Agosto olímpico y otras sustancias alucinógenas

¿Cómo es posible que un hombre hecho y derecho como tú la haya cagado de esta manera?

Pastoral americana, Philip Roth.

Lo que más me gusta de Pastoral americana, unos de mis libros favoritos de Roth, es que Newark podría ser Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Bilbao, Murcia, solo que con nuestras gotitas locales y culturales añadidas. No hay bomba en la oficina de correos, afortunadamente, pero hay una revuelta intelectual. Cuando miras alrededor, te das cuenta de que en el ambiente se respira la densidad de las ideas, como una humedad pegajosa de agosto, de muchas personas que mantienen adentro lo mismo que tú y que aquel: que hay que cambiar las cosas; personas que aún no han encontrado la forma de transmitirlo más allá de ir a las manifestaciones o, aún sin manifestarse, de su pequeño círculo de amistades. El asunto es hablarlo con el taxista y con el señor de la pescadería, con el arquitecto y con el técnico de sonido, como se habla de que ya comenzaron los Juegos Olímpicos de Londres.

Ni así se salvan de la zozobra los tipos que dirigen los destinos de los países, hombres hechos y derechos, según sus madres. Y los ciudadanos, un poco como el Sueco, el protagonista de la novela: «El Sueco pone en juego toda su habilidad para llevar la misma vida de antes». Como España es picaresca -la que habíamos permitido y a la que recurrimos ahora, una picaresca de Lazarillo-, y aún lo sigue siendo, no se entienden algunas cuestiones: ¿quién comentó, con desdén, que Europa no se podía fiar de los políticos griegos? Pero tranquilos: no olvidemos nuestro espíritu latino, cojamos una copa de vino, algo de comer, cualquier cosa puede servir, y estemos atentos a esos cortometrajes de superación, lloros, victoria, justo lo que necesitamos en estos tiempos. Los Juegos Olímpicos de Londres pueden ser un remedio efectivo para muchos de nosotros, y ya que los políticos se han hecho a un lado, los héroes son ahora los deportistas -casi nunca te defraudan y como los mejores tienen al margen su vida privada, podemos moldearlos como nuestros amigos perfectos, el hijo que siempre quisimos ser, proyectarnos durante unas semanas y pasar lo mejor posible estos meses de incertidumbre-.

«El viejo sistema que creaba el orden ya no funcionaba», continúa Roth en la novela. ¿Hasta qué punto este orden nuevo no es el cambio de valores, de apartar la cultura como medio para mantener ciertos principios y valores? Por ejemplo: el sacrificio que puede llevar al éxito -o al menos al éxito de poner todo nuestro empeño en obtener lo mejor-. Otro valor que poseen los Juegos Olímpicos: el idealismo, que debería poderse contagiar a otras esferas públicas y privadas, como la política. Si, además, tomamos ese idealismo del atleta con la corona de laurel como algo eterno e ideal -su hazaña quedará como una huella imborrable en la historia-, ¿acaso podríamos pensar que echamos de menos que los objetos de consumo hoy en día, incluido el arte, sean perecederos, hechos para ser consumidos al instante y luego olvidados?

Por eso es tan importante la literatura, y aún mejor la buena, como ocurre con Pastoral americana de Philip Roth. Porque nos permite ver las miserias de este viejo orden, que pensábamos que era nuevo y que iba a funcionar, y abrir los ojos para colocar cada etiqueta en su sitio. Nada de sustancias alucinógenas que alteren nuestra perceción de la realidad: Usain Bolt corre de esquina a esquina de nuestras pupilas y, por más que nos restreguemos los ojos, se mueve más rápido que Mercurio. Y esto es un hecho que nos reconforta, a pesar de estos tiempos de reajuste y ¿de próxima revolución social?

¿Y tú, qué piensas? ¡Me encantaría que dejaras tu comentario sobre este agosto olímpico!

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Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

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