El arte de amar: deseo, egoísmo, compromiso, fe, paciencia

LMAComo la mayoría de la gente une el deseo sexual a la idea del amor,  cree que se ama cuando se desea físicamente. La atracción sexual crea, por un momento, la ilusión de la unión, pero, sin amor, tal «unión» deja a los desconocidos tan separados como antes -a veces los hace avergonzarse el uno del otro, o aun odiarse recíprocamente, porque, cuando la ilusión se desvanece, sienten su separación más agudamente que antes-.

El amor erótico es, al mismo tiempo, la forma de amor más engañosa que existe. Cuando el desconocido se convierte en una persona íntimamente conocida, ya no hay más barreras que superar, ningún súbito acercamiento que lograr. Se llega a conocer a la persona «amada» tan bien como a uno mismo. O, quizá, sería mejor decir: tan poco. Si la experiencia de la otra persona fuera más profunda, si se pudiera experimentar la infinitud de su personalidad, nunca nos resultaría tan familiar.

Pero para la mayoría de la gente, su propia persona, tanto como las otras, resulta rápidamente explorada y agotada. Para ellos, la intimidad se establece principalmente a través del contacto sexual.

Hablar de la propia vida, las esperanzas y angustias, mostrar los propios aspectos infantiles, establecer un interés común frente al mundo se consideran formas de salvar la separatidad (esa separación entre los «amantes»). Aun la exhibición de enojo, de odio, de la absoluta falta de inhibición, se consideran pruebas de intimidad, y ello puede explicar la atracción pervertida que sienten los integrantes de los matrimonios que sólo parecen íntimos cuando están en la cama o cuando dan rienda suelta a su odio o rabia recíprocos. Pero este tipo de intimidad tiende a disminuir cada vez más con el paso del tiempo.

¿El resultado? Se trata de encontrar de nuevo esa «intimidad» con otra persona; la experiencia de enamorarse vuelve a ser estimulante, para tornarse cada vez menos intensa, y concluye en el deseo de un nuevo amor -siempre con la ilusión de que será distinto que los anteriores-. El carácter engañoso del deseo sexual contribuye al mantenimiento de tales ilusiones.

El deseo sexual tiende a la fusión, pero puede ser estimulado: por la angustia de la soledad, por el deseo de conquistar o ser conquistado, por la vanidad, por herir o aun destruir, tanto como por el amor.

El arte de amar

¿Puede aprenderse algo acerca de la práctica de un arte, excepto practicándolo? Amar es una experiencia personal que sólo podemos tener por y para nosotros mismos; en realidad, prácticamente no existe nadie que no haya tenido esa experiencia, por lo menos en una forma rudimentaria, cuando niño, adolescente o adulto.

Existen ciertos requisitos generales a cumplir en la práctica de este arte de amar, comunes a cualquier arte.

  1. La práctica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una forma disciplinada. Cualquier cosa que haga porque estoy «en el estado de ánimo apropiado» puede constituir un «hobby» agradable o entretenido, mas nunca llegaré a ser un maestro en ese arte. Lo cierto es que, fuera de la esfera del trabajo, somos pocos disciplinados, tendiendo a «relajarnos»: un deseo contra la rutinización de la vida.
  2. La concentración. Esta falta de concentración se manifiesta claramente en la dificultad de estar a solas con nosotros mismos (fumar es uno de los síntomas de la falta de concentración: ocupa la mano, la boca, los ojos y la nariz).
  3. La paciencia. La paciencia es necesaria para cualquier cosa. Todo nuestro sistema alienta lo contrario: la rapidez. La máquina más rápida y más productiva sustituye a la antigua: son razones económicas. Y los valores humanos están determinados por los valores económicos. El hombre moderno piensa que pierde algo -tiempo- cuando no actúa con rapidez; sin embargo, no sabe qé hacer con el tiempo que gana -salvo matarlo-.
  4. Preocupación por el dominio del arte. Si es algo de suprema importancia, el alumno jamás será un maestro; en todo caso, un buen aficionado. Parece, sin embargo, que la proporción de aficionados en el arte de amar es notablemente mayor que en las otras artes.
  5. Practicar. No se puede aprender un arte directamente, sino de forma indirecta, por así decirlo. Debe aprenderse un gran número de cosas que no tienen ninguna relación con él, aparentemente, antes de comenzar el arte mismo: un aprendiz del arte de tocar el piano empieza por aprender la escala musical.

La práctica del arte de amar

Nuestros abuelos tenían una disciplina autoritaria alrededor de las virtudes de la frugalidad y el ahorro y, de muchos modos, era hostil a la vida: levantarse temprano, trabajar mucho y no entregarse a lujos innecesarios. Pero, en la reacción a este tipo de disciplina, hubo una creciente tendencia a hacer de la indisciplina la contraparte que equilibraba la forma rutinaria de la vida impuesta durante ocho o más horas de trabajo. Levantarse a hora regular, dedicar tiempo a leer, oir música, meditar, no comer ni beber demasiado, etc. pueden ser normas evidentes y rudimentarias. Sin embargo, es esencial que la disciplina no se practique como una regla impuesta desde fuera, sin oque se convierta en una expresión de la voluntad propia.

Uno de los aspectos lamentables de nuestro concepto occidental de la disciplina es que se supone que su práctica es penosa, y sólo si es penosa es buena. El Oriente ha reconocido hace mucho que lo que es bueno para el hombre también debe ser agradable, aunque al comienzo haya que sufrir algunas resistencias.

Paradójicamente, aprender a estar sólo es condición indispensable para la capacidad de amar. Quien trate de estar sólo consigo mismo descubrirá cuán difícil es. Comenzará a sentirse molesto, inquieto, angustiado incluso. Aquí requerimos, entonces, la necesidad de tener paciencia. Se trata de escuchar la voz interior que nos dice, por lo general inmediatamente, por qué estamos angustiados, deprimidos, irritados.

En Oriente, los hombres más valorados eran los que poseían cualidades espirituales sobresalientes. En la sociedad capitalista contemporánea, los hombres propuestos para ser admirados son cualquier cosa menos arquetipos de cualidades espirituales significativas. Lo que el hombre moderno admira son un conjunto de sensaciones  de satisfacción substitutiva. Estrellas del cine, animadores de la radio, periodistas, políticos y empresarios.

Cualidades.

La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo. El polo opuesto del narcisismo es: ver a la gente y las cosas tal y como son, objetivamente, y poder separar esa imagen objetiva de la imagen formada por nuestros propios deseos y temores.

El insano o soñador carece completamente de una visión objetiva del mundo exterior; pero todos nosotros tenemos una visión no objetiva del mundo, que está deformada por nuestra orientación narcisista. Ejemplo:

Una mujer desea ver a un hombre, y él le responde que no tiene tiempo ese día. Ella comenta: pero si esta tarde vas al centro comercial y estás a cinco minutos de mi casa. Para ella, puesto que no le supone un esfuerzo que la vaya a visitar a su casa, tampoco lo es para él. Para ella, la única realidad es ella misma. Y como este ejemplo, tanto para el hombre como para la mujer, encontraremos cientos en nuestras experiencias.

Por lo tanto, puesto que el amor depende de la ausencia relativa del narcisismo, requiere del desarrollo de la humildad, objetividad y razón. No puedo ser verdaderamente objetivo con respecto a mi familia si no puedo serlo con un extraño, y viceversa. Debo tratar de ver la diferencia entre mi imagen de una persona y de su conducta, tal como resulta de la deformación narcisista, y la realidad de esa persona tal como existe independientemente de mis intereses, necesidades y temores.

Tener fe, que requiere coraje, la capacidad de correr un riesgo, la disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión. Quien insiste en la seguridad y la tranquilidad como condiciones primarias de la vida no puede tener fe; quien se encierra en un sistema de defensa, donde la distancia y la posesión constituyen los medios que dan seguridad, se convierten en un prisionero. Ser amado, y amar, requiere coraje, la valentía de atribuir a ciertos valores fundamental importancia -y de dar el salto y apostar todo a esos valores-.

El amor también es una actividad. Porque seré incapaz de relacionarme activamente con la persona amada si soy perezoso, si no estoy en constante estado de conciencia, alerta y actividad. Ser activo en el pensamiento, en el sentimiento, con los ojos y los oídos, durante todo el día, evitar la pereza interior, sea que éste signifique mantenerse receptivo, acumular o meramente perder el tiempo, es condición indispensable para la práctia del arte de amar. La capacidad de amar exige un estado de intensidad, de estar despierto, de acrecentada vitalidad, que sólo puede ser el resultado de una orientación productiva y activa en otras esferas de la vida. Si no se es productivo en otros aspectos, tampoco se es productivo en el amor.

El examen del arte de amar no puede limitarse al dominio personal de la adquisición y desarrollo de las características y aptitudes que hemos descrito en este capítulo. Está inseparablemente relacionado con el dominio social, que debe existir en las relaciones con la familia y los amigos, en el trabajo, etc. Para la existencia del amor a los nuestros debe existir el amor a los ajenos. Nuestras relaciones están basadas en el principio de equidad: «te doy tanto como tú me das». Pero el principio sobre el que se basa la sociedad capitalista y el principio del amor son incompatibles. La gente que es capaz de amar en el sistema acutal constituye la excepción. No tanto porque las múltiples ocupaciones no permiten una actitud amorosa, sino porque el espíritu de una sociedad dedicada a la producción y ávida de artículos es tal que sólo el no conformista puede defenderse de ella con éxito.

Todas las actividades están subordinadas a metas económicas, los medios se han convertido en fines; el hombre es autómata -bien alimentado, bien vestido, sin interés fundamental alguno en lo que constituyen su cualidad y su función peculiarmente humana-. Si el hombre quiere ser capaz de amar, debe colocarse en su lugar supremo.

La sociedad debe organizarse de manera que la naturaleza social y amorosa del hombre no esté separada de su existencia social, sino que se una a ella. Hablar del amor no es «predicar», por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano. Que esa necesidad haya sido oscurecida no significa que no exista.

Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de su ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre.

El arte de amar, Erich Fromm.

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Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

8 Comentarios

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  • Me gustó mucho esta entrada Julio, te hace reflexionar en muchas cosas, y que deberiamos aprender todos.
    Y si, Amar es todo un arte y no fácil, pero no creo que sea imposible de aprender, solo es cuestión de practica y de como no, de desilusiones, y volverte a levantar, y aprender algo nuevo, porque de todo se aprende algo.
    Un beso!

    • @Pharpe y @Ángel: Yo sé que es una lectura densa, pero en cuanto a longitud las he escrito -y las leo- más amplias. Lo que ocurre que es de esos ensayos que no sabes qué descartar. En fin, lo que yo quiero es recomendar, en el fondo, que quien lo desee se compre el librito, que son menos de 130 páginas -mi edición de Paidós consta de 123-, y muy ágil de leer a pesar de la densidad de su contenido. En fin, que un abrazooooooo 😀

      @Pili: ¡Me alegro de que te gustara! Pues lo ideal es, como dije a Pharpe y Ángel, que un día te lo compres. Aunque luego no coincidas con su postura y su acercamiento a Freud, aunque revisionista por lo que dice en sus comentarios, es una lectura tranquila y que no es lo mismo leer en mi blog que con el libro en mano. Yo no creo que sean más de 7-8€, y si no la biblioteca de la ciudad, pero este libro no es autoayuda. Es un análisis. No se comparte todo, pero donde no se comparte invita a la reflexión. Genial. Yo no sé si Fromm está superado hoy día en cuanto a sus teorías, no soy especialista, pero la reedición de sus obras debe ser por algo. ¡Un besote! 😀

  • Gran artículo, sin duda. Me gusta mucho el lenguaje objetivo que utilizas, casi como si fuera un tratado científico 🙂

    Como decían no se donde «practicar, practicar y practicar!!!!»

    Saludos!

    P.D. Me alegro de que te gustaran las morcillitas xD
    .-= Último artículo del blog de kiram… Summer Rain =-.

    • @Kiram: ¡Kiram! Pues mucha gracias, el mérito de Erich Fromm, yo me limito a escribir y re-ordenar/reescribir algunas partes… Pues me comentaron que una Canaria la armó en Albacete, bueno… Las morcillitas mmm… riquísimas… 😀

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