El Intercambio
Que Clint Eastwood es uno de los grandes actores y directores de la historia del cine, un clásico vivo, es indiscutible. Su forma de rodar y construir sus historias recuerdan a los de los clásicos: sencillez en la puesta en escena, insinuar más que mostrar, mira dramática, veracidad y huida de lo fantasioso y lo superfluo que desorienten sus historias. Porque Eastwood me recuerda a John Ford.
Aunque con ecos de Million Dollar Baby o Mystic River, la película no está tan hilada como en las dos obras maestras anteriores, pero la cinta resulta, como dicen los buenos jugadores de ajedrez, que posee una apertura sólida, consigue jugadas brillantes y aunque el remate final no es virtuoso, sí que completa una partida llena de momentos emocionantes y perdurables.
Angelina Jolie está mucho mejor -a mi gusto- de lo que la crítica dice sobre su actuación, entregada por completo al personaje y sin caer en la cursilería y el llanto desmedido -la dirección de actores de Eastwood, de nuevo, fundamental para una actriz que comenzó su trayectoria ilusionando y se ha perdido en proyectos demasiado comerciales y explotando su lado sensual-. Pero es que, además, John Malkovich está increíble, dotando a la cinta de su personalidad y carisma. Si a esto le unimos la banda sonora, el vestuario, la fotografía que capta todo e ilumina con planos de gran impacto visual y que amplifican el argumento, ¿qué más se puede añadir?
Eastwood nos ofrece más de ese mundo real y descarnado, sin hipérboles ni recurriendo a trucos de sensiblería barata, que rodea la vida del hombre contemporáneo, da igual que sus últimos trabajos se trasladen en el tiempo. Vale la pena pasarse por el cine -aunque sea online– a ver El intercambio y paladear este agridulce postre que nos ha preparado el bueno de Clint (el feo y el malo eran Elli Wallach y Lee Van Cleef).
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