Las velas y el amor.
Es curiosa la historia de cómo escribí esto. Así en plan película. Una tarde de películas con mi madre. Se acerca la noche y me voy a dormir. Hasta que mi madre entra a la habitación, enciende dos velas y las deja en el suelo.
Las Velas
Todas y cada una de las velas son hermosas. Son la mejor prueba de que en medio de la oscuridad, puede brillar una luz que ilumine todo su entorno. Pero, si nos detenemos y lo pensamos, una vela no tiene la capacidad de encenderse sola. Se requiere de un elemento exterior que saque todo su potencial.
A pesar de haber millones y millones de velas diferentes, todas acaban encendiéndose de la misma manera. Existen velas altas y delgadas, al igual que bajas y gruesas. Las hay también de distintos colores, olores y formas. Pero todas se encienden de la misma manera. Pero, ¿qué es de aquellas que todavía no se han encendido? ¿Acaso es culpa suya? Todavía no se han encontrado con aquello que las enciendan. ¿Y acaso pierden la paciencia? No. Porque saben que llegará el cálido abrazo de una llama, que las amará incondicionalmente hasta que su amor se consuma.
Y es por eso, que toda vela merece ser encendida por el fuego, al igual que toda dama merece ser cortejada por un caballero.