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Tranquilamente, Kenneth Rexroth
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Poema sobre la puntuación, 1905
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8 Reglas sencillas para escribir poesía
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En realidad no eres escritor: sintomatología
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Sintomatología de los solteros
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Una mujer se recogió el pelo
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La vida roja
8
La belleza del cuerpo
9
Las noches de Caibarién
10
Oír la ola distinta

Tranquilamente, Kenneth Rexroth

Tendido tranquilamente junto a ti, Mi mejilla contra tu firme, quieto muslo, La callada música de Boccherini Bañándonos en la quietud, Mientras el sol abandona los altos de la casa y se aleja Por el Pacífico, en calma – Tan calmado se mueve el sol sobre nosotros, Tan calmado como siempre, Tan calmados, nuestros cuerpos, agotados Por el tiempo y[…]

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8 Reglas sencillas para escribir poesía

Enseñar a escribir bien es difícil, y en especial cuando tú mismo has comprobado la difícil tarea que es escribir un buen poema. La pregunta que me he hecho es: ¿cómo escribir poesía? No soy un poeta experto; soy un escritor especializado en narrativa, pero que empezó -y sigue esporádicamente- con la poesía. Además, soy profesor de Escritura Creativa, así[…]

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En realidad no eres escritor: sintomatología

En realidad no eres escritor. Tú crees que lo eres o que lo quieres ser, que es bien diferente. Sufres una sintomatología que se ha transformado en pandemia. En primer lugar, padeces la fiebre del oro de esta época postmoderna, en la que ser escritor está más que bien visto; posee una gran visibilidad y respeto social: ¡Oh, eres escritor![…]

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Sintomatología de los solteros

Una mujer se recogió el pelo

Una mujer se recogió apretado el largo pelo negro y violineó música de susurros en esas cuerdas y murciélagos con caras de niñitos en la luz violeta silbaron, y agitaron las alas y reptaron cabeza abajo por una pared ennegrecida abajo y patas arriba en el aire había torres repicando campanas reminiscentes, que daban las horas y voces que cantaban[…]

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La vida roja

Esta mano viviente, ahora cálida y capaz de dar un apretón honrado, si estuviera fría y en el silencio helado de la tumba, tanto rondaría tus días y refrescaría tus noches de sueño que tú desearías que tu propio corazón se secara de sangre para que la vida roja corriera de nuevo por mis venas y tu conciencia volviera a[…]

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La belleza del cuerpo

Cuéntase de la primera mujer de Adán, Lilith, (la bruja a quien amó antes de recibir el regalo de Eva) que sabía su lengua engañar antes que la de la serpiente y su pelo embrujado fue el oro primigenio. Inmóvil permanece; joven, mientras se hace viejo el mundo; y, sutilmente contemplativa de sí misma, hace que miren los hombres la[…]

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Las noches de Caibarién

Una noche en un camarote en Las Palmas…

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Oír la ola distinta

OÍR LA OLA DISTINTA El ruido que hace la ola esta noche no es el que se ve. Se ve romper encrespada (en ella misma), ola que bate el infinito. Pero yo que vengo caminando frente a ella, que la oigo, que la sé, parece que me dice en su arboladura floreal y por la arquitectura de su espuma que[…]

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