas tonto no tienes que hacer estas cosas para saber que te quiero.
Novio-¿Lo siento me perdonas?
Superheroína- Claro que si porque te quiero

EL CALLEJON OSCURO

Un día pasó por un callejón y escucho un disparo, fue corriendo para ver que pasaba. Cuando llegó vio la puerta media abierta,
entro y vio un cadáver y miro haber si estaba el asesino pero
se veía que salio corriendo. El detective encontró la pistola que
se uso al lado del cadáver.

Pregunto sobre el fallecido a los vecinos, al parecer los vecinos lo odiaban y el detective pensó que seria uno de ellos el asesino.
Busco huellas en el arma pero la habían limpiado y no encontró ni una huella. Investigo en la casa y encontró un pendiente en el suelo y solo tenia que encontrar el compañero para dar con el asesino.
Fue hacia una vecina que más tenía motivos para odiarlo y se fijo
cuando le abrió la puerta que le faltaba un pendiente y se dio cuenta que era la asesina y la encerró en la cárcel.

carta de amor

hola pequeño; quería saber de ti , una vez mas , no es la primera carta que te escribo y por supuesto te prometo que no va a ser la ultima , como ya te he dicho en las cartas anteriores y no me cansaré de decirte nunca , eres lo mejor que me ha pasado en esta vida , pensé que nunca iba a llegar a enamorarme y mira , ha pasado , tan solo con 16 años puedo sentir algo muy increíble , es muy bonito todo , sentir ese cosquilleo en el estomago cuando estas conmigo , cuando me das los buenos días , cuando me das abrazos , tus besitos , te echo mucho de menos , y cada día mas .

A día de hoy , creo que me he acostumbrado a estar sin ti , aunque desde un principio haya dolido pero hay que saber que cada día dolerá un poco menos , y cada día te querré un poco menos que el anterior, pero nunca olvidare los bonitos momentos que vivimos juntos .

El tiempo que estuvimos juntos , pues , no tengo palabras para esos momentos , fueron demasiados bonito , y creo que me dejaron algo marcado para siempre , y es ahí cuando me di cuenta que tu fuiste mi primer amor , y yo creo que si , conoceré a mas personas , a lo mejor me vuelvo a enamorar , pero el primer amor nunca se olvida , así que podemos dejar de hablarnos , dejar de llevarnos , tener problemas , discusiones y tonterías de niños vamos , porque somos unos niños , pero nunca olvidare los bonitos momentos que me hiciste vivir.

Un besito, y no olvides que te quiero como nunca quise a nadie

 

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