Airim

Las sensaciones indefinidas que me produce una persona son como recuerdos atados a una lejanía, aguardando el fin de los días lluviosos y las tormentas amotinadas. Ahora, solo mi mente acepta lo que mis ojos ya no veían cuando solo una persona significó tanto para mí, y cuanto desamparo espero encontrar en este viaje, que me conduce por rutas malignas de gran peligro, pero, en el final, aguarda una respuesta, y temo en lo más profundo de mi corazón, que sea la que me aparta de ella.

Una vez me dijiste, que no te importaba mojarte bajo los ojos de las estrellas. En tu altar me postro, y te pido que lo hagas, sintamos la lluvia sobre nuestros amotinados cuerpos, fluir por nuestras venas, y que rebosen de alma limpia los agujeros de nuestros antiguos corazones. Cuando después de una mirada, nos resguardemos del cálido frío, y permíteme tocarte donde la lluvia rozó tu piel, y fundir nuestros sentimientos en un súbito beso que pondrá celoso al divino.

Pero ella no apareció, ella no volverá a postrarse ante los rayos de la luna, para que yo la vea y poemas de su belleza y nuestro amor le recite. Ella nunca más apareció, nunca volvió a dar luz a este siniestro corazón.

Yo la necesitaba, yo la amaba.

Comentarios

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.