Daily Archives: 15 abril, 2013

Mi propio reflejo

Bueno cateto espero que estés durmiendo ya porque si no te llevas una paliza. Siento no haberte hecho caso y no haberme ido a dormir, pero no paraba de pensar en ti y pasaba por aquí para decirte que no te dejare escapar ni loca. Que te quiero con locura y sin ti nada seria lo mismo. Los mejores días de mi vida han sido contigo, y lo mejor es que quedan tantos como queramos. Me ha encantado el día aunque hayamos tenido esa pequeña pelea, pero ya sabes que son tonterías que nos ocurren de cuando en cuando. Aunque siga pasando el tiempo no se me acaban las cosas que decirte. Es mas, son tantas cosas las que siento que a veces no encuentro las palabras adecuadas y utilizo sinónimos(sí, eso que tu das en lengua pero que al ser tonto no sabes todavía). Eres único inepto. No me puedo despegar de tu lado, así que no lo haré. Mañana me tendrás que seguir contando las locuras que se te suelen pasar por la cabeza.

PD: No pienses que todos los días voy a ser tan ñoña como hoy, así que no te acostumbres.

 

Por ti. Contigo.

Apenas cinco segundos. Esa mínima cantidad de tiempo comparada con lo lo que dura una vida humana.  Lo que se tarda en tomar aire para exhalar un intenso suspiro, cargado de sentimientos. Ese momento. Fue lo que tardé en saber que necesitaba estar el mayor tiempo posible a tu lado. Fue lo que tardé en asimilar que no podría volver a respirar si tú no lo hacías a mi lado. Fue lo que tardé en darme cuenta de que tú no eras mi  media naranja. Eras mi naranja entera.

Pero, ¿Y si tú no pensabas lo mismo? ¿Y si tú no sentías lo que yo percibía de cada fibra de mi ser? ¿Y si ya había otro que ocupaba tu corazón, y te amaba como yo anhelaba que me amaras? ¿Y si me amabas, pero después, por alguna locura propia de la edad, dejabas de amarme? En ese caso, mi vida no podría ser más infeliz. Triste. Gris. Oscura.

Lo supe en aquel momento. Posiblemente querría a otras, pero ninguna ocuparía tanto pensamiento, tiempo, cariño, afecto, amor y devoción como tú habías conseguido que sintiera, únicamente con tu mera existencia.

El tiempo pasa, pero los sentimientos no cambian. Sigo sintiendo. Sigo viviendo y desviviéndome por ti. Sigo siendo el único que te ama con tantas ganas.

Te acompaño cuando estás sola. Te doy afecto cuando necesitas cariño. Te doy vida cuando crees que nada merece la pena. Te ayudo cuando estás perdida.

Pero, desde hace unas semanas, el que necesita que lo devuelvan a la vida, el que necesita que lo apoyen, el que necesita que lo amen, soy yo. Y esta vez, tú no estás ahí. Estoy muerto, podrido de odio por dentro.

Esa fatídica enfermedad, por aquel fatídico viaje. Esa estúpida picada, de aquel estúpido mosquito.

El mundo se equivocó. Aquella muerte era errónea. Innecesaria. Increíblemente dolorosa para un ser que te amaba más que a sí mismo.

Por eso te escribo desde aquí. A las puertas del cielo, pero viviendo en el peor de los infiernos.

Un dolor atroz me acusa y me acuchilla el corazón, volviéndolo negro. Negro azabache, opaco. Sin belleza alguna. Sólo dolor. Dolor y más dolor. Por lo que pudo ser y no fue. Por lo que debió ser y, por causas ajenas a nosotros, no acabó siendo como debía.

Espero que esta carta llegue a las manos de alguien que pueda aprender de mi error. No haberte protegido como debía haberlo hecho. Como merecías.

Eras la causa de mi vida, y lo que provocó mi muerte.

Te amé, te amo, y te amaré más allá de la muerte.

Por ti. Contigo. Te encontraré, Mamá.

HASTA NUNCA

Gracias por tu carta, pero que me vengas de romántico y pidiéndome perdón a estas altura cuando todo ha acabado y parece que no encontraremos el remedio a nuestros problemas. Lo único que puedo decirte es que:

Aunque tu te arrepientas ahora, es tarde para solucionar las cosa sucedidas durante unos tres años… yo te quiero y hasta hace varias semanas pensaba que eras mi droga de la cual no podía prescindir, pero me equivocaba, no te necesito. No me haces ningún bien, para nada.  No voy a sufrir más por alguien que no me valora, que no aprecia a la persona que le entregó los mejores años de su vida, sus mejores sonrisas, miradas, besos… esos besos que no cesaban, aquellos de los que nunca me cansé de darte. Aunque me duela decirte todo esto y con el corazón destrozado, no puedo callarme ni un segundo más. Es difícil y sera aun más duro el seguir adelante sin ti, pero se que es lo mejor para mi, por fin voy a ser un poco egoísta y pensar que hay algo mejor que tú, yo. Y aunque me encanten, perdón, encantasen tus ojos azabache que me penetraban hasta lo más profundo de mis adentros y provocaban en mi los escalofríos mas intensos, no voy a seguir con todo esto a lo que tu solías llamar «nuestro». Tranquilo, podré sobrevivir sin tu suave forma de decirme al oído que me querías…que era lo mejor que te había pasado en la vida…que era las niña de tus ojos…que no te podías ver con otra que no fuese yo… ¿En serio? Entonces lo que quiero no es una carta de amor, sino una que me explique por qué te fuiste con esa sin pensar en mis sentimientos y en las consecuencias.

Nunca me gustó que me frenaras cuando intentaba ser yo misma, todas esas veces que me dijiste que me veías más gorda y luego lo «arreglabas» con un -bueno así hay donde agarrar-… sabes eso que dice ‘las palabras solo duelen cuando las dice una persona que te importa’  pues es muy cierto. Solo por tus comentarios, que aunque tu nunca le diste importancia por más que te dijera que me molestaban, hicieron que ahora esté en esta situación. Intento ser fuerte y seguir adelante, ya he conseguido coger dos kilos… el medico dice que estoy progresando.

Ahora solo me queda volver a ser yo misma, la que no le importaba lo que pensaran lo demás, que no se dejaba manejar y manipular, aquella que solo se preocupaba de ser feliz. Lo que tengo claro y he aprendido la lección es que nunca debo anteponer a una persona que jamás dará por mi ni la mitad que yo a ella, por eso y por mil razones de las que no te guardo rencor he decidido definitivamente que lo nuestro ha acabado para siempre.  HASTA NUNCA, TOMÁS.

Paula Ortega

la naranja

Era como la primera vez que la toque, me transmitía frescura aunque tenía un toque áspero. Cuando abrí los ojos recordé que era solo una simple naranja. A veces las cosas no son tan simples como parecen lo que nunca nos paramos a pensarlo.

Una fracción de Segundo

Fue apenas una fracción de segundo. Lo vi. Me vio. Un cruce de miradas. Una, aterrorizada por el cauce de los últimos acontecimientos. La otra, fría, calculadora. De esas miradas que, una vez contactas con ella, sabes que va a ser de tus últimos movimientos.

Ya nos habían avisado. Acabaría por llegar el momento, pero nadie hizo caso. Y ahora, lo lamentaban, como nunca más lo harían.

Desde el momento en que se empezaron a usar esos trozos de metal para determinar qué era bueno y qué era nocivo para el homo technicae, todo había comenzado a empeorar. No nos dábamos cuenta. En nuestro afán de ser perfectos, nos despreocupamos de mantener nuestra seguridad ante lo que parecía ser nuestro mejor aliado. Y es que, antes de que nos diéramos cuenta, nuestra mejor y más perfecta creación, había descubierto que nuestro peor enemigo, nuestro destructor más peligroso, éramos nosotros mismos. La única manera de salvarnos, era eliminarnos. Borrarnos del mapa. Y, desgraciadamente, no nos queda otra cosa que ocultarnos. Evitar ser descubiertos y, así, esperar que se olvidaran de nosotros tan fácilmente como nosotros nos habíamos olvidado de la ley más fundamental que existe para sobrevivir: Huir. Aunque, en este caso, es mejor decir «No crear cualquier cosa que sea más poderosa y/o peligrosa que uno mismo». Pero ahí está el arma de doble filo humana. El error. Error es volver a empezar. Error es aprender. Pero ahora, no habría vuelta a atrás. No era una fórmula matemática que pudiera borrarse y volverse a escribir. Esta vez, nuestra última esperanza, es que haya vida humana más allá de la tercera dimensión. Quizás en un futuro no muy lejano, alguien o algo encuentre la manera de poder volver al pasado y prevenirnos, pero eso es más bien un vano pensamiento sin lógica alguna, ya que si fuera así, nada de lo que ocurría debería estar ocurriendo.

Y mientras todo esto pensaba yo, raudo, como un rayo en las noches que se veían a través de los techos protectores, salvadores de la lluvia de meteoros frecuentes cada dos silanios, aquella monstruosa pero perfecta creación, se acercó a mi. Y, aprisionándome la cabeza, levantándome del suelo más de cinco palmos, musitó: «Es necesario».

Daniel Leston Marrero 4A

Un mundo inhóspito

Los humanos habíamos logrado construir una avanzada ciudad subterránea, a miles de metros por debajo de la corteza terrestre. Los mismos que, en nuestro tiempo destruimos la Tierra y la convertimos en un planeta inhóspito e inhabitable.

Nos encontramos en el año 2252, han pasado más de doscientos años desde que los gobernantes de la Tierra, ante la escasez de alimentos y de recursos naturales iniciaran la más terrible de las guerras, enfrentándose por las últimas reservas de petróleo y víveres con los que subsistir. Las consecuencias de la guerra fueron devastadoras: la Tierra se convirtió en una gran masa de rocas y tierra árida en la que no podía desarrollarse ningún tipo de vida, la población se vio reducida de nueve mil millones a unos pocos millares de habitantes: la mayor parte murió víctima del virus del tifus y otras millones de personas murió cuando el aire de la atmósfera alcanzó unos niveles de toxicidad tan altos que las nubes se volvieron negras.

El lugar en el que yo vivo es frío, oscuro y lúgubre. Me gustaría haber conocido los lugares maravillosos y de los que tantas historias se cuentan por aquí abajo. Quiero poder sentir la brisa del viento en mi cara, sentir el mar mojando mi piel,  sentir el cosquilleo de la hierba bajo mis pies y poder mirar a un cielo azul e iluminado y me gustaría poder sentarme a contemplar una puesta de sol. No entiendo como un mundo tan maravilloso pudo haber acabado de una forma tan trágica. Mientras me me voy perdiendo en mis pensamientos, la vena de mi cuello se va hinchando más ymás. Odio. Eso es lo que siento hacia mis antepasados, hacia las personas que un día acabaron con el mundo en el que vivo y que tanto aprecio.

Camino lentamente hasta el cuarto de baño, miro mi reflejo en el espejo y del bolsillo de mi traje saco una pastilla amarilla. Contemplo durante un instante las profundas ojeras de mi cansada cara, me trago la pastilla y cierro los ojos… Para siempre.

La espera durante el eterno invierno

El frío gélido azotaba la cuidad. Copos de nieve más ligeros que el aire espolvoreaban el lugar con un blanco inconfundible. Era el blanco que había conquistado el reinado durante más de 100 años. El sol había perdido toda su fortaleza, ya no era capaz de atravesar el cielo de acero y la gruesa capa de nubes metálicas. Los gatos estaban cubiertos por lentejuelas blanquecinas, el río se había disfrazado de lago de azúcar, las fuentes se habían transformado en jarrones helados sujetando ramilletes de hielo. Ya nada era como antes. Solo los mas mayores recordaban como eran las motas de polvo revoloteando en los rayos de luz.

Todos esperaban la llamada. La llamada a aquel lugar leyenda del que todos hablaban. Nadie realmente sabía de que se trataba ni cómo podía ser, pero era muy poco probable de que fuese peor que aquel lugar hostil y taciturno. 

Nos encontrábamos dentro de una esfera que había sido creada hace millones de años, pero hasta ahora no había salido a la luz. No habíamos tenido mas remedio que cambiar nuestra forma de vida, aunque la mayoría de la población nunca había visto ningún otro lugar.

Los líderes intentaban imitar la forma de vida de antes. Tenía grabado en su memoria imágenes del planeta tierra, las proyectaban para nosotros a través del Gran Jefe. Era la máquina mas importante y valiosa que nunca había existido. Estaba situada en el interior d la esfera. Transmitía la información a los líderes, hacia el exterior, hacia nosotros. Cada vez que iba a ocurrir algo, él era el encargado de plasmarlo en nuestros ojos para que estuviésemos al tanto de todo lo que ocurriría. Controlaba todo; Las paredes de la esfera de cristal que cambiaban de color, de paisaje, de cielo según se hacía de noche o de día, etc. Solo había una cosa que le superaba: el eterno invierno. No se podía controlar el frío, el cortante viento, ni la constante escarcha .  Los árboles habían evolucionado rápidamente hasta  convertirse en bioluminisentes, los animales habían aumentado escandalosamente su pelaje para poder resistir al frío y nosotros… bueno nosotros, esperábamos la llamada.

 Scroll to top