El calavera de Damien Hirst
Según el diccionario de la RAEL, ‘calavera’ tiene éstas dos últimas entradas en su definición:
5. m. Hombre de poco juicio y asiento.
6. m. Hombre dado al libertinaje.
¿Qué hacemos con Damien Hirst? Después de demandar a una joven de 16 años, de nombre Cartrain, por usar una de sus obras para un collage que la joven quiso vender por internet -y que le costó 200 dólares de multa-, un colectivo de artistas ha creado una web en la que se pueden comprar diferentes ‘collage’ y todos ellos, por supuesto, están inspirados en la mítica calavera.
En la web —www.redragtoabull.com— el cráneo de diamantes es el protagonista; podemos verlo en con la Gioconda, la famosa fotografía del Che, la portada de Dios Salve a la reina, el propio Papa Benedicto, Marylin Monroe, el grito de Münch, … además del collage que originó la polémica.
De momento, ni Hirst ni sus abogados se han pronunciado. La pregunta es: ¿cuánto podría embolsarse ahora el multimillonario creador por esta importante provocación a su persona? Quien visita las obras de Hirst -recordemos el tiburón disecado en formol- comenta que, tras el impacto inicial, las obras de Hirst son nada, vacío, puro impacto visual. Sus detractores lo acusan de ser un Spielberg del arte, buscando el efectismo y de convertir el arte en un negocio desmedido. Dicen también que es mejor que hablen mal de uno a que no hablen en absoluto. Pregúntenselo a Hirst.
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