La memoria compartida: España, Yugoslavia y baloncesto
Hay momentos que marcan a toda una generación. Son recuerdos que nos han unido a todos los españoles en algún momento.
En este artículo vamos a recordar el precioso partido de España contra Yugoslavia, y que daría a la postre la medalla de plata de baloncesto en las Olimpiadas de Los Ángeles en 1984. Y, lo más emocionante, es el haber visto ese partido desde la perspectiva del baloncesto «moderno».
A tener en cuenta
En primer lugar, hay que señalar dos circunstancias importantes: una, que no había línea de tres puntos. La otra, que los tiempos de posesión eran de treinta segundos. ¡Treinta malditos segundos! Me viene una sonrisa a la cara cuando los entrenadores se agobiaban porque las defensas tenían que aguantar cada segundo de posesión el ataque del contrario. Dadle ahora seis segundos más por posesión a cada entrenador y los harás felices.
Y para los que la memoria los traiciona… recuerden que eran ¡dos tiempos de 20 minutos! 😀
Italia y Yugoslavia
Decían, por aquel entonces, que la combativa Italia era un equipo peligroso porque sabía rentabilizar como nadie las pequeñas ventajas, buscando posesiones que llegaban a los 26-28 segundos. Pero los yugoslavos eran maestros también en todo lo que no tenía que ver con el juego: el arbitraje, los pequeños detalles, la intimidación al contrario, el teatro (sí, eso de lo que se acusa tanto a Garbajosa, Rudy o Ricky Rubio, ¿no será parte del dominio lícito de otros aspectos del juego?). Casta de grandes jugadores. A los grandes, perder les duele más que al resto: es la diferencia sustancial.
La selección venía de hacer un papel estupendo en el Eurobasket de Nantes’83, perdiendo la final contra la potente selección italiana. Ya entonces se veía que España, con Díaz Miguel al frente como entrenador, estaba en un nivel dulce de juego, con una gran generación de jugadores.
¡Qué equipo tenía Italia! Dino Meneghin, Pierluigi Marzorati, Antonello Riva, Roberto Brunamonti, Renato Villalta, Marco Bonamico, Enrico Gilardi, Romeo Sacchetti, Ario Costa, Alberto Tonut, Renzo Vecchiato, Carlo Caglieris (Entrenador: Sandro Gamba)
Oh, sí, recuerdo a Antonello Riva, que era una especie de Epi o Villacampa, un verdadero fusil desde el perímetro, una facilidad pasmosa para anotar. Recuerdo ver también -en diferido, años después- las grandes defensas de Italia en baloncesto, tanto en selección como en sus clubes -¡el increíble Scavolini!-. Uno no sabía si era zona, mixta, individual, o qué era aquello, pero era como una coraza que te se pegara al cuello y te asfixiaba, y caían los segundos y no había fisuras por ninguna parte.
Era un verdadero suplicio y ni los grandes como la URSS o Yugoslavia querían a Italia de por medio porque podía dar el susto a cualquiera. España, nunca antes estuvo al nivel de estas tres selecciones.
Antes de comenzar los comentarios del partido, decir que Yugoslavia era una potencia dominadora en aquella década. Vemos los antecedentes en esa semifinal de Los Ángeles 1984.
- Campeones del Mundial de Baloncesto en 1978
- Bronce en el Europeo del 79
- Medalla de oro olímpica en 1980
- Plata en el Europeo del 81
- Bronce en el Campeonato del Mundo del 82
Da miedo, eh. Los duelos, además, entre URSS y Yugoslavia, como no podía ser de otra forma, eran vistos con lectura política. El imperialismo ruso y la rebeldía yugoslava. Más que chispas. Cómo babeo pensando en aquellos duelos. Y qué jugadores tenían los rusos: eran un ballet, no un equipo de baloncesto. 😀
Además, aparecía una nueva generación que iba a sustituir a la mítica de los Delibasic, Cosic, Kikanovic, Dalipagic, con un Drazen Petrovic joven pero al mismo tiempo un jugador sobre el que ya giraba gran parte del juego yugoslavo.
Un último apunte sobre Yugoslavia e Italia. Ambos jugaban los partidos como si les fuera en ello la vida. España, hasta que llegó la década de los ochenta, era la comparsa que nos puede parecer ahora Holanda, Francia o Polonia.
España
Conozcamos a los protagonistas españoles. En primer lugar, el entrenador, el Álex Ferguson de nuestro deporte -habría que mirar hemerotecas-, Antonio Díaz Miguel, que al paso de las décadas fue componiendo un equipo de baloncesto nacional al que llevó a la gloria olímpica y europea. Plata, como habíamos dicho, el año anterior en Nantes, el seleccionador creía en hacer algo grande en los Juegos Olímpicos -hay comentarios recientes de Epi e Iturriaga sobre la insistencia de Díaz Miguel en que podían ganar a URSS o Yugoslavia-.
¿A quién seleccionó? A la flor y nata de nuestro baloncesto de la época, jugadores que en sus clubs estaban en un nivel altísimo en la Copa de Europa -sobre todo Real Madrid y Barcelona-, junto con otras piezas que componían un puzzle muy bien armado.
España: Juan Antonio San Epifanio, Juan Antonio Corbalán, Fernando Martín, Chicho Sibilio, Nacho Solozábal, Joan Creus, Juan Domingo de la Cruz, Juan Manuel López Iturriaga, Fernando Romay, Josep María Margall, Andrés Jiménez y Fernando Arcega
Veamos contra quién jugábamos.
Dražen Petrović, Aco Petrović, Dražen Dalipagić, Andro Knego, Ratko Radovanovic, Rajko Zizic, Mihovil Nakic, Emir Mutapcic, Sabit Hadzic, Ivan Sunara, Nebojsa Zorkić, Branko Vukicevic (entrenador: Mirko Novosel)
¡Casi nadie! Aunque Petrovic (me perdonarán que use la grafía común española), es el más conocido tal vez para nuestra generación, Dalipagic, Nakic, Radovanovic, etc. eran estrellas. Y el hermanísimo de Drazen, que ya demostraba la mala leche y la picardía que tuvo luego incluso como entrenador. Un buen jugador, no estrella, pero quizás algo eclipsado por el genio de los Balcanes que era Drazen Petrovic.
Comentaristas
¡Hola! Estamos en España para ver las semifinales de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 entre España y Yugoslavia. Son dos comentaristas: sé que uno es el genial Pedro Barthe -muchos detractores, pero lo adoro porque forma parte de todo lo que asocio en mi vida con baloncesto, ¡es lo que hay!, y lo que ha hecho por el baloncesto en este país y por lograr que sea un deporte con retransmisiones decentes, se lo debemos: pero es que yo soy de los que le gustaba cómo retransmitía, con sus fobias y lo que quieras, pero entre Trecet, Montes y Barthe, ¡no hay color, Barthe!-, y el otro lamento no conocerlo.
1era parte.
España juega de rojo y azul, pero en el resto del torneo había jugado de blanco, que es el color que usa Yugoslavia. Vemos que sale España con Solozábal, Epi, Iturriaga, Fernando Martín y Jiménez -¡vaya equipazo!-. El primer tanteo es 4-4. Petrovic, desde que la coge, se juega el uno contra uno y saca faltas. El movimiento de balón es rápido, y las posesiones cortas.
Se nota a España tranquila, y lanza en cuanto puede el contraataque, y cuando anota Yugoslavia, sale rapidísimo para no dar tiempo a colocar su defensa, aunque esto le lleve a alguna pérdida. Yugoslavia, en estático, tiene un marcaje pegajoso. Hoy día, cualquier jugador que se girase en esa defensa sacaría falta: a Yugoslavia no se las pitaban, lo que producía que elevara el nivel arbitral -hay que recibir faltas más duras para que las piten- y beneficiaba su defensa.
8-8, tras anotar Dalipagic. Yugoslavia no se lo piensa: si Dalipagic o Petrovic tienen el balón, tienen patente de corso para tirar en cuanto lo deseen. Es alucinante ver a Pétrovic rompiendo cinturas y anotando. Parece un jugador de otra época. Como si trasladaran a Navarro a los años noventa. Una preciosidad verlo jugar. Puro arte.
Yugoslavia está en zona 2-3, y parece una zona de ajustes. En cuanto el balón se acerca a la zona, se cierran mucho y no dejan espacios para Martín o Jiménez. Este último se abre mucho para lanzar su típico tiro de 4 o 5 metros que tan bien ejecutaba.
Tras algunas faltas, los yugoslavos protestan. El partido avanza hacia los 10 minutos, y tras 10-14 para Yugoslavia, Díaz Miguel pide tiempo muerto. No quiere que Yugoslavia se vaya de demasiados puntos. Faltan 13:20 minutos para el descanso de la primera parte. España ha perdido entre 4 o 5 balones tonto. Se ve que a Díaz Miguel no le acababa de gustar. Llevábamos, además, 5 de 10 en tiros.
En aquella época, si Yugoslavia, Italia o URSS se iban en el marcador de más de ocho puntos -en el baloncesto contemporáneo no es una ventaja definitiva y da un poco de risa-, era una odisea recuperar la desventaja, por la diferencia abismal de talento entre éstas selecciones y las demás.
Así que si Yugoslavia se iba, por ejemplo, de 1o o 12 puntos en el descanso, las posibilidades de ganar el partido eran prácticamente nulas. Y Díaz Miguel era consciente de eso. Y los comentaristas: cada vez que Yugoslavia se iba de 4, de 6, lo narraban como si estuviéramos a punto de ser arrasados por una manada de búfalos. Yugoslavia era el «coco» y el miedo era reverencial.
Pero tras el time-out, España pierde varios balones más. El equipo parece empezar a acusar los nervios. Díaz Miguel se levanta, el polo azul de la selección, sus gafas ocultando su rostro, el bronceado de yate en marbella, y comienza a pasear dando ánimos a los jugadores con su nervio habitual, mientras va pensando en los primeros cambios, que hace: Margall y Corbalán por Iturriaga y Solozábal. Margall anota la primera que coge: una mano de seda maravillosa.
Y Yugoslavia anota; Margall de nuevo. El «matraca» está fino, fino. El equipo se pasa el balón con paciencia, buscando el jugador menos defendido. Epi está sobremarcado siempre. Los comentaristas creen que es miedo a lanzar: a mi juicio, es buscar pacientemente y no lanzar con precipitación.
En el ecuador de la primera parte, 20-14 para Yugoslavia. Petrovic arriesga por línea de fondo, contraataque: Corbalán, Epi, viene por el tercer carril Jiménez y ¡machaca! ¡Sí, sí, sí! Los árbitros pitan falta, parece ser, pero a Epi. 20-16 y balón para España.
En la jugada, Corbalán se encara con el hermano de Petrovic, porque en el contraataque frenó a Epi y le dice con el dedo que eso no lo vuelva a hacer porque podría hacerle mucho daño, ya que Epi no lo ve -lo narra Barthe, no se ve-. Petrovic se disculpa con Corbalán.
España saca: a Margall se le escapa el balón tontamente en el medio campo, y casi le pitan intencionada -¡las intencionadas!-. Petrovic la pide al árbitro pero no la dan. Fallos tontos como éste han habido varios. No es que Yugoslavia coja el rebote tras un lanzamiento: es que no lanzamos y la perdemos. Aún así, a 4 puntos.
Pero Yugoslavia comienza a jugar. Balones a jugadores sólos, la defensa no funciona, y se van hasta los 8 puntos en apenas unos minutos. Mal asunto.
Corbalán recoge el pase y se levanta en suspensión entrando en zona; anota, 22-28. Se da la vuelta mientras espera al base rival y les dice: «¡Venga, coño, vamos a defender!». Y me hierve la sangre, ¡me hierve! ¡Esa sí es la España que yo conocía! ¡Sangre! 😀
Petrovic sigue con su recital de pases y puntos. Anota: 5 de 5 para él, y los Yugoslavos llevan 15 de 22 tiros. Se van de ocho y Díaz Miguel llama a Romay y a Joe Llorente: a la cancha. Cambio de director por tercera vez para intentar cambiar el rumbo. Continuamos con la sequí anotadora y, cuando la cosa está mal tiende a ponerse peor: nuevo Petrovic saca falta a Margall que las metía todas. El partido continua con el mismo guión; primero 24-32 para llegar a la máxima ventaja yugoslava del partido: 24-34. Los comentaristas tienen la tentación de cantar la marcha fúnebre.
Margall, le da igual tirar liberado que con una mano en su rostro, por fin saca a España del problema. ¡Le entran todas limpias! Ya eran demasiados ataque sin anotar. Parece que tiene la muñeca «boba»: habría que buscarlo más.
España, con el arreón de Corbalán y Margall, espabila y empieza a sacar faltas: 7 puntos consecutivos de tiros libres, pero en juego no anota. Algo es algo, y al menos hemos compensado en ataque el agujero en defensa, con lo que el partido se convierte en un toma y daca. Perdemos de tres solamente pero en el siguiente ataque vuelve a a notar Yugoslavia: 35-40 y última posesión para España. El equipo se complica el solo en la última posesión: Epi pista la banda y el balón es para Yugoslavia. Novosel pide tiempo muerto. Pero el marcador sigue inamovible.
2a parte.
Díaz Miguel da continuidad al equipo que acabó la primera parte y España sale con: Llorente, Margall, Epi, Jiménez y Romay.
Tras los primeros minutos, el partido se vuelve más intenso, los jugadores parecen haber salido muy mentalizados y saben que se juegan una final olímpica. Frente al final de la primera parte, empezamos a jugar mucho mejor tanto en defensa como en ataque. Los yugoslavos parecen desorientados con la convicción de la selección española en su juego; España está lanzada, ¡y pasamos del 35-40 al 43-40 en apenas tres minutos! ¡Una España nueva tras el descanso! Más concentrada, más agresiva en defensa, corriendo, un ritmo que desconcierta a los plavis.
Con Llorente, el juego español es más incisivo. Frente a Solozábal y Corbalán, que son más distribuidores en la bombilla, a Llorente le gusta cortar por zona e invertir balones al otro lado, siempre en bote. Están todos los jugadores muy concentrados en defensa y a Yugoslavia le cuesta horrores circular el balón con la fluidez de la primer parte, donde conseguían dar pases a jugadores solos debajo de la zona.
Margall está de lujo, ¡el «Matraca»está que arde!; pero sus errores en defensa le perjudican y en muy poco tiempo se pone con cuatro faltas personales. Un verdadero problema para Díaz Miguel, que ve a uno de los más entonados con riesgo de ser eliminado. Aprovecho para una nota: Romay está jugando muy bien. Jamás pensé que lo diría. Sí, se le ve torpón, un jugador poco coordinado, un poco blando de manos en algún pase, pero lleva cinco rebotes, creo que un tapón y se coloca muy bien para recibir y anotar bajo el aro, a pesar de que es la última opción en el ataque. Es decir: Romay aporta al equipo en sus pocos minutos en cancha.
Yugoslavia saca el talento y la casta y recorta; Epi, en un buen movimiento, consigue zafarse de la defensa y Margall lo ve solo -¡Margall está enchufadísimo y lo ve claro, parece que no tiene nervios!-, y ¡anota de un lateral! Nos ponemos 47-43. Yugoslavia no cede: hay un intercambio de canastas hasta el 53-48, y tienen la pelota para acortar y ponerse a tres.
Ataca Yugoslavia, pero falla; el rebote para Margall -¡está inmenso, el «matraca»!-, la pasa a Llorente que va en moto, dobla a Epi que venía por el carril izquierdo y ¡uy! casi anotamos, ¡pero no! De entre todos el más pillo coge el rebote, ¡Llorente, los bajitos al poder!, sale con el balón controlado fuera y espera que se coloque el equipo. La pasa a Epi, corta por detrás Llorente hacia la línea de fondo, Epi que lo ve se la dobla, Llorente cruza el balón hasta la otra esquina de la cancha con un gran pase en bote y al otro lado ¡Margall, Margall, Margall anoooootaaaaaaaaaaaaa! ¡Dios mío, qué muñeca, limpísima, con cuatro faltas en pista, Margaaaaaaaaaaaaallllll! ¡7 de 8 para el «Matraaaacaaaaaaaaa»! ¡Vamos Españaaaaaaaa!
Fernando Martín eleva los brazos en el banquillo. ¡Fue una jugada de equipo preciosa! Espala se pone 55-48 y aumenta la tensión en el partido como solo puede ofrecerla un deporte como el baloncesto. Ambos equipos son conscientes de la situación: el tiempo pasa y la ventaja es mucha.
Los yugoslavos tienen prisa ahora. La defensa zonal ordenada por Díaz Miguel desconcierta el ataque plavi : España está de libro. Los yugoslavos no están finos en el tiro,y además cuando lanzan están incómodos. Hacen faltas para coger el rebote, desesperados por su bajón de acierto. Romay, de libro, se hace más grande en la zona. Estamos en la mitad y vamos a la velocidad de la luz hacia el final: quedan 10:37.
El partido no entiende de emociones y como una rueda de reloj avanza impertérrito: anota Yugoslavia, que se pone a cinco. España falla algún ataque más y se empieza a notar que llevan muchos minutos jugando sin cambios. Margall, que es el que tiene el duende, sigue con el riesgo de caer eliminado en cualquier acción así que Díaz Miguel hace un cambio masivo. Sienta a Margall, Andrés Jiménez y Llorente y entran Corbalán, Fernando Martín e Iturriaga. A los comentaristas les parece que España, a pesar de fallar los últimos ataques, estaba bien. Comparto que estaba bien, pero hay que hacer cambios por la intensidad defensiva, que comenzaba a bajar, así como por los errores en ataque. Quedan diez minutos, los yugoslavos han hecho sus cambios y hay que bajar el culo.
Es el turno de España, que ataca, circula el balón y en estas Corbalán finta a Petrovic en un lateral y la estrella «pica» y le saca su cuarta falta personal. ¡La cuarta de Petrovic! Buena noticia para España, ¡qué digo buena, buenísima! Corbalán aprovecha sus tiros libres. 57-51. 8 minutos, 54 segundos para el final. ¡Pero este reloj no se mueve, hosssstiassss!
Yugoslavia anota. España ha decidido que va a hacer baloncesto control. Pasa la pelota de lado a lado, con un hombre en lo alto de la zona, Martín, de poste repetidor, buscando mover la zona yugoslava. España encuentra sus huecos y anota, pero Yugoslavia no pierde comba: 59-53. La tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo. 7:23 para el final. ¿Todavía? ¡El tiempo en los 80 pasaba más lento, va a ser eso!
Los yugoslavos están con el cuchillo en los dientes pero los cambios de Díaz Miguel comienzan a hacer efecto. Corbalán sujeta al equipo; en una de estas Fernando Martín rebotea y lanza el contraataque. Un pase, dos, e Iturriaga hace lo que mejor sabe: anotar en bandeja fácil. ¡España se pone a 10! ¡Novosel pide tiempo muerto! ¡63-53!
¡Pero esto es un sueño! ¡Que alguien me pellizque! ¡Si es Yugoslavia, la actual campeona olímpica! ¡Le estamos ganando a los genios de los balcanes de 10! ¡Pero si yo cuando veía la tele sabía que siempre palmábamos contra los yugoslavos! :p
¿Y el reloj? ¡Cuánto queda, cuánto queda, joder! Ah, vale, 5 minutos, cuatro segundos para el final. Me va a dar algo. :worried:
Sale del tiempo muerto Yugoslavia, pero no anota. Romay rebotea con autoridad (8 rebotes, 1 tapón), la pasa al doctor Corbalán que ya no va en seiscientos ¡España va en un Seat Supermirafiori! y recorre todo el campo perseguido por un yugoslavo: uno, dos, ¡bandeja! ¡España a doce, a doce, a doceeeeeeeeee! Le acompañaba Iturriaga, claro, ¡la cabra siempre tira al monte! 😀
Díaz Miguel, que no ha dejado de vivir el partido como si le fuera la vida en ello -a este hombre le va a dar algo como siga así- les hace irse para atrás rápidamente con un gesto de su brazo. Sabe que el partido lo va a tener que ganar atrás. El público está con España y vitorea las canastas españolas: ¡siempre se identificó más con David que con Goliat! El ambiente es precioso; vibra al ritmo de nuestra emoción. Yugoslavia ¿me lo parece o empieza a estar nerviosa? Ellos son los favoritos… ¡y ese dato pesa! España sólo le ha ganado una vez en la historia a Yugoslavia… ¿Podría ser la segunda? ¿Te lo imaginas? ¡No me pongas más nervioso porque los yugoslavos fallan el siguiente ataque y quedan 4:20! ¡Pero que alguien deje de parar ese cronómetro, por favor, que llamen a la Guardia Civil!
España pierde el balón (si ya lo sabía yo, esto no iba a acabar bien, ahora estos empiezan a remontar…); pero Petrovic ¡comete ataque y es eliminado! ¡Petrovic eliminado! Sí, les quedan muchos buenos, pero parece que sólo Dalipagic -que está haciendo un partidazo- puede tirar del carro. Están algo desorientados en ataque, sin referente claro, la defensa española está muy activa y centrada y no consiguen anotar desde fuera.
Díaz Miguel lo ve rápido y hace otro cambio. ¡Qué crack! Mete a Llorente para jugar con dos bases -ahora lo hace un entrenador moderno y parece que ha descubierto la pólvora- y ser fluidos ante la previsible presión yugoslava. Pero perdemos la pelota. ¡Yugoslavia falla el ataque, demasiado apresurada, y España se gusta! Epi, que ha hecho un esfuerzo gigante, se sienta.
Saca de fondo la selección; España está muy bien, centrada, creyendo en sus posibilidades, mordiendo el hueso y no lo quiere soltar, y por la presión yugoslava asfixiante en toda la cancha en uno contra uno, cuando sale de la defensa, hay muchos huecos. ¡Iturriaga a Romay, al poste, que a su vez ve a Corbalán cortando por la zona más solo que la una!… pero no tira y la dobla a Fernando Martín que está allí, sobre la equis, a su izquierda, más solo todavía, y lanza a canasta y ¡anota! ¡Toma, toma, toma! ¡Qué jugada, delirio en los aficionados en la cancha! La jugada ha sido preciosa, y en un flashback era como si en vez de Itu, Romay, Corbalán y Martín hubieran estado Larry Bird, que la pasa al poste a Robert Parish, corta Dennis Johnson y la doblara a Kevin McHale que anota solo. ¡Qué jugada, y a qué velocidad! ¡Esto lo hacen los Celtics y lo enmarcan en un altar! Los comentaristas deliran, el pabellón se viene abajo, ¡vamos, vamos, vamos! 67-55. ¡Vamooooooooos! ¡Vaaaamooooooos!
Los equipos saben lo que sucede en la cancha más que los propios espectadores, que asistimos a una percepción que es ajena a la interior de la cancha; pierden varios ataques sucesivamente. Está todo muy confuso, las ideas escasean con la tensión y la responsabilidad, los nervios atenazan a unos y a otros y España está decidida a jugar a agotar la posesión. 2:15 para el final. ¡Que alguien le pegue un tiro al que vuelva a parar el crono, hombre! Pero España tiene un punto de convicción inquebrantable: Llorente se hace a un lado tras mover mucho el balón, con los yugoslavos desesperados por agotar las fisuras en su defensa y robar, ¡y Joe LLorente se levanta de repente, sin pedir permiso papal, y anota en suspensión! ¡Sí, sí, sí, sí! 69-55
Pedro Barthe, autoconvenciéndose: «Yo creo que está, eh». Dos minutos exactos para el final… anota Yugoslavia. Si alguien se creía que estos jugadores iban a dejarse caer estaban equivocados: no se es campeón de todo porque sí.
España pierde dos balones seguidos; los yugoslavos hacen falta en la presión, que es constante, pero los árbitros no pitan nada. Díaz Miguel, a apenas un minuto (¡un minuto por Dios!) del final, pide tiempo muerto. Saca un tercer base, habida cuenta de los problemas en la presión: Solozábal. Novosel espera que el miedo a ganar le pase factura al equipo español porque diez puntos son muchos. Es su única posibilidad: se ve reflejado en su rostro. 69-59, saca Yugoslavia.
El tiempo corre y Yugoslavia no recorta lo suficiente: 70-61. 39 segundos y dos décimas para el final. El jugador número 6, en un ataque nuestro, le da un golpe terrible a Solozábal. Este tiene que irse del pabellón -el parido se para momentáneamente- y lanza en su lugar Epi, que anota los dos tiros limpísimos. El crack, en un partido en el que no fue el mejor de la selección, cumple con los galones y está cuando tiene que estar. ¡Super Epi! 😀
Yugoslavia falla. Los ojos se comen la pantalla. Corbalán, con apuros, sube el balón, pero vuelve sobre sí mismo al pasar el medio campo. ¡Qué listo, doctor, eres grande! En el pabellón, los españoles que han ido a Los Ángeles gritan ¡campeones, campeones! Quedan menos de 19 segundos para la gloria. La tiene Llorente.
Romay sube a la bombilla, con todos los jugadores muy abiertos en la cancha. Llorente se la pasa y cruza por su lado. Romay, ¡qué haces, loco!, se gira sobre sí mismo sin pensárselo, ¡pero qué coño haces, Romay, pásala joder!… ¡y anota! ¡Anotaaaa! ¡Anotaaa Romaaaaayyyyyy! ¡Qué partido de Romaaaaaay y de la madre que lo parió! Al César lo que es del César, ¡Romay ha dado más de lo que tenía, Romaaaaay anotaaaa!
El balón entra maravilloso -porque ya todo lo es- y como el reloj no se para, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1… Saca de fondo Yugoslavia: un pase suicida al otro aro que se pierde por línea de fondo. Díaz Miguel camina sonriente por el banquillo y España aún tiene que sacar de banda. El reglamento es el reglamento.
Saca Corbalán, pero la toca un yugoslavo y fuera de banda. 0.7 segundos. ¡Estos yugoslavos son unos campeones!
Barthe: «El reloj no corre, no hay manera». Y que lo digas, Pedrito, y que lo digas.
Saca Fernando Martín de la otra banda, la pasa a Romay que tira en suspensión -esta vez, no toca ni aro, ¡y a quién le importa!-, y ¡fin del partido! ¡Fiiiiiiiiiiin! ¡Ganamos a Yugoslavia! ¡Ganamooooooos! ¡Tomaaaaaaa yaaaaaaa! ¡Españaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Díaz Miguel sale como un señor, directo a saludar a Novosel. Luego, sonriente, se vuelve con los brazos abiertos buscando a sus jugadores; el primero con el que se abraza es con Solozábal, le dice algo a Iturriaga. A los jugadores se les ve cansados, ¡menuda paliza física y psicológica, por Dios!, pero felices,como si estuvieran impactados por lo que habían hecho y vivieran en esa nube irreal del que sabe que ha hecho algo grande pero no cuánto de grande.
Dios mío, qué partido. Buff. Ha sido orgasmático. Lo he sufrido y vivido hasta el final, 25 años después. Qué maravilla de selección. Qué tiempos aquellos. Qué gozada. Qué jugadores. ¡Qué baloncesto, por Dios, y no esta mierda moderna de la NBA!
Qué recuerdos. RTVE tendría que sacarlo a la venta, remasterizado y todas esas cosas, en DVD. Es un hito. Y, desde luego, el germen imperial y majestuoso del extraordinario nivel del baloncesto actual español. De la selección. Qué grandes. Reconozco que me he emocionado porque, además, ha sido como un viaje en el tiempo a otra época, otra edad, otra España, y eso siempre es propicio para lo sentimental.
Para siempre, siempre, siempre, en nuestro recuerdo, de los que vivimos aquel momento como un suceso mágico de una España que acababa de nacer, lo que fue a la postre la plata de la Selección Española de Baloncesto en las Olimpiadas de Los Ángeles en aquel año del Señor de 1984.
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vaya post mas largo, lo he leido todo, se nota ue disfrutas con el baloncesto, a mi lo que me gusta es el balonmano, ya que fui jugadora en mis años de escuela, muy bueno recordar eso, un abrazo.
.-= Último artículo del blog de mery… En la distancia… =-.
@mery: ¡Lo has leído entero! Pues debes ser de las poquitas, yo pensaba que a poco que lo empezaran se iban a echar atrás -es que es muy largo-. En fin, jugadora de balonmano, ¡si es que todos tenemos un pasado interesante! Quién te viera metiendo goles. Muy bien, muy bien. 😀
Gracias por recordarme aquella semifinal que había dejado un poco en el olvido.
En aquella época ya disfrutaba con los Lakers de Magic, Kareem, A.C. Green, Worhty Byron Scott, Cooper… y los duelos con los Celtics de McHale, Bird, Johnson, Parish…, ahora disfruto con mis Lakers de Bryant-Gasol.
La liga española y el basket europeo ya no me llaman como antes. NBA y ÑBA
.-= Último artículo del blog de Javier… Submarinos de estar por casa. =-.
@Javier: ¡Ya lo creo! Una gran semifinal. Yo era de Boston, jaja… 😀
Que recuerdos, que maravilla, me has hecho vibrar como si lo estuviera viendo en esos momentos.
Tengo que buscar mi balón, mi viejo balón y sentirlo otra vez en mis manos.
Salu2
.-= Último artículo del blog de Markos… Relevo =-.
@Markos: pues me alegro, a mí me sigue emocionando, y pensé que tal vez mucha gente de mi generación no lo recuerda o no puede acceder al vídeo y me dije, ¿por qué no? ¡Un saludo! Y vamo a la cancha a jugar unas canastas 😀
Hola! Muy interesante tu artículo. Yo era muy pequeño pero alguna memoria tengo de ese partido y ese enorme éxito del baloncesto españo. Te quería comentar que el comentarista que estaba con Pedro Barthe creo que se trata de Héctor Quiroga –> http://es.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9ctor_Quiroga. Un comentarista que tenía una voz excepcional y que falleció prematuramente. Un saludo,
@Avelino: ¡Hola! Pues sí, es Quiroga, luego me enteré, gracias por la información. Dicen que en esa retransmisión ya estaba muy mal y poco después falleció. A mí Barthe me encantaba, y decían que Quiroga y él no se llevaban nada bien. Adoro el baloncesto. ¡Un abrazo! 😀