Los cuentos de la inocencia III

III.

Aquí llevo caminando ya muchos meses, y las piernas no me duelen, porque las he dejado en el camino, los oídos no me escuchan, pues me los han robado un mirlo, no se me es roja la sangre, hace años que mi corazón se olvido de latir. Ya no tengo ojos, ya o tengo corazón, ya no tengo aire ni inspiración, ya no tengo alma ni furor, ya no tengo rey, ya no tengo ojos azules mirándome, ya no hay aire ni pleitesía, ya no hay orbes de rabia comprimida.

¡Que me quemen las lagrimas!, Que me vomiten los miedos y me degollen las palabras, pues el camino aun no ha acabado, y desconozco cómo podrá terminar.

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