Cuarentañeras anónimas

¿Por qué no pueden ser las cuarentañeras como Lorelai Gilmore?

No te das cuenta, hasta que llegas a ciertas etapas de la vida, de la deriva que va tomando cada persona que te rodea en cuanto a las relaciones. Y hablo de las relaciones en general. Si hay un factor que va adquiriendo peso es el egoísmo; ya sea por convicción desde siempre o por agarrarse al clavo ardiendo, en vez de querer comprender nuestro tiempo, el que nos tocara vivir, desde la perspectiva de despojarnos de las cáscaras podridas, se dedican a recogerlas e ir sumándolas a su apariencia interna. Desde fuera no podemos ver qué cáscara recubre a cada quién, pero no es difícil pensar que a poco que se descuide asomará por alguna parte, seguramente cuando más lo necesitemos -a veces, por un giro del destino, o llamémoslo azar-.

Veo también que, llegando a ciertas decenas (20, 30, 40, 50, 60, 70, 80, 90, ¡100! años de edad) se van acumulando tópicos alrededor. Incluso los que están por debajo asumen ciertas conductas como propias o ajenas por cuestiones de edad. Es tan malo, me temo, dejarse guiar por la edad impresa en el pasaporte para vivir tu propia vida como rechazar parte de lo aprendido queriendo imitar una conducta de años atrás. Aunque se dice que el mismo comportamiento de un joven, en un adulto, cuando produce ridículo, es señal de que ya se ha llegado a una edad en la que no deben cometerse ciertos excesos, también el hecho de que se cometa de forma puntual e inconsciente podría considerarse una buena prueba de fuerza y vitalidad, como un indicativo de gozosa salud mental.

En cuanto a lo primero, tengo que decir muy claro que las mujeres que rondan o pasan los 40 son lo peor, hablando en general, como no podría ser de otra forma. Las que llegan solteras, o sin pareja en cualquiera de sus formas -con hijos, sin hijos, divorciadas, separadas, viudas, etc.- lo hacen en condiciones complejas. Casi todas sus acciones son un «yo lo que quiero es» y parecen más muertas que vivas. Abusan del pronombre posesivo (su casa, su vida, su esto, su lo otro) y rechazan todo lo que suponga un riesgo. Zarandeadas por la vida, prefieren tener bajo control su mundo y más que ver si el azar -o el destino, para las románticas- les proporciona una aventura para vivirla sin condicionantes y por el puro y simple goce de sentirse vivas, prefieren ir a la «caza» de un hombre al que insertar en el puzzle de sus vidas como la pieza que falta por encajar. Es decir: como un «secuestro», pero en legal. Si encuentran a uno que les pase cerca, de esos que se enamoran pronto o van a la búsqueda de paliar su soledad, ya tenemos fiesta. Esto se traduce en «tener con quién», que es como la búsqueda del Santo Grial.

«Tener con quién» se aplica a: ir al cine, levantarse por las mañanas, el sexo -pero este, en realidad, lo podrían encontrar ambos de muchas otra formas-, los viajes, la convivencia, un hombro para llorar, una sonrisa para reír, etc. Pero es como reducir todo un concepto de vida a una postura de seguridad que no creo que sea tal. ¿Y si ese hombre se va, qué harán? Bueno, no mucho: todo lo demás está bajo control, así que solo se trata de encontrar otra pieza del puzzle que encaje.

Al final, los hombres tiran por mujeres más jóvenes no por esta circunstancia tan populista de que prefieren las más jóvenes por su belleza -que también, pero no es la causa primera-, sino porque huyen despavoridos de las que rondan o pasan los 40, que es como si se hubieran amputado las ganas de vivir y reprodujeran un comportamiento producto de un cruce de cables a deshora.

Tampoco es que se necesiten muchas horas para averiguar este mal: un rato de conversación es suficiente, pero lo que es alarmante es que empiezas a contar las mujeres que vas conociendo de ese periodo vital y cuando comparas con las treintañeras menores de 35 la diferencia de estilo, por llamarlo así, es sustancial; casi diría grotesca. Porque, vamos a ver: esa chica de 39 o 41 fue hace pocos años antes una alegre y vital mujer de 33 o 35. ¿Y qué le ocurrió durante ese periodo?

«Chicas», me gustaría preguntarles en una reunión de «Cuarentañeras anónimas», «¿qué les paso desde los 35 a los 40 para llegar a este hastío y esta desconfianza, en esta cerrazón y a acogeros a una serie de rígidas e inmutables normas que no están dispuestas a modificar porque les da una falsa sensación de seguridad?». Qué miedo. 😀

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Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

2 Comentarios

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  • Bueno, yo cumplo 37 en 22 días. Debo de estar en esa etapa de transición que defines. Espero no ser una cuarentona amargada y manipuladora :p. Sí necesitaría a alguien, me vendría muy bien. Pero como no se trata de algo vital, me aguanto y ya está. Sobre los veintitantos aprendí que más vale estar sola que mal acompañada -y no hablo solamente de convivencia-. Y por supuesto, también pienso en la otra pieza del puzzle, no quiero arrebatarle tiempo ni esperanzas ni ilusiones. Me parieron con exceso de ética, conciencia y amor al prójimo :D. De todos modos, es cierto que por mi edad no debería contestar a este post, aunque me apetecía. Si acaso ya te contaría dentro de unos años. Lo mismo me compro todos los puzzles del mercado, aunque lo dudo. Un beso.

    • Jaja, mujer, yo no considero que sean manipuladoras, sino más bien que están como «quemadas» de la vida y dicen: bueno, yo soy lo primero y luego que lleguen los demás, más bien va por ahí. De todas formas, como bien dices, ¡no te toca!, todavía eres muy joven. Es que yo escribí esto porque en unas tres semanas cumplo 39 -¡no me jodas, que me hago mayor!- y como ya sabes que los hombres maduramos más tarde -JUAAAAAS, esta excusa todavía me funciona- pues no entiendo cómo las mujeres entre 38-42 se amargan tanto la vida. Yo no podría, salvo me imagino una depresión o algo así. En fin, soy raro, qué le vamos a hacer. Más que comprando puzzles voy eliminando piezas, ya voy mentalizado de que me quedo soltero. 👿 :p

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