Autor: Yamiley

  • Seres etéreos.

    Cualquiera en su sano juicio no podrá negar que vivimos en una sociedad de seres fríos, más que fríos, congelados; más que congelados, gélidos. Personas de cristal, que a la vez son frágiles, fáciles de romper cual hielo. Como la persona cuyo corazón espera sentir esa calidez añorada que un día sintió. Y no es mentira cuando se dice que el amor es reconfortante, para el que lo siente, claro…

    Un abrazo cálido, junto a tu otro par de calcetín o al abrigo de sus latidos irregulares.

    No me culpes por ser fría solo estoy hueca por el vacío que me dejaste. Así que, perdóname por no amarte como es debido, una vez sentido el calor de sus brazos, el deje de un amor abrasador que se ha apagado me quema por dentro. Al fin y al cabo, caí por él y me enamoré. Me enamoré hasta de las letras de su nombre, de sus defectos, de su ternura disfrazada de frialdad. Y es que no sigues igual con el corazón roto.

  • Es curioso…

    Al igual que el corazón es el motor del cuerpo ¿Es la música la sensación del alma?

  • creatividad.

    una chispa repentina

    ilumina tu mente,

    inundando por completo tu mundo interior.

     

  • estado permanente

    Es difícil explicar con una sola frase como me siento.

    Un «estoy bien» no es adecuado y un «estoy mal» no está a la altura. No me malinterpretes, no pretendo ser filósofa ni decir yo solo siento no sentir nada, porque suena hasta cómico. Es gracioso lo triste de la situación y absurdo a la vez, pero claro, siempre mirando el lado positivo. Por eso, aunque todo acabe, he de admitir que puedes utilizarme de ejemplo. Como un mal ejemplo, quiero decir. Porque, amigo mío, la mala suerte me persigue y ya no me abandona. ¿Qué esta bien? ¿Qué esta mal? ¿A quién le importa en realidad? Hay personas que no tienen idea del poder que pueden tener las palabras pero estoy completamente segura de que tú, tan astuto como eras, siempre encontraras esa manera de calarme en lo mas hondo. Porque solo tú puedes hacerme daño, porque solo tú sabes como.

  • Atrapada.

    Era fácil sentirse perdido en un lugar como aquel. Tan fácil de perderse como cuando me desconecto de la sociedad y entro en mi mundo interior. Así de fácil. Todo es verde y tranquilo. Desde luego que no tenía ni idea de donde estaba ni a donde iba, pero era una sensación que me encantaba. De entre los arboles se colaban unos rayos de sol, que apagaban bastante la imagen del camino, pero aun resultaba visible. Doy pasos sin miedo por una senda llena de hojas y me siento libre y despreocupada, porqué ¿acaso no es así como deberíamos sentirnos siempre? Respiro hondo y dejo que el aire de campo inunde mis pulmones. Un gesto tan sencillo que me gustaría guardarlo y reutilizarlo para todos esos momentos de broncas, de no puedo seguir, de me duele respirar, porqué ¿acaso algo tan simple tiene que convertirse en algo tan tedioso? Realmente no tengo la respuesta a nada, yo solo camino, observo y escucho lo que veo por si en cualquier otro lapso de tiempo, no pueda seguir más.

  • Lo importante hay que saberlo.

    Soy de esas personas que lo olvidan todo y me da igual hacerlo. Aunque, parándome a pensar, no sé si logro recordarlo…
    Era una noche fría, que típico, ¿no? Hagámoslo más interesante. Era una noche fría, del tipo que hace que se te congele cada extremidad de tu cuerpo y sientas tener cubitos de hielo en vez de dedos. Así mejor. A mi alrededor, hasta donde alcanzaba mi vista habían luces y luces celebrando el ambiente. Y como no, un gran árbol de navidad con bolas de colorines que se veía desde la otra punta, si lo vi yo desde la distancia que estoy cegata eso significaba que era enorme. No sabía a donde iba pero estaba con él. Apenas habían estrellas en el cielo, ahí arriba se veía todo bastante solitario, no como las calles, que estaban abarrotadas de personas, en un vaivén continuo de compras y rebajas.
    Volviendo a lo que te estaba contando, mis dedos estaban entrelazados, su tacto se sentía cálido y cercano. El aire se sentía cargado y fresco, no como el de las montañas que es tan puro que duele respirarlo…sino, más bien, de ese que esta contaminado pero no lo notas. Lo bueno es que olía a algodón de azúcar y a castañas. Y de repente, el sonido de estallidos inundo mis oídos, ahogando cualquier otro sonido, envolvió mi mundo. Primero confusión y luego lógica. Cuando volví a parpadear ya nada era negro, el cielo dejo de estar apagado.
    Que tremendo error fue mirar su cara en aquel maravilloso espectáculo de colores.
    Su abrazo, hizo que no sintiera más el frío. Sus ojos, brillantes. Y una sonrisa inocente y tierna que afloraba inconscientemente entre sus labios, una imagen grabada a fuego en mi mente y muy a mi pesar, en mi corazón.
    Pero, mientras tanto, tu te aguantas y me lees, mientras yo recuerdo, como una abuelita contando batallas a sus nietos. Que tonta que soy, siempre lo recordare y jamás podré olvidarlo.