Una tarde en Vegueta

Es un fresco día de principios de mayo, y estamos en la azotea de la Biblioteca Insular, en Vegueta. Desde aquí se oye el viento ulular: <shhhsshh>.

De esta manera, nos es posible notar el pacífico ambiente en el casco antiguo de la ciudad de Las Palmas.
En la Alameda de Colón, una plaza cercana, se pueden vislumbrar unos árboles y algunas palmeras, cuyas ramas se mueven produciendo un sonido similar al de unos folios siendo agitados.

Al pie de las palmeras hay bancos de madera en los que una pareja de enamorados se sienta. Él con una camisa roja y ella con una blusa amarilla, se sienten muy relajados estando rodeados de tanta tranquilidad.

Parecen tranquilos, pero de repente se oye una música extraña, como una marcha fúnebre. Se sobresaltan, aquello es inusual. Ven una silueta negra con un objeto en la mano. El sol la alumbra por fin, y resulta ser un músico callejero que toca el violín. No hay nada que temer.

Un rato después, una vez recuperados del susto, ven a un hombre echándose una siesta reparadora en otro de los bancos que allí había, donde ese señor de aspecto desaliñado y sucio dormía cual lirón. Luego, observan a un niño, que está gritando de alegría y júbilo mientras juega en el parque.

Todos ellos perciben el aroma de unas flores de la amplia calle de enfrente, donde hay un edificio administrativo.

El piar de los pájaros sobre las copas de los árboles da un ambiente más natural a las dos plazas. Pero el olor del petróleo y el ruido de los coches que lo expulsan es lo que lo arruina, ¡es antinatural!.

Se nota el temblor de cada movimiento, sobre todo de los coches y las personas. Tampoco hemos pasado desapercibido el olor de la comida en distintos locales donde se puede disfrutar en compañía.

Repentinamente, se oyen las campanas de la Catedral, que nos apartan de nuestras cavilaciones y nuestras observaciones. Y nosotros, la tribu de escritores, hemos sentido algo tranquilizante aquí arriba, pero lo bueno se acaba ya, pues hemos de despedirnos hasta el jueves que viene.


Comentarios

4 respuestas a «Una tarde en Vegueta»

  1. ¡Hola!
    Ahora, leyéndolo con tranquilidad, está muy bonito, la parte del violinista y la pareja me ha gustado mucho, porque le das un toque diferente y no tan perfecto a toda las descripción del lugar.
    Un besazo !

  2. selegonz.

    Me encanta tu descripción de la pareja y el violinista !! es muy bonito. Enhorabuena, y hasta el jueves !!

  3. ¡Oh! Esta escritora qué edad tiene que está hecha una campeona. Bueno, la descripción de la pareja y el violinista es muy creativa y queda muy bien. Me gustó más la segunda lectura que la primera, es un relato de esos que mientras más lo lees más cosas descubres. Y el uso de muchos sentidos -olores, sonidos, etc.- ayudan mucho a describir tu relato. Muy buen trabajo.

  4. pengodracu@gmail.com'
    Paula Hernández

    Gracias, chicos!!
    Hasta el jueves ;-)

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