Harold Bloom: Jesús y los acertijos

jesusyahvebloomEn el capítulo 3 de Jesús y Yahvé, los nombres divinos, el crítico literario Harold Bloom analiza El habla críptica de Jesús:

Los acertijos de Jesús tienden a girar sobre la cuestión de quién es Jesús. A veces los pronuncia como hechizos contra Satán. […] Pero, ¿porqué Jesús habla frecuentemente en acertijos?[…]

Jesús, al confiar en los acertijos, amplía y altera las tonalidades de la tradición oral de su pueblo. En esto San Pablo ha sido el peor de los guías posibles con su: “La letra mata, pero el espíritu da vida” (II Corintios 3:6). Esta sentencia contradice a Jesús de Nazaret, que nos dice que: “el cielo y la tierra pasarán antes que pase una “i” o una tilde de la ley sin que todo suceda” (Mateo 5:18). Mateo, aunque evidentemente judío (como Marcos, no como Lucas), apenas nos presenta un Jesús antinomiano (el antiniomanismo afirma que los cristianos, por la gracia de Jesucristo, no están obligados por la ley moral), aunque su protagonista carece en gran medida de la furia del héroe de Marcos, que siguió siendo tercamente galileo fiel tan sólo a Yahvé. Hay muchas versiones de Jesús fuera del Nuevo Testamento canónico, pero a mí esto me parece mucho menos interesante que el hecho de que haya al menos siete Jesús en el libro de la Nueva Alianza, incrustados en los cuatro Evangelios, en Pablo, en la Epístola de Santiago, el hermano de Jesús, y en el Apocalipsis. El Jesús de los Hechos de los Apóstoles es tan parecido al de Lucas que uno acepta fácilmente el criterio de los estudiosos, según el cual el mismo autor-editor o editores compilaron ambos. Aunque mi aversión personal hacia Pablo y hacia el violentamente antijudío Evangelio de Juan es considerable, también reflexionaré sobre esos dos Jesús, pues su personalidad, carácter y conciencia de la propia identidad apenas pueden ser discernidos sin recurrir a Pablo y a Juan.

La primera observación que deseo hacer es que todo el Nuevo Testamento está obsesionado por su angustiada relación de la Ley y los Profetas, y pretende resolver la compleja ansiedad que procede de tan abrumadora influencia mediante la lectura errónea más poderosa y fructíferamente creativa de toda la historia textual. El rival más cercano que conozco es el Corán. En toda la literatura laica, ni siquiera el triunfo de Shakespeare sobre toda la literatura anterior es comparable al de Pablo y sus sucesores en el intrincado empeño que transformó la Biblia hebrea, el más poderoso de todos los textos a excepción de Shakespeare, en el “Antiguo Testamento”. El Nuevo Testamento constituye un extraordinario (aunque desigual) logro literario, pero ningún lector laico (que sepa cóm hay que leer) podría considerarlo a la altura de la excelencia estética de casi toda la Biblia hebrea (excluyendo el Levítico y las partes no-Yahvistas de Números). William Faulkner expresó su convincente preferencia por los relatos inmensamente variados de la Biblia hebrea en comparación con el Nuevo Testamento griego, que se esfuerza por contar una historia y nada más que una historia.

Aunque la Teología cristiana, así como el formidable Dante y sus devotos exégetas, aseguren lo contrario, ningún texto posterior ha “dado cumplimiento” a un texto anterior, ni ha conseguido siquiera “corregirlo”. […] Históricamente, tanto el Nuevo Testamento como el Corán han eclipsado en la práctica la Biblia hebrea, pero el texto de ambos libros no es estético ni necesariamente espiritual, y es posible que Yahvé no haya dicho la última palabra sobre este asunto. Todos sabemos que la historia galopa con los grandes batallones, y durante un tiempo, favorece a los que ganan las grandes guerras; pero la historia es un ironista de un genio casi comparable al de Jesús, y las señales de una guerra apocalíptica entre la Cristiandad (por llamarla así) y el islam son ahora omnipresentes.

****

Podemos encontrar siete versiones de Jesús en su orden probable de composición cronológica: Pablo, Marcos, Mateo, Lucas y los Hechos, Santiago, Juan y el Apocalipsis. Mi opinión es que el marco temporal es un tanto irrelevante, pues algunas de estas visiones de Jesús le deben poco o nada a sus antecesoras. […]

No hay referencias explícitas a Jesús (ni a Pablo) en la Epístola a Santiago, aunque hay un eco directo de Jesús en 2:8; no obstante, el ejemplo de Jesús se presupone a lo largo de todo el texto. Puesto que la polémica con Pablo es evidente, no me convence cuando los eruditos aducen que, de una manera sutil, es posible conciliar a Santiago y a Pablo. La diatriba antisemita de Martín Lutero contra Santiago tiene mucha más importancia, pues reaccionó airadamente a las palabras de la Epístola: “Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente” (Epístola a Santiago 2:24), un rechazo manifiesto de las palabras de Pablo: “Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley” (Epístola a los Romanos 3:28)

Lo que me interesa ahora de la Epístola es su visión interiorizada de Jesús, con quien Santiago había regresado tras la Resurrección de éste, reconciliándose así con su extraordinario hermano. Es posible que la tradición oral, presumiblemente ebionita, determinara el Jesús que se puede atisbar entre las frases del sermón. Este Jesús es un profeta del desfile que había comenzado con Amós en el Tanakh, posiblemente ocho siglos antes de la era común. En Amós, Yahvé declama:

Yo deteso, desprecio vuestras fiestas,

no me gusta el olor de vuestras reuniones solemnes,

si me ofrecéis holocaustos,

no me complazco en vuestras oblaciones,

ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados.

¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones,

no quiero oír la salmodia de tus arpas!

¡Que fluya, sí, el juicio como agua

y la justicia como arroyo perenne!

Amós 5:21-21

La traducción de la Jewish Publication Society, precisa y vigorosa, no tiene sin embargo la elocuencia de la versión autorizada (en la primera aparece la palabra “justicia” mientras que en la autorizada la palabra “juicio”, un matiz sutil que se pierde en español ya que la Biblia de Jerusalén usa la palabra “juicio”).

El juicio y la justicia forman parte del meollo de la Epístola de Santiago, y de su Jesús:

Mirad: el salario que habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos están gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.

Epístola de Santiago 5:4

Jesús les prometió el reino a los pobres, y Santiago los llama “herederos” del advenimiento del reino cuando el Señor se alce y regrese. “Sabiduría” es el don de Dios que Santiago implora, y para él y para Jesús la esencia de la Ley está en Levítico 19:18:

No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahvé.


[email_link]

Sobre el Autor

Julio

La idea de este blog nació de la pasión por escribir y compartir con otros mis ideas. Me interesa la escritura creativa y la literatura en general, pero también la web 2.0, la educación, la sexualidad... Mi intención, en definitiva, es dar rienda suelta a mis pasiones y conocer las de otros; las tuyas. ¡Un saludo!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Copyright ©  La ciudad creativa