¿Tienes el don de la lectura?
El don de la lectura, como lo he venido denominando, no es muy corriente ni, en general, muy bien comprendido. Consiste, en primer lugar, en una dotación intelectual de amplias miras (quizá debería llamarlo una gracia innata) a través de la cual un individuo llega a comprender que ni tiene siempre la razón ni aquellos de quienes disiente se hallan absolutamente equivocados. Puede sostener dogmas, puede mantenerlos de forma apasionada, y puede comprender que otros los sostengan más tibiamente o que no lo hagan en absoluto.
Bien, si posee el don de la lectura, estos otros estarán, para él, llenos de sustancia. Verá la otra cara de las propuestas y las virtudes. No tiene por qué modificar su dogma por ello, pero sí puede que cambie su concepción de tal dogma, y deberá complementar y corregir las deducciones que a partir de él lleva a cabo.
Una verdad humana, que siempre contiene gran parte de mentira, oculta sobre la vida tanto como muestra. Son las personas que sostienen otra verdad, o lo que puede parecernos, quizá, una mentira peligrosa, las que pueden ampliar nuestro restringido campo de conocimiento y despertar nuestras adormecidas conciencias.
Los conceptos que pueden parecer bastante novedosos, o insolentemente falsos o muy peligrosos, constituyen la piedra de toque del lector. Si trata de hallar su significado, de descubrir qué verdad los justifica, es que posee el don: dejadle leer.
Si solamente se siente herido u ofendido, o clama contra la insensatez del autor, entonces haría mejor en limitarse a los periódicos: nunca será un lector.
Y he aquí, después de haber expuesto mi media verdad con la mejor fuerza ilustrativa, debo intervenir en defensa de su contraria. Porque, después de todo, somos vasijas de muy limitado contenido. No todo el mundo puede leer todos los libros; solo en unos pocos y selectos hallará cualquiera un alimento apropiado, y las lecciones que más se nos adecuan son las más gustosas y las que mejor recibe nuestra mente.
Esto lo aprende pronto el escritor y constituye su principal apoyo; camina sin miedo, estableciendo la ley: y, en el fondo, está seguro de que la mayor parte de cuanto dice es demostrablemente falso y mucho de ello es confuso, y algunas cosas, hirientes, y muy poco bueno y útil.
Pero, también está seguro de que cuando sus palabras caigan en manos de un lector genuino serán escrutadas y sopesadas, y solo lo válido será asimilado; y de cuando vayan a dar en manos de alguien que no es capaz de leer de forma inteligente permanecerán silentes e inarticuladas, resonando en oídos sordos, y su secreto quedará tan a salvo como si nunca hubiesen sido escritas.
Libros que me han influido, Robert Louis Stevenson, 3 de mayo de 1887.
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Vaya con los diminuticos, me ha costado 3 lecturas saber que era idolillo.
Cohón, que bonico todo.
Me alegro que te haya gustado. A mí me tiene subyugado (será amor 😀 ) este autor como ensayista. Además, se revela su personalidad y tiene una pinta de buen tío y de que una charla con él sería algo realmente interesante. Me encanta. Y encima escribe como los dioses. 😀
Leía yo anoche «Reinventarse» de un tal Dr. Puig, un librito de estilo «autoayuda» que cayó en mis manos por casualidad (no es coña, que te estoy viendo desde esta isla la sonrisilla no-me-lo-creo en la comisura). Y justo estaba yo en el asunto del «área de confort». Promulga este doctor, a la sazón doctor de veras, salir de nuestras áreas de confort para descubrir verdaderamente el mundo. Para salir, yo añado, necesitas palabras que movilicen algo ahí dentro, sacudan las telas de araña. Así que no es poca cosa el trabajo del escritor 😉
Reinventarse, ¿no es un tipo que ha salido hace un par de días en El Homiguero? (no sé si se llama así, lo vi haciendo zapping), me llamó la atención porque es una cosa que tengo apuntada en mi lista de cosas desde medio año para acá, y funciona, se trata de justo eso, pillar lo que más rabia te dé aunque no te guste, porque lo que nos gusta suele ser a lo que nos hemos acomodado y nos perdemos prácticamente ‘la mitad’ del mundo, la vida.
Esto es difícil asimilarlo y ponerlo en práctica salvo que sientas la necesidad de cambiar en las propias cannes.
Como era aquella película de Jim Carrey en el que tiene que decir a todo que sí, sal a la calle y dí que sí… cantidad de caminos por explorar…. es toda una aventura.
Vi la de Carrey. ¿Alguna buena peli para ver? Por cierto, ya hace que no veo el Hormiguero lo más grande; también es que prefiero leer o escribir a esas horas que ponerme a ver la tele. 😀
Define buena…
¿»El diablo sobre ruedas» de Spielberg?
¿»¡Olvídate de mí!» también con Carrey?
¿»El habitante incierto» de Gillem Morales?
¿»Philip Morris, ¡te quiero!», ¡otra vez con Carrey!?
Realmente Carrey para haberse enclaustrado en papeles cómicos ha sabido hacer MUY buenas pelis.
Son películas que volvería a ver y por tanto, porque me gustan, las recomiendo. Tengo otras cuantas en mente. Si me pides algún otro tipo de criterio, pues no sé, prueba a ver.
Así que acabe de ver hace poco poco… «La última estación» de Michael Hoffman, que refleja los últimos años de Tolstoi, for example, en la que critican de muy buena gana a Helen Mirren y Christopher Plummer, pero que yo realmente la vi porque me gusta Paul Giamatti, profesionalmente hablando, se entiende. La peli me acercó al mundo de Tolstoi, está entretuvida pero no la vería dos veces, son de esas que dejan buen regusto al final de la sesión pero lo suficientemente largas o cargantes -o ligeras- para no querer saber más de ellas.
Me gustaría recomendarte la de Guillem Morales que me encantó y además, para mi una joyita española.
De todas esas no he visto la de Gillem y la única «buena» es «El diablo sobre ruedas» y porque se ha convertido de película «friki» a peli de culto. El camioncito ese persiguiendo es gracioso y además recuerdo que cuando la volví a ver me pareció mucho mejor que el recuerdo que tenía de ella. A veces sucede.
Buena es un amplio margen de gustos. Digamos que mala es la típica comedia americana o el cine muy comercial (prácticamente todo es comercial). La última estación la vi, ¿es de hace unos años no? Me gustó. Plummer siempre me ha convencido y Helen me enamoró en Calígula (era ella, no). Pedazo de tetas, quiero decir, qué buena actriz. Me busco la de Morales. Tengo un par pendientes (Haneke, Morales…) 😀
Creo que nos encanta las medias verdades, es lo más comodo y lo que no queremos oir no lo escuchamos y ya. La inteligencia es un don perfecto y preciso, que casi siempre lleva consigo el don de la lectura, es innato. Las discusiones, críticas y tésis más controvertidas se proyectan y desgranan , dejando al descubierto la verdad , lo lícito.
Lástima que proliferen oídos sordos.
Buen artículo me ha encantado
😀 😉
Es el sino de nuestro tiempo. Los oídos sordos, la gente anodina y sin sangre, las pocas ganas de cambiar las cosas actuando… Ahora, no sé yo si la inteligencia otorga el don de la lectura. Yo creo que hay gente muy inteligente que no tiene ese don. Besote. 😀
Hmm, creo que aquí te has colgado un poco:
«La inteligencia es un don perfecto y preciso.»
🙂
El colgado es R. L. Stevenson, yo un simple copista. ¿Y no es un don perfecto y preciso? Entre otros muchos adjetivos, no es tan mala descripción. 😀
Sí, perdón, seguramente lo habré vuelvo a hacer poniendo palabras en boca del copista cuando en realidad son del autor al que se referencia. Mis más sinceros sorries. Seguro que me vuelve a ocurrir, yo soy así a veces. 🙂
Pues hombre, del mismo modo que me parece una buena descripción me parece todo lo contrario, una expresión muy vaga y etérea, incluso incierta; tal vez me he dejado llevar por el significado impoluto y práctico de la palabra más que por el significado descriptivo y en esto, he sido poco original, dejando a un lado la gracia natural como don a favor de la destreza como herramienta para resolver problemas de la que todo mono presume.
No ando muy fino últimamente.
No pasa nada. Era porque no te metieras conmigo, bro. 😀
Te queremos como eres (el pueblo, en general). 😀
Vaya, vaya. Saludos Julio.
Fantastica Entrada. Leyendo he pensado si existe en mi este don de la lectura. Buh!!! Lo cierto es que trato de ser apasionado por lo que leo, de otro modo no tiene caso. Claro cuando leo cosas que no me gustan pero tengo que leerlas por la universidad trato al maximo de sacarle jugo, asi tengo algo que decir en los seminarios je,je,je.
Bueno, bueno, para no alargarla y sonar pesante gracias por esta entrada.
Resalto mucho el ùltimo parrafo. Me permite reflexionar sobre la fuerza que pueda colocar en mis letras.
Un fuerte abrazo yDios te bendiga.
Fra Rodolfo de Jesùs O.Carm.
Me alegro que te gustara, Rodolfo. A mí también me gustó el lado ensayista de R. L. Stevenson. Seguro que existe ese don, ya la reflexión requiere de una avidez de conocimientos. Un abrazo. 😀
Pues me ha encantado. La verdad es que añoro mucho leer pero desde que nació Martín soy incapaz de concentrarme. Ando con relatillos, prensa, mis bitácoras preferidas y poco más…Otra cosa que me pasa es que no puedo leer cualquier cosa, como antes. Con cualquier cosa me refiero a que las cosas «durillas» no soy capaz de aguantarlas pero me ocurre también con el cine. Antes me parecía a mí misma un pozo sin fondo en el sentido en que no tenía ningún tipo de «reparo» a leer determinadas cosas (en lo que se refiere a la temática) igual leía «Yonki» que «La Quinta Mujer» o «El hombre Unidimensional» que «Que se mueran los feos» – me gusta mucho la novela negra- pero ahora…no puedo con cosas como «Memoria de elefante» o por ejemplo con Saramago comienzo a tener ansiedad. Dice una amiga que tiene unos gemelos de 10 años que seguramente dentro de un año volveré a ser la misma aunque con «peros» porque hay como un resorte dentro de nosotros que a algunos y algunos con la paternidad salta cuando se leen o se ven determinadas cosas…
En fin… por cierto, 2 cosas: 1. Qué muñequitos más simpáticos nos has puesto en agradecimientos de comentarios 🙂 2. Voy a hacerte caso y seguiré escribiendo..tengo muchas ganas, creo que aunque ponga algunas frases nada más, seguiré con la bitácora abierta. Gracias, por segunda vez. Besos
Yo, intercalando en las obligaciones, he vuelto a leer y voy recuperando los clásicos para ir poco a poco metiéndome en la escritura de nuevo. Creo que lo que te ocurre es de lo más normal. Amelie Nothomb tiene uno sobre su estancia en Japón divertidísimo, no recuerdo el título, pero vamos, si no te ha caído es una preciosidad de novela. No sé, me acaba de venir esa a la cabeza. 😀
Leo, aquí y ahora, en toda ocasión que tengo, siempre llevo un libro a mano, es una adicción.
Feliz fin de semana! Besos
¡Buena semana! Me alegro, leer es un vicio, como el cine, las pipas o una rica hamburguesa. 😀
En mi caso, agradezco a mis progenitores haberme inculcado el gusto por la lectura desde pequeña y por lo tanto he crecido con el, nada como enriquecer el espíritu con echarte encima unas cuantas letras. No es por presumir pero he leído hasta 4 libros al mismo tiempo, aunque lo descompenso pasando largos periodos también sin acercarme a uno. No soy de lecturas pesadas de filosofías mundanas y esas cosas, mas bien soy de narrativas y letras que cuentan interesantes historias.
Nada para aceitar la imaginación como un buen libro, además de que en general son buenos acompañantes, siempre tienen algo que contarte ¿o no tocayo?
Besos letrados.
Siempre tienen algo que contarte, cierto, aunque sea para decirte: pues mira, no tengo nada que contarte. Esos periodos de varios a la vez (yo dos o como mucho tres) los he tenido pero por desarreglos del vicio de lectura, por lo general uno y lo acabo -menos Ulysses y alguno más que me pueden-. :grin.