La nostalgia recobrada
Ya sé que es un tópico literario, que los pseudoeruditos hablarían de Marcel Proust y la magdalena. Me refiero más bien a pasear, como Gustav von Aschenbach por Venecia, con aquellos olores nauseabundos y el fondo trágico del personaje. Pero nosotros, que somos a veces personajes en el escenario de la vida, también recorremos espacios más o menos fétidos que fueron reflejo de momentos emocionantes.
A mí me sucedió hace unas semanas, paseando por un extenso césped de la capital. A mi mente le asaltó la nostalgia de los olores y los colores, las risas y la incertidumbre. Y le gustó recrearlo como un suceso feliz, con un matiz de nostálgica y dichosa pertenencia.
Entonces pensé en por qué los escritores hablan de su pasado y llegué al convencimiento de que son incapaces de hablar de otra cosa que no fuera lo ya sucedido. Ahí nos llevan ventajas los poetas: ellos hablan de lo que está por llegar porque están arrebatados. Un novelista arrebatado jamás podría escribir una buena novela.
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