Era el día perfecto para salir a tomar el aire: el viento se movía con suavidad y el mundo permanecía levemente callado. Decidí tomar un camino que me llevara por todos los lugares a los que acudía con frecuencia: el parque, lleno del verde césped que era sacudido por el viento, era tan fresco y tranquilizante como siempre; la escuela se sentía demasiado solitaria; el mar permanecía en calma con su salado y constante aroma… Pero si algo noté en todos ellos al alzar la vista, fue el cielo: era el mismo en cualquiera de esos sitios, me observaba y acompañaba sin que me diera cuenta y permanecía siempre del mismo color para mí. El cielo es igual estés donde estés; solo con mirarlo, los corazones de la gente se unen y viven la misma historia, sin importar cuan lejos estén, pues es ese cielo el que nos acoge a todos en su cálido abrazo.
Polaroid – Alzando la vista y encontrando la luz oculta en las nubes
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