-Una gran familia de arquitectos, ingenieros, matemáticos, mecánicos…Y esa familia tenía que ser la mía. -Decía Iván entre lágrimas en el suelo de su habitación.
-¿La pintura acaso es tan mala? ¿Es tan malo ser feliz? ¿Si mi familia es feliz por qué yo no? ¿Por qué obligarme a ser algo que no quiero? -Seguía diciéndose a sí mismo.
Su padre al otro lado de la habitación le escuchó, entró y se sentó a su lado en el suelo. Y le dijo:
-Sé que no te gusta pero compréndelo, nos hemos creado esta fama entre todos, ¿no te gustaría estar a gusto entre los de tu propia sangre? ¿Codearte con los mejores de su categoría? Hijo, que somos tu familia y tienes un alto potencial que estas desaprovechando. No te digo que la pintura sea mala pero, seamos realistas, te va a costar mucho para ganarte la vida con ella, ¿no crees?
-Sí, sí tienes razón papá. -Se secó las lágrimas y se le iluminó la cara.
-Ya sabía yo que no nos defraudarías. -le dijo su padre, le sonrió y se fue de la habitación; dejando a Iván solo.
Por la noche, con una pequeña maleta llevando lo esencial (ropa, dinero, etc) y un pequeño bolso lleno de pinceles se marchó de su casa.
-Estaré con los de mi sangre como dijo mi padre, y es que por mis venas corren glóbulos de todos los colores. Conoceré a los mejores artistas del mundo y aprenderé todo lo posible para ser el mejor pintando. -Dijo caminando por la calle mientras se escondía de las luces.
the holstee manifesto
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