Existió el día en el cual no derramé una lágrima a la fina capa que nos separa de este condenado paraje sombrío. Podría acabar la noche que envuelve tu día, y los hace eternos en el firmamento que se dejo ver destruido por una sombra gritona y acechadora al mandato de la burla nocturna. Hoy rechazamos la noche, y la convertimos en día, hoy todo acaba.
Cuando el chasquido luminoso caminaba por el aire como un desmembrado muerto escandaloso, parecia y creía, que los cristales del suelo eran diamantes, y los muchos otros clavados en mi cuerpo, manchados de fina sangre eran rubíes