Sublevarse contra Internet
Se lo decía ayer en una epifanía inducida por el concierto de Macaco a María, una catalana pintora afincada en Canarias:
Un día de estos la humanidad exigirá la abolición de Internet. La gente se levantará en una gran revolución. Gritarán que están hartos de esta alienación estúpida.
Y afirmó con la cabeza, sonriendo, afectada por el virus de mi epifanía.
En aquellos momentos en los que el equipo técnico preparaba el escenario, comentábamos la dependencia de las personas que conocemos en la red, la inutilidad de la misma (ahora iré a la excepción) y cómo a las generaciones jóvenes le está afectando en un aspecto clave para su formación integral: las relaciones personales.
Siendo, como es, complicado el manejo del hábitat social, la adicción a los aspectos inútiles de la red -pregúntense cuánto tiempo se pierde de media en un año tecleando banalidades y frivolidades-, esa falsa socialización que posee los mismos códigos de incomodidad que la relación física (me bloqueas, no sigues, no me etiquetes en tu foto, cuál es tu Instagram, etc. etc.), añade simple estupidez.
He caído en esa trampa múltiples veces. Lo asumo (porque no me queda otra, léase risa jocosa).
Internet, sin embargo, posee un potencial de intercambio de ideas maravilloso, útil, un gran poder educativo -si lo miramos como herramienta-, etc. Y esta idea podría llevarnos al origen de la WWW, al mismísimo Tim Berners-Lee. Su idea original se ceñía -y se ciñió en sus orígenes y desarrollo- al ámbito académico.
Una idea fantástica.
La red social es un maquiavélico invento que habría que eliminar, salvo para proyectar tu trabajo profesional. El resto es mala educación, sin duda.
Dijo Emilio Lledó que era mejor tener libertad de pensamiento que libertad de expresión, porque con la libertad de expresión podemos decir estupideces. Internet es el experimento sociológico que demuestra su hipótesis.
La revolución llegará.
La revolución ya llegó mediante la capitalización de apps —el tiempo dirá—; si hoy no tienes una app estás perdiendo un buen trozo de la tarta. Igualmente pienso que hay un alarmante mal uso de Internet y una gran pérdida de tiempo, moda pasajera o no, odio las conversaciones tontas de las redes sociales y chats, el ocio elevado a lo absurdo. Me hago mayor.
Jajaja. Nos hacemos mayores o más sabios. La capitalización de apps y los cambios en los modelos de comportamiento -programación social, si eso existe-, como el relacionarnos con los demás, ha cambiado. Un abrazo, señor sabio.