Al final todo va a salir bien.
Roberto y Alejandra estaban sentados en el parque, uno enfrente del otro. Los dos cabizbajos y distantes, nunca llegaban a mantener contacto visual mientras trataban de entablar una conversación y hacer como si la noticia que él acababa de recibir no les afectara.
-Bueno… ¿y que has hecho hoy? – Preguntó él intentando romper el hielo.
-Pues nada… solo…mirar el cielo, parece que va a llover… ¿no crees? – Intentaba seguir el ritmo de la conversación.
-Sí, las nubes tienen un aspecto terrorífico, ese gris intenso no da buena espina. A mí los días así me gusta más pasarlos en la cama, viendo una película como hacíamos en invierno.
-Mira Roberto, no puedo hacer como si todo fuese bien- En ese momento Alejandra levanta la cabeza y rápidamente busca los ojos del chico, que esta preocupado por lo que le va a decir.
Alejandra continua: – Te vas a Berlín en dos semanas, así sin más. Yo no se si estoy preparada para una relación a distancia, pero solo pensar que te voy a perder por mis dudas me hace sentirme aún peor. Solo quiero saber que es lo que quieres tú y que piensas hacer cuando te marches.
-Yo no quiero dejarlo, es lo último que se me pasa por la cabeza ahora mismo. Prefiero extrañarte dos años y saber que a mi regreso estarás aquí, que ver como rehaces tu vida con otro que no sea yo…Eso, me mataría por dentro.- Dijo ya con la voz temblorosa pero sincera.
– Te quiero Roberto, no me importará esperar. Solo deseo que todo acabe bien.
A lo que Roberto ya sin duda alguna, con el rostro esperanzado y una sonrisa kilométrica le dijo: -Al final todo va a salir bien. Y si no ha salido bien, es que todavía no es el final.
Alejandra siente el impulso natural de besar a su novio, al que deja marcado con su labial favorito de color cereza. Ese día tomaron la mejor decisión de sus vidas, pues quince años después siguen queriendose como si fuera la primera vez.