Categoría: Relatos 2015

  • Laura

    Laura, eso repetía el viejo Leopold a todas horas. Balbuceando en su cama enfermo de Dios sabe que, y sin querer comer si no era yo o la enfermera a la fuerza de tenazas en la boca y cuchara en mano.
    Le quedaba poco eso sí. Pero parecía estar muerto ya. Levantándose de la cama con un andar lento para colocarse en la butaca que daba a la ventana.
    Se la quedaba mirando horas, y no pude resistirme a preguntarme, que es lo que miraba con tanta quietud y abstinencia para cumplir cada día aquel rito.
    El doctor Edgar decía que el insomnio que tenía le producía alucinaciones y las ganas de no comer señalaban una fuerte depresión, su falta de habla era agónica.
    Tiempo atrás la casa cobraba brío. Llena de colores en todas sus habitaciones, incluso en el váter. Colocaba sin parar durante todo el día viejas canciones que ya el mundo ha olvidado, y yo le preguntaba quienes eran los que producían aquella melodía. Con ojos abiertos como platos me miraba con una seria cara cómica.
    -¿No sabes quienes son?- Me decía
    Y echaba a reír con una corta risa.
    Después de aquello, me contaba historias de tiempos pasados. De cuando era joven.
    Que tristeza me recorría el pecho saber, o al menos creer que aquellos tiempos no volverían.
    Me intentaba animar pensando que se habían perdido, y que de algún modo, encontrarían el camino para volver a casa.
    Por las noches, abría despacio la puerta de su cuarto, lo suficiente para que solo cupiera mi ojo en la abertura.
    Con la luz apagada le veía con la claridad que entraba por la ventana.
    Sus ojos miraban el techo mientras que sus labios cada cuán tiempo balbuceaban palabras que no oía.
    Un día, mientras le ayudaba a orinar en su cubitera me dijo:
    -¿Qué día es hoy?-
    -Le respondí-
    -Es 3 de Octubre querido amigo-
    Echó un suspiro grave y cansado, como si esperara algo.
    -Acompáñame a la ventana-
    Yo, apoyándolo en mí cumplí con lo que me pidió. Sentado ya, también me pidió que me acomodara.
    Cogí una banqueta que en silencio estaba en una esquina al lado de la gran estantería de su cuarto.
    Al sentarme a su izquierda, vi como miraba la ventana, como siempre, esta vez con una sonrisa, con la mandíbula temblante.
    Entre unas llorosas palabras dijo:
    -Ojalá pudiera acordarme del día-
    Alongué la cabeza y miré por la ventada. A saber qué miraba mi viejo compañero.
    Vi algunos matorrales de un parque alzado entre edificios, un rastro de mar en la lejanía y muchos automóviles.
    -Creo que fue este mes. Sí, la conocí este mes creo-

    Escribí mucho sobre ella, sobre toda ella. Desde sus pestañas hasta el color de las uñas de sus pies.
    Quizás lo hice para que al auto-leerme, pareciera que estuviera conmigo escuchándome. Y la única vez que recé fue para que ella lo hiciera y yo escuchara.
    Porque ella lo merecía. Me castigo pensando que  no lo dí suficiente. Puede que lo suficiente hubiera sido no darle tanto.
    La primera vez que la vi no me llamó la atención, con su coleta y su indumentaria casi siempre negra, con unos zapatos con algo de tacón.
    Cuantas frases secretas repetí por las paredes queriendo que algún día por despiste o fortuna, se parara y las leyera. Me daba igual si sabía si eran para ella. Es lo mejor, creo, que le he podido entregar, todas mis palabras.
    Y una vez, escribí sobre como saltaba por las calles de Triana con el suelo mojado, fue el día en el que los dos íbamos de la mano.
    Tal vez mis palabras no fueron suficiente. Mi madre decía:
    -Dímelo menos y y demuéstramelo más-
    A estas alturas no acierto en saber, si hice caso omiso a aquella frase que me repetía.
    Era tan hermosa, tanto que creía no serlo y se lo acabó creyendo. Y cuanto más se lo repetía se enfadaba más conmigo, pero nunca me negó una sonrisa.
    A veces la ocultaba durante un tiempo para hacerme sentir triste. Pero cuando reía, por Dios, que yo también respondía.
    Aquel amor iba y venía, ni se si para bien o para mal, pero siempre encontraban mis sentimientos la ruta perdida que me llevaba a un lugar donde todo para mi era el mundanal placer de estar vivo.

    Llegué a tal punto que, cuando estaba con otra mujer, al pasar los días las dejaba, no era porque me aburriera, si no que no creía poder estar con otra persona, solo me gusta ella.
    Para mi, sus abrazos y besos en la mejilla solo eran la redonda cúpula interior de los cielos. Y aun cuanto más me esforzara en un beso que ocupara más allá, no me importaba, su cualquier tacto era recompensa suficiente. Cuantas veces me dijera «te quiero», nunca fue en el sentido en el que yo lo sentía.
    Aguanté como Dante, sus flirteos y a sus amados, cayéndome pero sabiendo que estaba feliz, y eso era todo lo que pedía. Su felicidad.
    Por cuantas más heridas que me hiciera me daba igual. ¿Por qué la piel rota se cose y no se besa?.
    Laura, el perfecto ser jamás descubierto, la ninfa que bailaba con la cabalgata de Wagner a sus orillas.
    Toda una vida ha pasado, y nada más siento, que el no haberle escrito el poema más bonito del mundo.

    En aquel instante, todo se calló, miré a mi viejo y decrepito amigo. Inmóvil en su  butaca, con pocas lágrimas (las últimas que le quedaban) cubriendo su descenso.
    -¿Leopold?, ¿Leopold?-
    -Le dije-
    Silencio, nada más.
    Adiós, amigo mío.

    El entierro fue al día siguiente, siguiendo las directrices que el anciano había dejado por escrito.
    No fue mucha gente al entierro. Yo, el doctor Edgar, la enfermera Christie y otros 3 individuos que no conocía.
    Me aseguré que se siguieran las pautas que había marcado mi buen amigo.
    En un cementerio, en un pequeño terreno vallado con el material más económico, y sobretodo sin ninguna lápida, sin sombre ni apellido, sin fechas, sin ninguna frase para recordar.
    Eran las 4:30, el cielo estaba gris, con un suave viento que no se llevaba la tristeza del momento.
    Miré a ambos lados, y ni rastro de Laura.

    ~Jack Martin Thomas~

  • Pues fingiendo, fingiría no haberte amado

    Algo le pasa a mi cabeza, ya pienso que todo lo he olvidado, que todo fue hace mucho. Hace mil años pensaba en todo, en aquello que me parecía digno de cuestión.

    No soporto que la acción pasada quede sin pensar, puede que ese néctar fuera fruto de mis delirios, entonces, ¿Estoy loco, distraído, ebrio o desangrado?

    Ya no se lo que digo, no siento correr el aire que transporta las palabras densas por mi oído, mis ojos ven desde la mirada de otro que me arrebata la vida.

    Siento, y doy fe, de que no soy el mismo, no soy el viejo poeta que veo cada mañana en el espejo, con su alegre melena cana y sus dientes perforados recopilando una sonrisa.

    No hay mas burda sensación y creencia de ser feliz y descontento al acabar el día, pensando que al dormirte no volverás a despertar, y a la mañana siguiente crees que todo fue y solo fue, nada mas que una mentira.

    ¡Que dolor tan absurdo y antimelancólico es este!, cuan arrepentida es el recuerdo de mi acción nefasta, de mi fatal error ante la vida y el alma humana tras caer en una epidemia de sueños irreales, que dudamos si son verdad.

    Pues este pensamiento está ahí, en mi vacía cabeza antes llena de librerías, pero no lo veo, y hace su puesta en escena en mis ratos de evasión por doctrina que me ejerce.

    No mamemos más del pesar de la tranquilidad, ser nervioso y adicto a este falso buen vivir, pues ni Sade es tan libertino con la enfermedad que padezco.

    La realidad ahora parece un cuadro que se mueve.

  • Los infortunantes racimos de pieles

    El cielo se pierde, los pájaros cantores risueños se despiertan de su densa siesta al abrigo de la paja y las ramas.

    El aire se escarcha, pues la podredumbre deja existir los campos de zarzas rojas y de la peste del pestifero. ¿Acaso estas gentes no temen el frío?, alzarprimar, !oh! vuestras viles pieles y horcas, que el frío de la helada no queme con mirada fija los corazones despojados de hogar cómodo, que no queme con vejez y sequedad agrietante ¡oh! sus sentimientos incurables.

    Fundo este valle se adentra hacia la brumosa niebla del horizonte, el ambiente que antes era robusto, se torna en un viaje de terror con la brillante sangre que guardan los grilletes de las zarzas rojizas, y los espacios negros que surgen en la niebla, dando a la imaginación la absurda idea de que un telón aguarda su alzamiento tras aquel muro de soledad blanca, para dedicar una obra sádica y burlesca.

    Se despoja de su sayo de plumas un pájaro, posado en un árbol quemado por el alcohol derramado entre sus raíces.

    Parece una criatura pidiendo auxilio, y tras de el habitan una quincena de más de esos seres rellenos de ceniza coagulada que exprime el bienestar de estos nuestros campos.

    Cambiad mareas que inundan nuestros caminos.

    Arribad vientos, llévense presto la niebla secreta con sus burlas.

    ¡Oh!, podredumbre, campesinos, arrebatad la tierra a la raíz de la sangre, con acheta en mano despodadla de púas, sus flores y oxigeno cual marchita, que muera, que se juzgue, que se retuerza muerta la zarza roja.

  • La gran belleza

    Ignora nuestra presencia, dedíquense súbitamente al placer mundanal de la carne.

    Muérdanse, pellízquense, expulsen gemidos que hagan latir los tímpanos.

    Sean humanos por un momento y olviden el tiempo, la existencia, las miradas criticonas faltas de este pecado carnal lleno babeante placer.

    Retuerzanse en el lecho a la luz, pues esconderse no deber, tienen que verse, mirarse, saber la reacción de la  piel al pasar la mano por los artilugios lujuriosos.

    Observa  sus ojos, ve como sus pupilas se disipan.

  • Un abrazo enorme a todos los chicos del Isabel de España

    ¡Chicos! Positividad. Sentimientos y emociones positivas. Estamos en contacto. Un abrazo a los 38, y en especial a los del grupo que tanto esfuerzo han realizado para promocionar el taller.

    Aquí os dejo este vídeo sobre cómo ser creativo. El final es una de esas lecciones que doy en clase, les suena, ¿verdad? Jajaja. Abrazos. Estudiar y sacar las asignaturas, la PAU, es importante: para ser creativo necesito tener conocimientos. ¿Cómo puede ser creativo un empleado de Google… si no es experto en ingeniería, informática, publicidad, etc. primero?

    Recordad si queréis hacer el experimento

    del primer vídeo: cambiar el vino por AGUA.

    (ni Coca Cola ni zumos industriales, habéis visto la cantidad de AZÚCAR que tienen, NOCIVA PARA LA SALUD?

    :-D

    Y para los amantes de los libros (para todos nosotros)… :-D

  • Hasta siempre, escritura creativa

    Un cachito de cielo fue lo que me encontré hace casi 4 años cuando llegué por primera vez.

    Y, aunque en esa ocasión no me quede todo el taller, los años posteriores me descubrieron el resto de ese cachito de cielo. Expresarse libremente, liberar todo lo que tienes reprimido, esas divertidas clases que nos descubrían cada vez más… este año tenía el desagrado de que sería el último aquí, sin embargo, fue el pasado. Quería comprometerme este año, decir «es el curso más duro, pero el último en el que podré disfrutar esta experiencia» pero esa determinación no sirvió para nada. La decisión de no apoyar el taller, de cortarnos las alas, la de limitarnos al pensamiento que nos inculcan en las clases, quien haya hecho eso merece que caigan sobre él todas las flechas de los soldados de todos los reinos, que le abrasen las llamaradas de mil dragones, que experimente la pérdida de sí mismo y se sienta desolado. A aquél, o aquellos, que han tomado esta decisión, gracias por alejarme de este maravilloso cielo.

    Y, de todo corazón, gracias a Julio y a todos mis compañeros, por haber hecho de estos años los mejores aprovechados de la secundaria.