Evie Frye

Acababa de despertar de mi sueño, pero su imagen no se iba y no quería que se fuera.

Sólo tengo en mi cuarto una pluma, una vieja y dañada libreta, cuyas páginas parecían ser víctimas de un naufragio, llenas y llenas de lágrimas que hacían correr la tinta, después, una triste ventana que reflejaba los pedestales de “Whitechapel”, tristes y altos, de piedra ya dañada y de olvidado color, y que ahora solo servía de retrete para aves de polvorientas plumas y  carentes de vida, que en mi mente volaban y picoteaban mi cerebro como una manzana caída y podrida en el suelo.

Sólo tengo algo que haga alimentar mi estómago, y permita a lo que queda del viejo Jack recuperar la diferencia entre la realidad y ella.

Por ello, sigo escribiendo, todos los días una página si me siento sin aire, o trece si me siento sin vida,

-¿Qué escribo?, me pregunto, que diréis-

-Sólo recuerdos de un ser que vagaba por aquellas noches,  y que por los días transmitía belleza agridulce al viejo Londres.

Por las noches, arropaba a la luna y creaba las estrellas, que juntas formaban las constelaciones de sus ojos verdes oscuro.

-¿Quién era?, decís-

Algo que no se podía separar ni extirpar del mundo, ni tampoco de mi vida.

Tengo miedo, miedo de olvidarme de ella, antes tenía miedo de que se me olvidara una frase para mis libros, llenos de mentiras e ilustraciones de drama y clarividencia.

Pero la última vez que hablamos, la vez que la perdí, analicé cada detalle de su rostro color pálido con toques rojizos en las mejillas, acompañado de empáticas pecas que me dibujaban una sonrisa en un día de oscuridad y desazón.

Cada minuto era una milésima de segundo al lado de ella, esa era mi maldición, y ahora me arrepiento de no haber tirado el reloj de bolsillo al lago por el que tantas veces habíamos paseado, y reído al son de aquellos que ya habían perdido sus sentimientos.

Ella era, era…..no existe palabra, frase o incluso novela existente en las lenguas, ya sea el edén o la tierra para relatar a la belleza metamorfoseada en una mirada.

Tengo un retrato de esa criatura de los cielos a ras del suelo, protegiendo la puerta de salida, recordándome que no puedo tocar la escalera que lleva al cielo, que tras esa puerta se hallaba.

Era una fuga de gas a punto de estallar por una chispa de fuego, y recorría los cielos creando la ilusión de ser una estrella fugaz, con una sonrisa en el rostro. Yo en los tejados, sentado admirando aquel magnífico haz de luces espectrales y angelicales. Todavía recuerdo la primera vez que me dijo Te quiero, y atado a aquel recuerdo también estaba la última vez que me lo dijo, algo que nadie me había dicho, ni hecho.


Comentarios

2 respuestas a «Evie Frye»

  1. Tiene fuerza. La «fuerza» es, digamos, la energía por las imágenes «violentas», en el sentido de que quedan impregnadas en la mente. Es muy fluido el texto. Veo que el mundo de los sueños te llama la atención, o es tal vez causalidad. A veces pasamos tiempo con una idea rondándonos la cabeza y se relaciona lo que escribimos. Buen trabajo creativo. Me gustan algunas frases en particular, por ejemplo esta del final: «y atado a aquel recuerdo también estaba la última vez que me lo dijo».

  2. Es muy Poe, muy ETA Hoffmann, muy Lovecraft, ese tipo de literatura que habla del amor desde el «dolor» o el sentimiento muy nacido dentro, pero con un aura de misterio, entre tenebroso, espectral y luminoso. Me recuerda a este tipo de autores. Me parece que merece la pena que revises el texto más adelante y ver cómo se cierra en su forma definitiva. A lo mejor no cambia en las revisiones, o sí, eso nunca se sabe. :yes:

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