Crítica de la película Third Person
Acabo de terminar de ver Third Person, la nueva película de Paul Haggis, y he tenido que entrar a la crítica en Rogerebert.com para encontrar opiniones de espectadores que la hayan entendido.
Haggis podría haber realizado un drama romántico tan propio del cine de las últimas décadas: mezclar personajes cuyas vidas coinciden, se entrecruzan, etc. Pero a Haggis le va la marcha y trata de hacer «cine de autor», con símbolos que repite en la película: el uso de colores, de frases repetidas en momentos clave. Esto tiene su gracia cuando está bien hilvanado y es sutil.
Mi historia favorita es la de Liam Neeson y Olivia Wilde. Por cierto: qué bonitas peras tiene Wilde. Me gusta el dibujo del personaje de Wilde: he conocido a más de una mujer con ese tipo de personalidad. Curioso. Por lo demás, las historias son fallidas, grotescas en sentido negativo, es decir: que lo mejor que tiene la película es que no la entiendes.
Me acabo de terminar Pastoral Americana de Roth (impresionante, impresionante, impresionante) y pensando: pero si entendí esta novela -que no es el Ulises de Joyce, pero que es densamente compleja-, cómo es que no entiendo el final de esta película. En fin. Lo dejo como misterio misterioso. Leyendo a un espectador de los que dejé en el enlace del principio de la crítica puedes comprobar si te has enterado de algo.
Dicho lo cual, a pesar de que la película no me parece buena, lo cierto es que es de esas que te dejan dos horas esperando que suceda algo, que todo encaje misteriosamente, y eso tiene su gracia. Porque uno se vuelve impaciente con la edad y soy de gatillo fácil: clic clic, clic y a por otra cosa.
Y entenderla. Es una peli-sudoku.
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