¿Otro día igual?

En aquel pasillo no había un silencio normal, digamos que era un silencio doble. El primero era fácil de describir era un silencio apacible y difícil de perturbar,el segundo, un silencio generado por las cosas que faltaban: niños corriendo por los pasillo, profesores riñéndolos…
Contrastaba con aquella atmósfera soporífera y calurosa, pensé yo. Seguí avanzando y un olor delicioso era transportado por una leve y refrescante brisa, llegué al lugar del que provenía: la cafetería que aunque bulliciosa la mayoría del tiempo estaba desierta. Crucé el patio donde por fin vi a alguien, una chica de pelo castaño claro acababa de cruzar la verja hacia la cancha. Fui tras ella pero al bajar las escaleras de después de la puerta un olor acre y a cerrado emanó del baño de los chicos, no le presté mucha atención aunque me tapé la nariz con el cuello de la camisa, también desde el gimnasio escuche el sonido de muchos objetos cayendo simultáneamente, aquel sonido me desconcertó y casi hace variar mi ruta pero con una fuerte decisión continué tras la chica al llegar a la cancha la vi de espaldas, de pronto se viró y con una voz masculina nada propia de ella me dijo:

Esta no es su cama, David.

Era el profesor, me había vuelto a quedar dormido


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