Como una flor de un gran jardín, la vida te llevó a conocer multitud de gente. Cada una con sus virtudes y problemas. Y allí estabas tú, una rosa que suspira entre tanta flor ¿Qué te ocurre bonita dama? Sientes el viento marcar tu piel y te atreves a pensar ¿yo deberia estar aquí? Luego, con una media sonrisa en tu rostro, miras a tu alrededor. ¡Oh hado destino! Malvado y maravilloso. Un suspiro te hace sentir, a ti, mi bella rosa y para mi, un eterno lamento, el de un pequeño clavel.
Tristes y sólidas lágrimas que chocan contra el cálido aire veraniego y se desvanecen como los sentimientos amargos que una vez fueron.
-No llores, no te lamentes –solia pensar-no vale la pena por una rosa de jardín.
Pero como en todo, no hay que fiarse de lo que pueda ser. Cuando te volvi a ver, balanceandote con el viento supe algo, no me importaban tus espinas.
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