Cosas que siempre quise preguntar a una mujer II
Tengo una teoría sobre las relaciones personales. Desde hace tiempo defiendo que cada persona que uno conoce a lo largo de la vida solo capta una cierta parte de nuestra personalidad -que es infinita e insondable, basándome en el complejo asunto del autoconocimiento: tampoco se puede ir mostrando lo que uno no sabe que tiene en la mochila-.
Así que, de alguna forma, los yoes (los Julio, Ángel, Nat, Fran, Lucía, Xiqueta, Annie, Almogrote, etc. etc.) que ha conocido cada persona conforman una parte del puzzle total de cómo somos y que para cada conocido contempla matices diferentes. Es decir, cada una de las personas que ha pasado por nuestra vida, puestas en desfile, daría una aproximación al total de cómo somos, pero ni siquiera todas ellas podrían dibujarnos por entero.
Esto me lleva a la conclusión de que estos pequeños matices determinan la atracción -estado de ánimo, conocimientos teórico-tácticos, etc.- y que hay ciertas leyes no escritas que, atendiendo a ellas, facilitan o no esta atracción. Es decir, que existe un punto de azar que no es tan poco importante como parece.
Sin embargo, y obviando esta predeterminación, hay mujeres que frecuentan esta expresión, precedida de un suspiro: «si ustedes los hombres supieran lo fácil que es conquistar a una mujer».
¿Qué pieza del puzzle será la que toque conocer en la vida, ya sea amistad, pareja, amante…? Y en todo caso: ¿cuál es ese método tan sencillo? También puede responder un chico a la cuestión, de todos se aprende. Ayúdenme un poquito. 😀
White Winds, una de mis instrumentales favoritas, para llenar el espíritu.
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Querido Julio,
Nos apasionan los mismos temas y uno de ellos es, sin duda, la mujer. Yo, a expensas de saber que quedaré como un vil machista y que lo que afirme será etiquetado de gran topicazo, a mis treinta-y-diez recién cumplidos, parafraseando al Sabina, estoy cayendo en la certeza de que existe una clave para abordar a una mujer y, sobre todo, para mantenerla conquistada (¿por qué usamos verbos de batallas en cuestiones de amor? ¿sin duda, habrá realmente una guerra de sexos?).
El truco, si no es que me equivoco, y mucho, es que se sienta segura, transmitirle protección. Y esto que afirmo hoy tiene mucha tela que cortar, es más, diría que tal afirmación nos pone a la altura del mono, posición desde donde, seguramente, nunca hemos avanzado realmente.
Atentamente, su eventual y fiel lector,
O:) 😮 😀
No tengo la respuesta para Julio, pero Ángel… seguro que hay más de una que te diría -siguiendo con el topicazo- que para eso ya tienen a papá… 😀
Es que la ironía y el doble sentido se presta a todo tipo de juegos 😀
Ángel, no ves que xiqueta es una provocadora, te ha dado flojito cuando es lo que ella piensa «no dejo que me digan lo que tengo que hacer va a venir un tio a decírmelo, ya puede ir a comprar marisco al Kurdistán». En todo caso, me quedo igual.
Lo que quieren es sexo, Ángel.
Te levantan las cejas y te dicen: «qué», como unas descaradas, cuando ya borbotean las primeras gotas seminales, y uno no sabe qué decir ya que ha bajado toda la sangre y el cerebro no tiene suficiente oxígeno (de ahí la cara de cavernícola que es un error de la madre naturaleza que no había previsto que inventaríamos la cultura y la urbanidad y esas mierdas). 😀
Pues Julio, he de decirte que comparto tu teoría sobre las mil y una cara que ofrecemos o escondemos, a propósito o no, y que los demás ven, intuyen o ignoran. Me la quedo (siempre que no pidas derechos de autor). Y si te empeñas en el caso concreto femenino, de haberlo, vete olvidando de la fórmula secreta. Si ni siquiera yo misma sé lo que quiero, cómo lo va a saber otro? a lo mejor si fuera otra… jajaja… vuelta a los topicazos 😉 .
P.S.: y no soy provocadora, sólo un poco mosca cojonera. Aristóteles diría: «es mi naturaleza».
Ah, es tu naturaleza. Esa excusa lleva ya demasiados siglos funcionando, hay que innovar. 😀
Sí, pero sigue funcionando, así que… ¿por qué cambiarlo? :p
Jajaja. Provocadora. 😀