Amor adolescente

Él, mi primer amor. Me refiero a esa persona que con una mirada me enloquecía, con una sonrisa me mataba y con un simple beso conseguía detener el tiempo. No exagero. En los dieciséis años que llevo en este mundo nunca había sentido nada igual. Temía que las cosas cambiaran y que, en cualquier momento, él desapareciera de mi lado. Era la persona que me hacía sentir única y especial, como una princesa. Dejé de lado a muchas personas queridas por él. Lo cuento en pasado, pues no pensé que al apostar todo por alguien, en un futuro puedes quedarte sin nada.
Ahora he descubierto que no todo amor es duradero. ¿Podría decir que era mi vida? Tal vez, probablemente, ¿qué lo amaba? Por supuesto, es más, aún lo amo. Pero ahora, destrozada y con las manos vacías, es cuando me percato de que no todo son cuentos de hadas ni finales felices sino que el amor tiene dos caras y en una de ellas puedes sentirte la persona más desgraciada. Las personas se acaban cansando, sí, lo sé. Pero esa escusa solo me hace pensar que lo que he vivido junto a él ha sido un gran engaño. Todos los recuerdos juntos, sus dulces besos, esas caricias, los cálidos abrazos, todo mentira. No le culpo a él, sino a mí, por haber permitido que el amor me cegara tanto. Hay personas que dicen quererte pero hacen de todo para perderte, Ahora solo sé que no miraré atrás para no recordar un corazón que no me supo apreciar.


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