Solo apariencia. Estar feliz es sinónimo de no estarlo. Cada vez que te miraba sentía que algo se quemaba en mi interior y el rojo fuego, avivándose lentamente, iba borrando lo que quedaba de mí misma. Cabizbaja enfrentándome a un mundo extraño y horrendo, muy distinto del que creía verdadero. Cada palabra perdía su significado en tus labios, tan brillantes y serenos. Porque ya no podía con mis pensamientos, por eso y mucho más los deje reposando en tus ojos verde primavera, en tu cabello azabache y en tu dulce sonrisa.
Solo apariencia. Te quería aunque no lo demostrase. Vagando por las calles sin rumbo, perdida. Preguntas de las que ya sabía la respuesta y aun así tenía la esperanza de que estas salieran de ti.
Una semana antes en cualquier banco de la ciudad
– Lo siento, no puedo parar de pensar en que es lo mejor. – Dijo con la mayor brusquedad del mundo, aunque a mí no podía engañarme.
– Tu rostro cenizo me revela tus verdaderos pensamientos.
-Es una decisión rotunda
– Entonces, ¿esto es un adiós?
– Me temo que sí.
Recuerdos. Recuerdos de aquel día gris donde todo estaba fuera de lugar. Donde los pájaros no cantaban su alegre sinfonía ni los peces nadaban en busca de alimento bajo el sol de la tarde. Pero ahora encuentro sentido a todo lo dicho entonces, y no me parecen tan inocentes tus palabras, tus sentimientos, incluso tu rostro. Ahora los recuerdos ya no me parecen un lastre, no me hacen sentir airada, y no lo harán nunca más.