Pierdes.
El aliento, la paciencia, tu tiempo, la concentración, a ella, la razón y el sentido.
Sigues cayendo.
Un acantilado, un rascacielos, una montaña y una catarata.
Vuelves a confundirte.
El hambre, el sueño, el amor, el sexo, la imaginación y la epilepsia.
Y finalmente te rindes.
Sus piernas, sus labios, sus curvas, su interminable melena, su mirada y ella.
Pero recuerdas.
Tu familia, amigos, su cariño, tus chistes, tus abuelos, tu infancia, su ternura, vuestras manos y el tiempo que desperdiciaste sin ella.
Consigues levantarte.
Tu arte, tu pasión, tu vida se somete a tu decisión.
Y vuelves a caer. Pero de esta, no hay marcha atrás.
Adiós.


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