Burocracia, Tenacidad

Burocracia

1. Burocracia.

¿Me sorprende el sistema burocrático de este país? ¡No! Que la justicia ande como ande, por ejemplo, no es ninguna casualidad si tenemos en cuenta, entre otros factores, el subdesarrollo tecnológico del que adolece.

Sin embargo, ¿por qué un viejo mecanismo de poleas y engranajes particulares, con sus secretarios, bedeles y correveidiles, accionados por escrupulosos funcionarios, instaurado desde el pleistoceno, no concilia al ciudadano con la administración como debería? ¡Si llevan ytantos años tirando de las poleas, ejecutando las mismas tareas día tras día!

El ente llamado burocracia se asemeja a un laberinto inextricable cuyo hilo de Ariadna conduce una y otra vez a las mismas instancias donde un minotauro, sentado como un dios negro sobre una banqueta, se yergue poderoso sobre la mesa funcionarial, compulsando resoplante y furibundo en un extraño juego maquiavélico.

Fíjense, sin más, en mi asunto; anduve días de un pasillo a otro en el edificio de la viceconsejería, anexo tres, un edificio moderno dotado de inmejorables prestaciones al ciudadano, dijo el alcalde en la inauguración: los «no, esto no es aquí, caballero» se solapaban con un «eso es en la planta de arriba» sin mirarme siquiera a la corbata; las colas en las que coger número de seis y cuarto a siete de la mañana, las fotocopias de nuevos documentos que no aparecían en la documentación oficial pero que la señorita de turno me acuciaba a adjuntar so pena de que mi reclamación cayera en la trituradora de papel situada a su derecha.

Total: que al final conseguí, por el viejo procedimiento latino de un conocido que era amigo de no se quién -hay quien no deja pasar la ocasión para hablar de su influyente círculo de amistades mientras uno se pregunta ¿y por qué sigues con tu trabajo de mierda?- hablar con uno de tantos señores director de no sé qué, que lleva los departamentos de no sé cuántos, que tuvo la gentileza de atenderme en mitad del pasillo. Era un señor con traje gris, pulcramente afeitado y peinado, de esos que piensas nada más estrechar la mano: levanto una papelera del edificio y me salen otros veinte como él.

-Es que si un día me falta un documento, al otro me sobra. Llevo ¡cuatro días seguidos! viniendo aquí a solucionar este asunto.  ¡Por  el amor de Dios!, que alguien me  haga saber la ventanilla donde tengo que dirigirme, señor director: ¡exijo que me devuelvan el cuerpo que tenía hace cinco años y todos los pelos que se me han caído desde entonces! ¡Que no hay derecho a que la vida lo trate a uno así!

2. Tenacidad.

Recuerdo cuando comencé la tabla de ejercicios. Había visto unas referencias en una revista de hombres, de esas que anuncian dietas milagrosas: abdominales de cine en 15 días, recupera tu tono muscular con ¡solo! cinco minutos diarios, mejora tus pectorales y dorsales con los consejos del entrenador de los famosos, etc.

No entiendo cuál fue mi impulso, pues jamás había sentido la menor curiosidad por el deporte. Pero fue comprarme la revista y ponerme a ello. Yo mismo dudaba siempre de las técnicas de estas revistas: al final nadie las toma muy en serio, son titulares sensacionalistas, seguro que habrá que seguir una «dieta equilibrada» y practicar un deporte «saludable»: footing, ciclismo, natación, ¡o todos al tiempo!

Sin embargo, quizás por un instinto insano de competitividad que tengo conmigo mismo, nació una lucha interna contra mi escepticismo natural; el amor propio se situó en la línea de salida y tomó las riendas de la cúadriga y se dijo: ¿vencería a esta dejadez connatural al ser humano, a esa virtud que acecha siempre llamada vagancia, esperando a saltar sobre  las otras para sedarlas cuando menos lo esperamos?

Las primeras semanas fueron muy duras. ¡Oh sí! No se las deseo ni a mi peor enemigo. No hay nada más sádico para un amante de la bollería industrial que abstenerse del dulce y la grasa. La dieta y el ejercicio constante me tenían consumido, literalmente, y apenas me dejaban fuerza para nada más; pero, para mi sorpresa, todo fue cambiando con el paso de los meses. Me sentía cada vez mejor y hasta los vecinos me saludaban con entusiasmo al comprobar la alegría nueva que me irradiaba, fruto de los nuevos hábitos que había adquirido. Yo seguía absorto en mi locura: dieta, dieta, dieta, ¡ésa era la clave para la felicidad!

Un buen día, sin previo aviso, como suceden los milagros, me detuve unos instantes, desnudo, ante el espejo que más secretos conoce de nosotros: el del baño.  Durante meses había evitado todo vistazo clandestino al mismo.

Pero sí, ahí estaban. Los abdominales, todos, superiores, inferiores, ¡los oblicuos!, hasta lograr la perfección absoluta. ¿De verdad que lo había conseguido?, me sonreí satisfecho.

-Estarás orgulloso -dijo mi novia con el cepillo de dientes en la boca y dándome un leve azote en el culo.

-Cariño, no sabes la de sufrimiento que me ha costado conseguir… ¡este único abdominal!

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Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

24 Comentarios

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  • Entiendo perfectamente tu guerra con la administración. Mi consejo es que te dirigas siempre al superior y si no pues al más alto todavía, claro está , cuando el problema no lo puedas solucionar desde abajo. Buenas maneras, sentido común etc…brillan por su ausencia, pero no solo en centros oficiales, en todos los ámbitos. Lo que sucede es que cuando hay crisis económica la culpa siempre es del personal oficial del gobierno, pero buen eso es otro tema. Desde donde me encuentro de envío una gran sonrisa.
    En cuanto a tus ejercicios mágicos, pues mira tu que la publicidad a veces no es tan mala como dicen. Todo tiene su punto malo y bueno. Ahora estás requetebueno y encima te has quitado de comer porquerias, que sólo tienen la misió de atascar tus conductos arteriales. De todas formas los extremos nunca fueron buenos. 😀 😉

    • Bueno, el relato era ficción, es decir, trataba de contar eso que dices tan bien imaginando algo divertido: que la burocracia es un desastre. Ya sabía que estaba requetebueno, pero mira, sigo a la búsqueda de los otros abdominales, porque los recubre una sospechosa capa que no recuerdo de dónde salió. Y eso que soy delgadito. En fin. 😀

  • Amigo furibundo, tú mismo has comprobado en tu dicotomía que lo llamamos perfección cuando queremos decir interés. No hay nada de malo en tirar de enchufe cuando se puede, no es menos digno. No hay nada de malo en ser un tío sedentario y come bollos que se levanta un día y en contra de sus ideales piensa: ¿y si saco los abdominales? Para tu amor propio o para el de tu novia, es interés.

    Llevo unos meses probando un ejercicio que me ha llevado a cambiar mis ideales, ¿y si hago cosas que no me gustan o van en contra de mis pensamientos? No digo que se deba probar el haraquiri (quién dice «probar»…), ¡niños no lo hagan en sus casas!, y puedo decir que estoy satisfecho de los resultados, cosas de las que estaba totalmente convencido ahora no lo estoy y además me he reinventado a mí mismo, he evolucionado, he cambiado.

    Revisa tu vida durante el último año o incluso durante tus últimos cinco años y busca si realmente has cambiado de forma de pensar. Supongo que por lo que cuentas eres de los que se han dado cuenta de este hecho.

    • Viva el cambio evolutivo. Supongo que de eso se trata en esto que se llama «vida». Por cierto, lo de zampabollos y tal… el relato es todito ficción, igual que el anterior. Y dicho eso, me encantan los donuts de azúcar, los del agujero –the originals 😀 -, no los hermanos bastardos de chocolate, fresa, y no sé qué variedades más. 😀

      • Seeeh luego lo pensé -seguro que este tío se ha tirado una historieta inventada-. ¡Bellaco!

        Las rosquillas (o donuts) que ahora vienen en unidades al vacío están para no parar de comerlos. Los Fondant están de PM y los de sabor «tahona» que hacen algunos supermercados no están nada mal. Los bollos son mi debilidad.

        ¡Pilarín!

  • Aparte de la sospecha de que me espías cuando voy al gimnasio XD y sus consecuencias 👿 ayer, en Españoles en el Mundo (TVE1) hablaban de Suiza… ya quisiéramos esa «burocracia» para este país!!! Somos la patria de los pringaos y vividores… yo me incluyo.

    • Te espío pero via satélite. Me gusta lo de Españoles, lo he visto alguna vez y es sorprendente el cambio cultural cuando el español hace de «turista» en otro país que lo que suponíamos del mismo. Tú no eres pringao, es que los que estamos debajo sosteniendo la tarima estamos demasiado ahogados para quejarnos todo el tiempo, hay que recuperar fuerzas. Me da depre eso que cuentas, jaja, anda que entre eso y tus artículos sobre el servicio postal y aduanas, es para hacérselo mirar. Qué país. ¡Un abrazo y buena semana! 😀

    • Qué buenos son, nunca completé la colección porque me daba pereza seguir comprándome los que ya había leído, pero siete u ocho debo tener. Me encantan, más que Tintín, que está muy bien, pero sobrevalorado, ¿no crees? 😀

  • Y es el reino del «no se puede». Alguna vez sentí el deseo de hacer una lista de trémites inútiles, un día de estos cuando me tope con uno seguro que la inicio 😉

    Me gustó la forma en la que relacionas la constancia y tencidad para lograr algo físicamente, con el logro de un trámite que produce cierta satisfacción pero el largo trecho para conseguirlo no nos deja disfrutar del todo. Porque si te propusiste hacer ese paralelismo, verdad?sino estoy en problemas y veo cosas que no son.

    Muaaack!

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