Un fin de semana un tanto extraño

Este iba a ser uno de los fines de semana más largos de mi vida.  Mi tío nos había propuesto quedarnos a dormir su casa de campo. Sí… en el campo… nada más y nada menos que en Tejeda –ironía pura y dura-. Sabía que el viaje sería largo. Me esperaba una hora sentada en el coche…
Ese viernes salí del instituto y mi padre me vino a buscar como siempre. Noté algo extraño.  ¿Sería por la euforia de dejar la oficina hasta la próxima semana? Me detuve a pensar y me di cuenta de que era viernes y de que subíamos a Tejeda.

-¿A qué hora le dijiste a abuela que irías a buscarlos? -dije mientras sacaba de mi maleta el Ipod y empezaba a encenderlo. ¡Tenía que ponerme mi música!, ya no aguantaba un segundo más escuchando Onda Cero.
-Sobre las cuatro, así que date prisa en prepararte -dijo mi padre.
-Síiii….

Me puse los cascos y en el camino de ida a mi casa me puse a pensar qué podría hacer para no aburrime en Tejeda. A mi mente vinieron un puñado de lápices y carboncillos con un par de láminas en blanco donde pintar. Ya tenía las tardes cubiertas. Al pensar en esto me vino una sensación extraña, como si miles de dibujos estuvieran en mi mente  y quisiera pintar.

Llegamos a casa de mi abuela. Mis abuelos traían bolsos con comida, ropa, sus medicinas…. no sé como pero mi padre consiguió meter nuestros bolsos y los de mis abuelos en el portabultos.  A veces pienso que si tiene algún poder mágico que hace encoger las maletas hasta que caben en el portabultos. Seguro que, si las intentara meter yo, terminaría llamando a dos camiones de mudanzas. Bueno, al fin… Llevaba sobre mis muslos una maleta en la que había metido: cargadores (el del móvil y el del Ipod) y, como dije antes, mi caja de carboncillos y un par de láminas en blanco. Había seleccionado también un poco de material específico para pintar por si quería retocar alguno de mis dibujos.

Llevé todo el camino los cascos puestos y la música me abstrajo de todo a mi alrededor hasta quedarme dormida.

Noté, al llegar, algo extraño. Cogí la mochila, me la cargué al hombro y empecé a caminar hasta llegar a un jardín lateral de la casa. Allí me senté y empecé a dibujar. Aquella sensación me decía que algo extraño iba a dibujar y así fue. Al cabo de más de dos horas dibujando subí rápidamente al cuarto, puse mis dibujos sobre la cama y me fijé. Muchos me tomaréis por loca por lo que voy a contar. Al fijarme en los dibujos me di cuenta de que no eran simples flores lo que había dibujado sino todo tipo de se seres extraños tales como hadas o duendes. ¿Puede que fueran imaginaciones mías? ¿O es verdad que en esta casa hay seres fantásticos? No lo sé, pero estoy segura de que si me han mandado este mensaje solo a mí y existen de verdad, no querrán que nadie más los descubra. Espero que sepas guardar este secreto conmigo y que dentro de poco tú y yo podamos ver a estos seres juntos; en caso de que existan, claro está.

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