Olimpiadas Pekín 2008 y contaminación
En Der Spiegel, abril de 2005, se recogen las declaraciones del ministro de Medio Ambiente de China Pan Yue:
Cinco de las ciudades más contaminadas del planeta se hallan en China; las lluvias ácidas caen sobre un tercio de nuestro territorio; la mitad de las aguas de nuestros siete principales ríos son inutilizables; un tercio de nuestra población respira un aire muy contaminado. En Pekín, entrel el 70% y el 80% de los cánceres tienen por causa el medio ambiente degradado».
No sé si fue fulminantemente destituido tras éstas declaraciones -lo dudo-, pero, a los inteligentes del comité olímpico internacional que dieron la candidatura a Pekín, decirles que si no existe una asociación lógica entre vida sana, salud, medio ambiente y deporte. Si ésto tiene algún sentido, ¿porqué concedieron a China un acontecimiento de este calado humano?
Todo esto sin contar con las 7000 penas de muerte anuales y la represión informativa y de conculcación de derechos humanos, hecho denunciado por las ONG’s más reconocidas.
Quizás haya quien pueda ver, en la concesión de los juegos, que los dirigentes quisieron, de alguna forma y con un razonamiento infantil, aplicar la teoría del virus de la gripe: a ver si por contagio les plantamos un acontecimiento con unos principios y valores incuestionables y se les pega algo.
Ha sido un error mayúsculo, antes y después, y solo tras abandonar los deportistas el hermoso país descubriremos los errores -y horrores- que se ocultan bajo la mirada de un país rico y del que, cultural y espiritualmente, tenemos mucho que aprender también. Cientos de documentales cuentan cómo funcionan ciertas cosas en el país asiático. ¿El gigante dormido? Pues sigue dormido en una cuestión fundamental: la de la obligación de los gobernantes de generar el mayor bienestar posible a sus ciudadanos.
Como siempre que nos tropezamos con la duda, los clásicos nos alumbran con su magistral sencillez y claridad: Poderoso caballero es don Dinero.
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