Pynchon: La subasta del lote 49
Despúes de leer El arco iris de gravedad, tuve la osadía de leer La subasta del lote 49. Y, siendo una obra anterior de Pynchon, no tengo duda de que leo al mismo escritor, pues La subasta… es parte del germen de la locura de El arco iris de gravedad.
Gracias al entrenamiento de El arco…, no me dejé llevar por las pistas o detalles que dejaba Pynchon en la novela. Porque pueden significar todo, o nada. Y por eso mismo es una novela muy divertida y entretenida -y porque está muy bien escrita-. Eso sí, reconozco que el libro no se deja leer con facilidad. Encontramos, además, incursiones de la realidad en la ficción fantástica del relato. Entonces, la novela se resiste, pelea contigo, y al final vas encontrando una forma natural de seguir la narración y la historia, un pacto entre tú y la escritura. Y atrapa. Mi segunda lectura me hizo comprender lo gran escritor que es Pynchon y lo meditada que parecen sus novelas, aunque en esta no encuentre una raíz -ideológica, metafísica- a modo de médula espinal que recorra el libro.
Si no has leído nunca a este escritor, si El arco iris de gravedad te parece demasiado voluminoso, La subasta del lote 49 es tu rito iniciático hacia Pynchon. Y luego ve a encontrar a otro que escriba como éste tipo huidizo y amante del anonimato. Junto a McCarthy y Salinger -¿se me olvida alguien?, el cuarteto de cuerda de la literatura norteamericana de los últimos… ¿50 años? Sé que hay más: Roth, Dos Passos, Auster, Morrison, Below… pero no se asemejan para mi gusto -pues hablamos del mío- a estos tres. No me pregunten porqué aparte de porque desearía haber escrito esas novelas.
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