Él era blanco como la nieve, ella morena como el café. Él era rubio como el oro, ella tenía el pelo negro como el carbón. Él tenía los ojos azules como el cielo, ella los tenía de color miel intenso. Él era inocente como un bebé, ella astuta como el demonio (quizás porque era él). El corazón de él era enorme como un vagón de un tren, ella simplemente no conocía esa palabra.
Los dos pasaban todo el día mirando a través de dos grandes cristales redondos, escuchando mediante dos grandes cuevas y así intentando convencerle. Él le aconsejaba actuar con honestidad y bondad; ella aconsejaba todo lo contrario, actuar con maldad y venganza. Los dos intentaban convencer al inquilino, pero este nunca hacía caso solo porque él y ella discutian todo el día. Él se llamaba Horosho, ella Zlo. Él era un ángel caído del cielo, cuya misión era que David actuase con humildad; ella era un demonio subido del inframundo, cuya misión era que David hiciese el mal y poder dañar a mucha gente.
David estaba perdido en su día a día sin saber muy bien que hacer, pedía consejo pero Horosho y Zlo pero solo se contradecían y gritaban tan alto dentro de su cabeza que lo único que conseguian era que le doliese. Zlo veía a través del cristal, pero no era un cristal claro, era rojo como la sangre, su nombre era Maldad. Horosho tampoco veía todo claro, lo veía todo a través de un cristal rosa como una alejandrita, se llamaba Benevolencia.
Los dos tenían como misión hacer que David tomase la desisión más adecuada, claro, cada uno defendiendo su ideología. Era la típica batalla entre el bien y el mal, y como no, en el medio los humanos. La verdad es que David hace mucho tiempo no estaba bien, había hecho caso a Zlo y ahora iba mal en los estudios; pero eso no fue el detonante de su desesperación. Todo empezó hace 1 semana cuando Magda le dejó, él le echo la culpa a Horosho y Zlo, lo que hizo que entre ellos dos las peleas aumentasen.
En la cabeza de David solo habían gritos, y así no se podía tomar una desisión, ¿volver o no volver?, ¿qué hacer?. Estaba bastante mal y esos dos solo peleaban y peleaban. Hasta que un día David gritó delante del espejo: «o os callais o os hecho fuera de mi mente porque vuestro cometido es ayudar no empeorarlo todo».
Fue entonces cuando comprendieron que habían olvidado el motivo por el que estaban en un inquilino, convencer. Pero los dos dieron ideas tan contrarias que David no pudo elegir ninguna así que les volvió a amenazar con echarlos. Entonces Zlo y Horosho hicieron un pacto, decirle una idea ni tan buena ni tan mala para que estuviese contento, solucionase sus problemas y no les echase. Increíble, era la primera vez que el bien y el mal se aliaban en el terreno de juego, las cosas habían cambiado, el mundo no era el mismo.