Campeones Eurobasket 2009. Navarro.

Por fin, campeones. Un deporte de tanta tradición en España -tras el rey fútbol- merecía un oro europeo, tras seis finales perdidas.  Y esta generación de jugadores, también. Enlazan un mundial con un europeo: el equipo nacional mantiene su talento en todo lo alto. La diferencia que se preveía entre las selecciones del resto de Europa y nuestra selección se ha plasmado en el resultado final. Pero no siempre sucede así en deporte, lo que indica que las cosas, al final, se han hecho como tenían que hacerse. Mérito de todos.

Los elogios -tanto a jugadores como a Scariolo, que acertó por fin con los cambios, más clásicos, y con el núcleo duro del equipo- podrían hacerse eternos. Pau Gasol es, ahora mismo, por estado de forma y calidad, el mejor jugador Europeo. Ni Tony Parker, ni Nowitzki, por no hablar de las ausencias, jugadores que no han cruzado el atlántico. Pero es el momento, a mi juicio, de Navarro.

Navarro es, como dicen los argentinos, el mago de la gambeta. El jugador del uno contra uno, del triple estratosférico, del arabesco tras salir de un bloqueo y anotar de dos, tras dar dos pasos hacia atrás; de la bandeja a aro pasado, de la «bomba», ese tiro que escapa del tapón para caer en el regazo del aro.

Así es Navarro.

Un ganador nato. Un carácter introvertido en la pista. El jugador que destroza los sistemas fabricados para pararlo. ¿Robin? Yo creo que España juega con dos Batmans: sólo el dominio del juego en más facetas y los títulos separan a Navarro de Pau Gasol.

¿Y por qué no estuvo en el quinteto ideal del europeo? Tal vez por contentar a todos. El europeo de Rudy ha sido espectacular, desde el primer partido que jugó. Pero Navarro… Sus canastas miden la temperatura del equipo, y aunque Rudy tuvo que echarse no pocas veces el equipo a la espalda, Navarro seguía siendo el favorito para lanzar estando los dos en la pista. ¿Casualidad? ¿Reparto de roles? Es probable: Rudy puede hacer lo mismo… pero lo hace de otra forma.

Navarro es un poco el «Guti» -el mediocentro del Real Madrid de Fútbol- de la selección española, pero en un sentido concreto: cuando tiene un mal día, las críticas son feroces. No se le perdona que no esté siempre al 200%. Vaya, dicen, tiene el día de pena. Luego llega Polonia y le cose a triples en un partido que había que ganar sí o sí: siete de nueve. Wao.

¿Y a Francia? ¿Quién comenzó a coser a Serbia al principio de partido? Pau aún no había aparecido y en el primer tiro, triple de Navarro para contestar el primero serbio. El balón entró limpio. El segundo entró igual. El equipo comenzaba el partido enchufado… porque nos enchufó Navarro.

¿Por qué a este jugador, que vuelve a poner al Barcelona en la línea de aspirar a todo, le pasan estas cosas extrañas como jugar en un equipo de medio pelo como Memphis? El destino, tal vez. Nadie duda -o no debería- que Navarro puede jugar en la NBA y rendir como un gran escolta, siempre que pueda hacerlo en un gran equipo.

Si Vujacic puede hacerlo en Lakers, ¡qué de posibilidades extras puede añadir Navarro, que ahora es mejor pasador que antes, que defiende con anticipación, que persigue a su defensor como nunca hizo!

Estás en el Olimpo de este deporte. ¿Acaso no lo sabes? Nosotros, los mortales, no queremos permitirnos la ilusión de que nuestros dioses puedan dejar de serlo algún día, y castigamos sus faltas con una severidad que nos parecería brutal en nosotros mismos.

Juan Carlos Navarro: el escolta divino.

Foto: as.com

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