La felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz.
He escrito los versos más profundos que salen de este corazón con el dolor de las uñas, con la tinta de lágrimas y con el papel en blanco del alma, vacía. Poco a poco se ha llenado de los tormentos que abundan por mi ser, y de pequeñas gotas de agua saladas cargadas de sentimientos que salen del infierno de mi vida. Y si los tuviera que leer ahora, lo haría con la voz apagada, como tu amor; con la mirada perdida, como nuestra historia y con los labios temblorosos, como el surco de aquellos escalofríos que sentía cuando me besabas. Pero yo seguiré, y seguiré escribiendo sobre amor, desamor y todo lo que conlleva, porque a mí las palabras se me encajan en el corazón y las miradas en la razón. Esta noche oscura, mi corazón no entiende de razón; y mi alma solo entiende patrañas. Lo más triste de este frío invierno, es que para mi lo único que me da paz, es estar juntos. Pero ya ves, el destino decidió separarnos y si un día quiso juntarnos, fue por algo; aunque ahora mismo lo único que esta junto en mi vida es el dolor, se acumula en el pecho, cómo no, al lado de muchos recuerdos y ya, a estas horas, ningún amor. Ahora solamente y con deprimente vehemencia está separada la palabra «enamorado» de mi impertinente ilusión. Issa.