La potencia viril masculina
Por primera vez en mi vida, empiezo a sentir una vaga simpatía por las feministas norteamericanas. Sí que desde hace algunos años había oído hablar de la aparición de la moda trash, pero creí, tontamente, que sólo se trataba de la explotación de un nuevo sector del mercado. Tonterías de economista, me dice al día siguiente mi amiga Angèle, autora de una tesis de doctorado sobre el comportamiento mimético de los reptiles. El fenómeno es mucho más profundo. «Para reafirmar su potencia viril», afirma en tono festivo, «el hombre ya no se conforma con la simple penetración. Se siente constantemente evaluado, juzgado, comparado con los demás machos. Para librarse de ese malestar, para llegar a sentir placer, ahora necesita golpear, humillar y envilecer a su compañera; sentirla completamente a su merced. Por otra parte», concluye con una sonrisa, «este fenómeno empieza a observarse también en las mujeres.»«Pues sí que estamos jodidos», digo al cabo de un rato. Pues sí, opina. Desde luego que sí.
Intervenciones,Michel Houellebecq
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