Máscaras venecianas
Mi marido, Robert, no les voy a engañar, es un cincuentón andropáusico, de esos que lucen papada y todavía fuman cigarrillos con boquilla, como si en nuestras visitas sociales no se percatara de las etiquetas del momento. Entre él y el espejo hay un divorcio evidente que comenzó cuando, entrados los cuarenta, supo que su estado basal era comer bien[…]
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Gracias por pasarte, la verdad que sentí más que otros que he tenido que te fueras. Ha sido un poco…