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1
En realidad no eres escritor: sintomatología
2
Como esperando abril
3
Burocracia, Tenacidad
4
Pon un maestro zen en tu vida
5
El cuentacuentos llegó
6
El camino de baldosas amarillas
7
El dongo del fraile
8
Decálogo del perfecto cuentista
9
Érase una vez que se era
10
Cuentos de verano: La bomba va a explotar

En realidad no eres escritor: sintomatología

En realidad no eres escritor. Tú crees que lo eres o que lo quieres ser, que es bien diferente. Sufres una sintomatología que se ha transformado en pandemia. En primer lugar, padeces la fiebre del oro de esta época postmoderna, en la que ser escritor está más que bien visto; posee una gran visibilidad y respeto social: ¡Oh, eres escritor![…]

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Como esperando abril

Cuando pasas la tarde de primavera y estás sentado sobre el borde del parterre, tallando el trozo de madera con una navaja vieja y afilada que has encontrado en el cuarto de aperos, estás tan concentrado en la tarea que ni reparas en la posibilidad de cortarte.  Si alzas la vista, aprovechando que secas unas pocas gotas del sudor que[…]

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Burocracia, Tenacidad

1. Burocracia. ¿Me sorprende el sistema burocrático de este país? ¡No! Que la justicia ande como ande, por ejemplo, no es ninguna casualidad si tenemos en cuenta, entre otros factores, el subdesarrollo tecnológico del que adolece. Sin embargo, ¿por qué un viejo mecanismo de poleas y engranajes particulares, con sus secretarios, bedeles y correveidiles, accionados por escrupulosos funcionarios, instaurado desde[…]

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Pon un maestro zen en tu vida

Cuenta la historia de un niño que nació en una familia muy rica, por lo que cuando su madre dio a luz todo el mundo empezó a decir: “¡qué niño más afortunado!”. A lo que el Maestro Zen dijo: “Ya se verá”. Un día el niño se cayó del caballo y se rompió las dos piernas. Todo el mundo empezó[…]

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El cuentacuentos llegó

¡Rayos, centellas, luceros valientes! Colas de dragones, dientes de ñú, pies de ardillas y cola de avestruz. Gira la estrella, y gira la alquimia: viene la magia a contarnos cosillas. Nobles y oyentes y gente pudiente; pobres, mendigos, y todo indigente; casas reales de reyes y zares; gente achacosa y con sed viciosa: acérquense raudos; dejen al niño dando la[…]

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El camino de baldosas amarillas

Al tiempo que la cigüeña nos deposita en nuestra casa, un grupo uniformado de duendes comienza a trabajar bajo tierra. Horadan un túnel y aguardan pacientemente que, por nuestro propio pie, demos los primeros pasos en el exterior de nuestro hogar. Y ahí comienzan, con un movimiento febril y milagroso, a repavimentar nuestro camino con baldosas amarillas. La práctica de[…]

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El dongo del fraile

Érase una vez un rey que vivía solitario en su castillo real, y sentadas sus anchas posaderas en su real trono leía atentamente y como cuento a continuación: -¿Leéis, majestad? -le inquirió su único ayudante, que era a la vez criado, cocinero, asistente, paje, secretario y limpiarastrojos y que vivía con él en el castillo, con la condición de que[…]

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Érase una vez que se era

Érase una vez que se era un joven escritor al que le costaba amar a las mujeres. De hecho, no se había enamorado nunca, pero había sentido esa emoción con mucha intensidad a fuerza de leer muchos libros y cuentos sobre el amor. Pensaba que sabía más del amor que nadie en el mundo y, sin embargo, no había conseguido[…]

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Cuentos de verano: La bomba va a explotar

Las Palmas amaneció con un día absolutamente extraño. 1 Lemond había llevado al aprendiz de pescador hacia una cabaña desalojada. Le había enseñado su placa y su tarjeta, de la que el aprendiz, que no sabía inglés, hizo como que entendía. Agente secreto al servicio de su majestad. ¿Conoces a James Bond? Pues somos primos hermanos. El aprendiz asintió  y […]

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