El lujo de ser una furcia
-No se asombre -dijo el joven-, tiene usted aspecto de furcia.
-¿Sabe que no me molesta en absoluto?
-¡Debería haberse ido con ese señor!
-Ya le tengo a usted.
-Puede irse con él después. ¿Por qué no se ponen de acuerdo?
-No me gusta.
-Pero no tiene usted inconveniente en estar una misma noche con varios hombres.
-Si son guapos, ¿por qué no?
-¿Los prefiere uno tras otro o al mismo tiempo?
-De las dos maneras.
«El falso autoestop», El libro de los amores ridículos, Milan Kundera.