La vida en las ventanas
A veces la vida transcurre en ventanas. Miras a través de ella y ves al vecino mirando el transcurso de las cosas ordinarias hacia el lado opuesto al tuyo. Las otras ventanas de la ciudad se abren y dejan salir ambientes cargados y olores de todas clases, almibarados, almizcleros; otras permanecen tapiadas. Una cantidad apreciable solo dejan una hoja abierta, conformistas de la luz azul de los días y los ocres del atardecer.
Dentro de una ventana se superponen las de tus otras realidades; de vez en cuando abrimos una ventana con las manos y en otras con la esperanza. Y qué más da, dicen los nihilistas: recoges las cortinas y a la noche, por el frío o el excesivo calor de las estaciones, las cierras. Un continuo de ventanas es el mundo, que se abren y cierran como aleteos de nuestra mirada. ¿Hacia dónde? A la ventana ajena que nos pasa por delante… por si pudiera descifrarnos nuestro jeroglífico interior.
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