¿Shibas y gatos juntos?
Entré.
Con miedo me quedé mirando todo a mi alrededor, vigilando cada paso que daba. Yo apenas me movía… sentía que solo con pestañear podría estropear cualquier cosa. Él me invitó a sentarme, y tras varios rechazos terminé sentándome en el mullidito y frío sofá.
Ese frío se fue enseguida tras escuchar de nuevo su dulce voz.
- – Y… ¿ahora que hacemos? – Quien diría que de esa frase saldría una de nuestras tontas bromas.
- – N-no se.. ¡Es tu casa, hacemos lo que tu quieras! – me sonrojé y me hice la interesante, como quien acaba de decir algo brillante.
- – Hmmm, pues no tengo ni idea, ¿qué tenías pensado hacer? ¿Para qué quedamos entonces?
- Esa frase me hizo sospechar que él ya sabía algo de lo que quería aclararle esa tarde, pero no tuve respuesta a esas preguntas. Simplemente vi un libro gordito en sus manos y me lo soltó argumentando que quizás leer contabilidad sería divertido.
Le miré, sonreí y agarre aquel pesado libro, ojeé sus paginas y me puse a leerlo seriamente. Realmente quería entender lo que ponía, quería pertenecer a su mundo y entenderlo. Pasó el tiempo mientras afuera no paraba de llover. - – A que no te estas enterando de nada – rió mientras no sabía que hacer, mirando a todos lados, usando el ordenador, inquieto.
Se paró delante mía mientras sonreía tiernamente, y yo, sin levantar la cabeza le devolví la sonrisa y dije:
– Realmente si lo entiendo – levante la mirada, con aire inteligente. - – ¿Ah si? A ver, explícamelo – me miró con ironía, y yo, de nuevo, me sonroje y aparte la mirada.
- – Shh, calla, esto no se explica, esto se aplica.
- – Bueno, ¿y crees que es divertido o nos ponemos a hacer otra cosa? – rió mientras me quitaba el libro de las manos y lo colocaba en su sitio.
Permanecí en silencio, deseando que se le ocurriera algo y dejarme llevar por lo que él dictara, pero volvió esa pregunta que tanto me incomodaba, como si yo fuera transparente: - – ¿Qué tenias pensado hacer hoy? – esta vez me miró mas seriamente.
- – Enserio, lo que tu quieras, no me importa
- – Quieres que nos pongamos a ver vídeos? Puedo conectar el ordenador a la tele y adem…
- -Si! Me parece bien – le corté mientras sonreía.
Pasamos la tarde entera viendo un vídeo tras otro donde reíamos, cantábamos, nos mirábamos…
Cada 10 minutos que pasaba, entre que cogía el mando, me acomodaba, me tapaba con una manta por el frío que hacía fuera.. cada tonta excusa que encontrábamos nos acercábamos cada vez más.
En un vídeo el cual no presté mucha atención nos atrevimos a rozar un dedo con otro, seguidamente, nos cogimos la mano.
Mi corazón se encogió y empezó a latir muy fuerte, ¡eso era una señal!
Mas tarde… me apoyé en el. No recuerdo como llegué a su hombro, tampoco se de dónde saqué el valor para hacerlo, pero lo hice. Él no se que estaría pensando, pero se apoyó en mi cabeza, y a pesar de la incomoda postura que adoptó, no se movió.
Fueron momentos dulces, tan rápidos y tan llenos de tensión y cariño que una no querría que pasara el tiempo.
No hubieron palabras, no hubieron momentos incómodos, solo sonrisas y calidez.
Miré el reloj que tiene colgado al lado de la tele y me alarmé. Quedaban 15 minutos para que tuviera que volver a la fría soledad de mi habitación y aún no le había dicho todo lo que realmente quería. El seguía poniendo un vídeo tras de otro, así que tuve que pararle, a lo que el respondió mirándome a los ojos y preguntándome preocupado que ocurría.
- – Me…. – no quería que fuera algo vulgar, quería que fuera especial, pero no sabía que decir y el tiempo se me echaba encima.
- – Me…….. ya sabes….. – pasaron cinco minutos, ¡solo me quedaban 10!
- – Si lo se, pero quiero oírlo – sonrió cálidamente, y empecé a sentirme idiota.
- – Megustasmuchoytodoeso – ¡lo dije! !Lo solté todo de una vez! Lo conseg… ¿¡PE-PERO QUE ESTUPIDEZ ACABO DE DECIR!?
Rápidamente cogí el primer cojín que vi y me tapé la cara, pero el insistió en que no lo hiciera, apartándomelo. - – ¿Ya estás mas tranquila? – fue lo único que dijo mientras me abrazaba, dejándome con la duda de si eso era o no un rechazo.
- No hubo beso, no se dijo nada al respecto, pero me acompaño cogidos de la mano hasta la parada de guaguas, y nos dimos un abrazo de despedida.
- En ese momento ninguno de los dos pudo imaginar lo mucho que van a llegar a amarse.