CategoríaRelatos

Textos escritos por mí: libros, relatos, etc.

1
Y cuando se cae Facebook, qué
2
Quien no se consuela
3
A toda la gente buena del mundo
4
Las aventuras de Chloé II
5
Las aventuras de Chloé
6
Tú sabes cómo
7
Máscaras venecianas
8
Zumo de limón
9
La página tres
10
Como esperando abril

Y cuando se cae Facebook, qué

No sabes con quién duermes, nunca lo sabes, y con el entrenamiento adecuado te da absolutamente igual porque ya has conocido lo peor tantas veces, tantas noches de follar con mujeres de toda condición y sujetadores tan feos, pero lo malo de verdad es hacerte la pregunta a esas horas. Estabas tan a gusto después de una noche de sexo,[…]

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Quien no se consuela

La última vez nací en Escondido, California, en 1888, de descendientes de Pedro de Alvarado y esto, que haría desgraciados a tantos hombres, a mí me hizo feliz. Dejo, por mala costumbre, las cartas y los pensamientos sin firmar; como no he lanzado mi nombre al viento, nadie me invita a su hogar, por lo que no frecuento amistades.  Y[…]

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A toda la gente buena del mundo

Gracias a todas las personas, de la especie animal, vegetal o mineral que me han apoyado y ayudado desinteresadamente a conseguir la presentación de mi libro A través del espejo en el lugar donde yo quería la Sala San Martín, en el barrio histórico de Vegueta y a la generosidad y disposición de Carmen Márquez dra. y profesora de la[…]

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Las aventuras de Chloé II

Los cromados habían hecho furor el último verano, así que aparecían, en un alarde de aburrimiento, en las largas filas de coches del aparcamiento subterráneo. No se escuchaba un ruido; si avanzamos desde la salida y nos adentramos sin miedo en la garganta, pues ya está avanzada la madrugada, escuchamos el frotar chillón de los neumáticos contra el cemento, casi[…]

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Las aventuras de Chloé

Chloé, una pelirroja a la que la naturaleza le había dibujado una sonrisa tan acaramelada como la de Regina Spektor, balanceaba graciosamente un pierna sobra la rodilla de la contraria, ensimismada en esas rutinas enojosas de su cotidianidad. La devolvió al mundo real el tintineo de la cucharilla contra la taza que depositó el camarero en su mesa. Miró aquella[…]

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Tú sabes cómo

La ventana la habías dejado abierta. Me fijé al pasar por debajo de tu piso, tras salir a toda prisa del trabajo, «A las 2 te digo», me habías escrito en el mensaje, y muerta de hambre y engullendo un croissant, con el bolso y las carpetas agarradas como podía, parecía una loca de esas que solo vive para trabajar…[…]

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Máscaras venecianas

Mi marido, Robert, no les voy a engañar, es un cincuentón andropáusico, de esos que lucen papada y todavía fuman cigarrillos con boquilla, como si en nuestras visitas sociales no se percatara de las etiquetas del momento. Entre él y el espejo hay un divorcio evidente que comenzó cuando, entrados los cuarenta, supo que su estado basal era comer bien[…]

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Zumo de limón

Fue en la noche del equinoccio de primavera cuando me di cuenta. Los faros de los coches revelaban la arquitectura de camuflaje del hacedor, como cuando los espías revelan la clave escrita con zumo de limón con el calor de una cerilla. La ciudad ocultaba una hiperrealidad expresionista en aquella locura de focos que agujereaban la ciudad a ritmo de[…]

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La página tres

Pudiera parecer una pesadilla producto de una mala digestión. Tengo el estómago delicado y en estos últimos meses, por recomendación de mi médico, he apartado las especias, las mayonesas y el mojo picón. Como soy ingeniero de perforación y me paso casi todo el año fuera de casa, mi mujer ha desarrollado la teoría de que no es improbable que[…]

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Como esperando abril

Cuando pasas la tarde de primavera y estás sentado sobre el borde del parterre, tallando el trozo de madera con una navaja vieja y afilada que has encontrado en el cuarto de aperos, estás tan concentrado en la tarea que ni reparas en la posibilidad de cortarte.  Si alzas la vista, aprovechando que secas unas pocas gotas del sudor que[…]

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