El cuchicheo de la honra

El triunfo de la muerte, Pieter Brueghel el Viejo.

Viejo asunto el de la honra en nuestra sociedad, que es  al menos tan lejano como el teatro de Lope de Vega y tan cercano como el de Lorca; un viejo tema en la vida y la literatura de España.

La honra es un complejo sentimiento de dignidad familiar ante la sociedad: la mujer que es infiel al hombre de su vida se procura la deshonra de los suyos y la propia.

Sobre esta ley descansa la seguridad de la familia y de la sociedad española en general… ¿aún hoy?… Aquí cuenta ante todo la publicidad: lo que el varón puede publicar y lo que pueda publicarse contra él: la opinión de los demás constituye la medida de su hombría.

La moral es una moral primitiva: es simplemente la moral racionalizada y decadente, hecha de preceptos negativos, imposición de una sociedad hipócritamente religiosa.

¿Por qué puede un español leer una obra teatral de Lope o Lorca y reconocer este tema como algo innato a él mismo? ¿Tal vez porque reconoce algo que le es familiar, que está incrustado como una secuencia más en su ADN?

En Fuenteovejuna encontramos una venganza por honra, y no por el honor, que era más bien un honor caballeresco: la honra perdida al haber sido violada Laurencia por el comendador. En parte, de esto trata también Fuenteovejuna: de recuperar o resarcir la honra perdida; en Bernarda Alba, de Lorca, Bernarda rige con mano de acero los destinos de sus hijas hasta el punto que, tras la muerte trágica de su hija menor -suicidada- proclama lo más importante para ella: ¡murió virgen!

La honra es una ley; una ley no escrita que está en todos los corazones, envuelve a hombres y mujeres, pero no es igual para unos que para otros. El mundo de los derechos masculinos sigue separado de los deberes femeninos en tanto que hablamos de masculinidad y feminidad. El hombre es sexualmente libre y se le reconoce. ¿O esta vertiente lorquiana de la honra ya no se da en la vida contemporánea española?

Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Hoy día, España padece la honra como un endemismo. Gentes que se señalan unas a otras por diversas razones -la madre que trabajó limpiando casas ajenas para dar de comer a sus hijos, el hombre que tuvo que trabajar de limpiabotas mientras sus amigos conseguían buenos trabajos, el estudiante que no acabó su carrera y lo oculta, la joven que quedó embarazada muy joven y prefiere ocultarlo a sus nuevas amistades, etc.-, y una mayoría de señalados que con su silencio quieren tapar ese cuchicheo que les trastorna.

El cuchicheo es la honra; y el padecimiento de su ausencia causa tal horror que la mentira y el engaño son recursos comunes del que teme ser señalado. La honra es más importante que el honor, ya considerado un asunto de héroes de novela.

Y se retroalimenta.

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Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

Un Comentario

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  • Gran artículo, si señor, y qué razón tienes. La honra pesa, como un lastre que tenemos que cargar, pero al que estamos completamente acostumbrados. Vivimos en una sociedad hipócrita, donde valen más las apariencias que los hechos. Por eso nos callamos, aparentamos ser lo que no somos, pensando que así nos aceptarán con mayor facilidad… Y lo más triste es que es verdad.
    En fins.. Te felicito, como siempre ^_^

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