Daily Archives: 22 abril, 2013

Al final todo va a salir bien.

Roberto y Alejandra estaban sentados en el parque, uno enfrente del otro. Los dos cabizbajos y distantes,  nunca llegaban a mantener contacto visual mientras trataban de entablar una conversación y hacer como si la noticia que él acababa de recibir no les afectara.

-Bueno… ¿y que has hecho hoy? – Preguntó él intentando romper el hielo.

-Pues nada… solo…mirar el cielo, parece que va a llover… ¿no crees? – Intentaba seguir el ritmo de la conversación.

-Sí, las nubes tienen un aspecto terrorífico, ese gris intenso no da buena espina. A mí los días así me gusta más pasarlos en la cama, viendo una película como hacíamos en invierno.

-Mira Roberto, no puedo hacer como si todo fuese bien- En ese momento Alejandra levanta la cabeza y rápidamente busca los ojos del chico, que esta preocupado por lo que le va a decir.

Alejandra continua: – Te vas a Berlín en dos semanas, así sin más. Yo no se si estoy preparada para una relación a distancia, pero solo pensar que te voy a perder por mis dudas me hace sentirme aún peor. Solo quiero saber que es lo que quieres tú y que piensas hacer cuando te marches.

-Yo no quiero dejarlo, es lo último que se me pasa por la cabeza ahora mismo. Prefiero extrañarte dos años y saber que a mi regreso estarás aquí, que ver como rehaces tu vida con otro que no sea yo…Eso, me mataría por dentro.- Dijo ya con la voz temblorosa pero sincera.

– Te quiero Roberto, no me importará esperar. Solo deseo que todo acabe bien.

A lo que Roberto ya sin duda alguna, con el rostro esperanzado y una sonrisa kilométrica le dijo: -Al final todo va a salir bien. Y si no ha salido bien, es que todavía no es el final.

Alejandra siente el impulso natural de besar a su novio, al que deja marcado con su labial favorito de color cereza. Ese día tomaron la mejor decisión de sus vidas, pues quince años después siguen queriendose como si fuera la primera vez.

Recuerdos

Solo apariencia. Estar feliz es sinónimo de no estarlo. Cada vez que te miraba sentía que algo se quemaba en mi interior y el rojo fuego, avivándose lentamente, iba borrando lo que quedaba de mí misma. Cabizbaja enfrentándome a un mundo extraño y horrendo, muy distinto del que creía verdadero. Cada palabra perdía su significado en tus labios, tan brillantes y serenos. Porque ya no podía con mis pensamientos, por eso y mucho más los deje reposando en tus ojos verde primavera, en tu cabello azabache y en tu dulce sonrisa.

Solo apariencia. Te quería aunque no lo demostrase. Vagando por las calles sin rumbo, perdida. Preguntas de las que ya sabía la respuesta y aun así tenía la esperanza de que estas salieran de ti.

Una semana antes en cualquier banco de la ciudad

– Lo siento, no puedo parar de pensar en que es lo mejor. – Dijo con la mayor brusquedad del mundo, aunque  a mí no podía engañarme.

– Tu rostro cenizo me revela tus verdaderos pensamientos.

-Es una decisión rotunda

– Entonces, ¿esto es un adiós?

– Me temo que sí.

Recuerdos. Recuerdos de aquel día gris donde todo estaba fuera de lugar. Donde los pájaros no cantaban su alegre sinfonía ni los peces nadaban en busca de alimento bajo el sol de la tarde. Pero ahora encuentro sentido a todo lo dicho entonces, y no me parecen tan inocentes tus palabras, tus sentimientos, incluso tu rostro. Ahora los recuerdos ya no me parecen un lastre, no me hacen sentir airada, y no lo harán nunca más.

Las nuevas tecnologías y las redes sociales

Por un lado es bueno el que podamos estar en contacto en cualquier momento ya sea para quedar con tus amigos como para poder hablar con parientes que vivan lejos de ti.

Conoces gente nueva que a lo mejor de la forma usual no te atreverías a hablar, si es cierto que hablando por chat no puedes saber al cien por cien como es esa persona, como es su forma de hablar o sus gestos. Solo sabes si escribe bien o mal.

Luego están los inconvenientes como la gente que directamente se conoce por internet y muchísimas veces pasa que con la persona que esta hablando no es en realidad lo que dice ser. De ahí que ahora estén telivisado Catfish: Mentiras en la red.

Pique de micro- La proposición.

Es el momento de definir otro gran paso que cambiará por completo mi vida y la tuya. Nuestros futuros se verán enlazados, algo que no me desagrada. Y es que sería la persona más feliz del mundo solo con la idea de pasar el resto de mi vida a tu lado. Así que ¿Quieres casarte conmigo?

Pique- Los Ángeles contra mi.

Ángeles que no protegen ni defienden. Amenazan con sus flamentes alas que con solo un batir de estas, huracanes provocarían. Pero ahí esta Azazel para frenarlos, porque ¿Qué seria de él si fuesen los Ángeles los malos en el Paraíso?

 

Amor adolescente

Él, mi primer amor. Me refiero a esa persona que con una mirada me enloquecía, con una sonrisa me mataba y con un simple beso conseguía detener el tiempo. No exagero. En los dieciséis años que llevo en este mundo nunca había sentido nada igual. Temía que las cosas cambiaran y que, en cualquier momento, él desapareciera de mi lado. Era la persona que me hacía sentir única y especial, como una princesa. Dejé de lado a muchas personas queridas por él. Lo cuento en pasado, pues no pensé que al apostar todo por alguien, en un futuro puedes quedarte sin nada.
Ahora he descubierto que no todo amor es duradero. ¿Podría decir que era mi vida? Tal vez, probablemente, ¿qué lo amaba? Por supuesto, es más, aún lo amo. Pero ahora, destrozada y con las manos vacías, es cuando me percato de que no todo son cuentos de hadas ni finales felices sino que el amor tiene dos caras y en una de ellas puedes sentirte la persona más desgraciada. Las personas se acaban cansando, sí, lo sé. Pero esa escusa solo me hace pensar que lo que he vivido junto a él ha sido un gran engaño. Todos los recuerdos juntos, sus dulces besos, esas caricias, los cálidos abrazos, todo mentira. No le culpo a él, sino a mí, por haber permitido que el amor me cegara tanto. Hay personas que dicen quererte pero hacen de todo para perderte, Ahora solo sé que no miraré atrás para no recordar un corazón que no me supo apreciar.

Bienvenido al juego.

Cuatro paredes. Cuatro paredes que me rodeaban sin puerta ninguna, ya que por la que entré había desaparecido. Encerrada y presa de una terrible ansiedad por salir, miraba a todos lados buscando algo, una ventana, un conducto del aire, una salida… ¡Nada! No tenía escapatoria, Mis lágrimas caían mientras el corazón latía cada vez más y más fuerte, debido al agobio que sentía por no poder salir de ese claustrofóbico sitio. Cuando me tranquilicé, observé la habitación con detenimiento y pude fijarme en que el suelo lo componía un juego de azulejos cuadrados azules, negros y amarillos. También descubrí estanterías con algunos libros cubiertos por una espesa capa de polvo, una silla de madera raída, unos cuantos mapas, etc. Pero lo que más llamo mi atención, fue un sobre blanco que había a mi derecha sobre una antigua mesita. Lo cogí en mis manos y leí: “Bienvenida al juego. Si deseas salir de aquí haz lo que se te pide en el interior de este sobre.”
Impaciente abrí el sobre y saqué una pequeña tarjeta que decía: <>
Miré hacia abajo. El suelo parecía un tablero de ajedrez gigante, donde los azulejos azules y negros eran mucho más abundantes que los amarillos. En realidad, eran tan numerosos que era imposible atravesar la sala sin pisar un cuadrado azul o negro. Volví a mirar la tarjeta y se me ocurrió una idea. Ya que no sabía hacer el pino, que hubiera sido una buena solución, apoyé las rodillas y las manos sobre el suelo y levanté los pies. Así, gateando y orgullosa de mi ingeniosa idea, crucé la habitación. Cuando llegué a la pared de enfrente, apareció una niña de pelo oscuro, ojos claros y tez pálida, la cual no conocía pero me dirigió las siguientes palabras:
– Enhorabuena, si has llegado hasta aquí es que has superado la prueba. ¿Cómo lo has logrado? ¿Te has dado cuenta de que los azulejos no eran cuadrados sino rectángulos y has pasado caminando como he hecho yo?
– En ese momento, cuando pensaba haber hecho el tonto ensuciándome el pantalón pudiendo haber caminado con normalidad, sonó la alarma de mi reloj, la cual me despertó.

Punto de vista colorido.

Lunes 22 de Abril de 2013, un lunes mas que me paso en casa, aburrido, se podría decir que ha sido un día color blanco. El sol ha brillado en este día tan caluroso, como si de un pequeño punto amarillo entre una gran manta azul se tratase.
Ahora me encuentro rodeado entre la negra oscuridad de la noche esperando a la llamada de mi madre para la cena.
No se que me espera en lo que queda de día, pero tengo la verde esperanza de que suceda alguna pequeña anécdota en este día tan intrascendente.

Tecnocomunicación.

Estamos encerrados en un mundo donde la tecnología es la base de la comunicación. Los grandes avances tecnológicos han hecho que nos podamos comunicar mediante nuestros teléfonos móviles lo que ha hecho que perdamos contacto con los demás.
Antiguamente, según cuentan los padres, los amigos se reunían todas las tardes para hablar, jugar, etc. Ahora solo quedamos una o dos veces a la semana. Nos pasamos las tardes con nuestro teléfono móvil, no nos hace falta salir a la calle para comunicarnos, en un simple aparato lo tenemos todo.

Verde y Blanco

Tuve curiosidad al ver aquella humilde tienda, rodeada por locales vacíos, en las que, seguramente, hubo empresarios novatos empezando negocios que, finalmente, fracasaron y fueron sustituidos por las pintadas actuales que habían en la pared. Estaba llena de colores oscuros, como si la noche viviese allí durante el día, se pasase en el cielo desde las nueve de la noche hasta las seis de la mañana, y regresase a esos ladrillos. Me acerqué para verlos mejor. Abundaban palabras, y por el color de la pintura, las habrían echo hacía tiempo.

Después de haber observado por el cristal rallado del escaparate, me decidí ha entrar. Tenía una de esas campanillas a lo alto de la puerta, que las hacían sonar cada vez que abrías y cerrabas la puerta. Estaba sucia por los años, o tal vez desgastada por la gente que la visitaba. En su época, tal vez fuese una de esas campanitas de un color dorado como los rayos de sol.

Busqué alguna señal de vida, pero no hubo suerte. Estuve mirando lo que había en la tienda, ya que por el escaparate no pude ver nada. Era una tienda de discos antiguos. Los Beatles, los Rolling Stones, Frank Sinatra, …. No podía creerlo. Estaban un poco raídos, pero aun así eran de gran valor musical. Me dí la vuelta, para ver que más podía encontrar, cuando un hombre salió de la nada. Era bajito, un metro cincuenta. Llevaba unas gafas finas y diminutas, ocultando unos ojos castaños, como la tierra mojada. Su piel era bastante pálida, quizás se pasaba todos los días trabajando en la tienda, aunque no fuese nadie.

– ¿Puedo ayudarla, señorita?

-Sí, me gustaría saber que discos tienen, aparte de los que están en esas tres estanterías.

– Me temo que son las únicas que disponemos. Esta tienda no ha tenido tanto éxito con la música y, como sabrá, estamos un poco desfasados.

– ¿Y como puede mantener la tienda? Si no tiene clientes…

– Los tenemos, pero no vienen aquí por la música, sino por los libros.

– Vaya, pues fue listo al buscar otra alternativa, y más si le va bien.

– Fue idea de mi esposa, que en paz descanse. Falleció hace tres meses, pero yo siempre hablo en plural. Parece que todavía está aquí. ¿Sabe? La tienda era suya, y sigo cuidando de ella como si fuera mía. Bueno, ¿quiere algo, al final?

– Sí, creo que sí. Quiero un libro, y quiero que usted me aconseje.

Nos fuimos a la vitrina que tenía detrás del mostrador. Ésta estaba  igual de rallada que el escaparate. Sacó una llave negra, a la que encajaba perfectamente a la cerradura de ésta. Metió su mano con extrema delicadeza y sacó un libro. Era verde, como un bosque de pinos y robles, y blanco, como la luna llena. Lo cogí y leí el título: «Ventanas que chocan con cosas por el viento.»

 

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