Sol, sol, sol

Si no fuera porque me conozco, diría que el sol representa todo aquello que siempre anhelé. Si uno mira fijamente, el sol te devuelve la vista, dañada por la frustración del sueño incumplido. En esta hermosa isla, el sol sale por todas partes y, sin embargo, no lo cambio por su primo con gabardina del invierno.

¿Y no caminamos alguna vez juntos el mismo camino que aquella vez nos plantaron delante? Casi diría que de la tierra al sol hay un único camino: el de la esperanza, el deseo de erguir la cabeza y buscar una ilusión que sabemos inexistente, pero que nos reconforta, como un ejemplo de voluntad hacia la derrota esperada, como si fueramos todos, en el fondo, antihérores y sólo leyéramos -los que leemos- en busca de caballeros andantes y matadragones. Bien pensado, los primeros libros de autoayuda comenzaron con la Chanson de Roland y el Mío Cid. Veo a aquellos nobles tratando de escapar de su rutina del castillo imaginando gestas. Claro que entonces había infieles contra los que luchar y pecadores como para llenar pateras y más pateras.

Si no fuera porque me conozco, diría que esta isla se me queda pequeña. No sólo físicamente, sino en un plano espiritual. Es como una pequeña cárcel encerrada en una porción de Paraíso, en la que uno no crece porque nunca florece nada de forma que el espíritu se sienta acompañado, sino, más bien, acomplejado. Ya dicen que el crecimiento de una flor es inapreciable, que, cuando uno menos lo espera, lo tenemos todo perdido de abejas, pulgones y demás chinches. Pero qué hacemos los impacientes, entonces.

Bajo la dulce caricia de la brisa, que seda el azote del sol, escucho a menudo a Pink Floyd; un álbum conceptual el de The Dark Side of the Moon, los pies creando arcos en la arena. Hecho de menos la compañía femenina, quizás porque no la encuentro, y disfruto de un deambular de miradas a mis congéneres femeninos. Algunos lo llaman mirón, otros vouyerismo, otro libertad de acción, pero qué tiempos, entonces una malla invisible me bloquea la visión. Como si no tuviera suficiente con los canales digitales.

Échese usted, cristiano o no, a la playa y déjese llevar por el arrullo de las olas y el sueño consciente por el miedo a la quemadura. No se estrese, ni nos estrese a los demás. Aporte su pequeño granito de arena a la convivencia y deje que los niños jueguen a la pelota; lo más que le puede pasar es recibir un balonazo que le despeje la mente en toda la cara, y, dulcemente, conteste a esos jóvenes, reflejo de lo que fue o quiso ser usted: ¡Cabrones! ¡Váyanse a jugar a otro lado!

When I’m walking by the water
Splish splash me and you takin’ a bath
When I’m walking by the water
Come up through my toes
To my ankles,
To my head,
To my soul.
And I’m blown away…
I’m blown away…
I’m blown away.

Dave Matthews Band

Imagen: blog.verdandi.co.nz

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Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

2 Comentarios

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  • Linda reflexión, si no fuera porque me conozco diría que me convences de las bondades de sol en la playa, en una isla como la tuya. La verdad yo soy más de luna, de serenidad, de sombras.
    Espero que la companía femenina que echas de menos no sea la mía, que te he tenido más abandonado que nada. Sorry, mi vida.
    Un beso grande y perdona a esta mala mujer 😉

    • @Tani: Tani, yo siempre echo de menos a las comentaristas inteligentes. Por cierto, lunática, ve a grancanaria.com y mira qué playas. 😀

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